Colección de mentiras ilustradas

De la mano de una artista paisana mía y que gracias a las redes sociales sigo muy de cerca, Aitana Carrasco, supone una originalidad, una singularidad que no puede pasar desapercibida en los álbumes ilustrados. Es divertida y atrevida y no solo en el campo de la ilustración: ya os digo, merece la pena seguirla en los retos que plantea a través de Instragram solo por diversión, como “cara a cara”, el proyecto colectivo que lleva a cabo este año.

Pues bien, en “Colección de mentiras ilustradas” o, lo que es lo mismo en valenciano, “Gran recull de mentides il·lustrades”, nos trae eso, mentiras que hemos oído siempre de boca de nuestros mayores y que no tenían otro propósito que… educar, iba a decir… no, más bien, callarnos, convencernos; asustarnos para callarnos, convencernos… ¡saber popular!

Y hay muchísimos, y Aitana los va enumerando de manera socarrona e incluso, al final, deja unas páginas en blanco para que el niño siga apuntando las mentiras que vaya oyendo de los adultos. Porque este álbum está dirigido a ellos pero no cabe duda de que nosotros, al leerlo, podemos reírnos bastante por lo real y autobiográfico que puede resultar.

“Gran recull de mentides il·lustrades” lo escribió e ilustró Aitana Carrasco Inglés y su publicación corrió a cargo de Tàndem Edicions en 2007.

¡Hasta la semana que viene!

¿Quién compra un rinoceronte?

Resultan divertidos los álbumes ilustrados en los que se plantea un absurdo y se racionaliza todo siguiendo una lógica infantil.  Es decir: ¿para qué puede servir un rinoceronte mascota?, uno está a la venta y voy a intentar convencerte de que lo compres con una lista de bondades que hará que lo adores. Y, sin más, éste el próposito del cuento. Lo dicho: absurdo pero divertido.

Texto en verso que resulta muy sencillo (de ahí su valor) y unos dibujos en blanco y negro, completamente llenos de expresividad, que recuerdan a las viñetas de las tiras cómicas y que, como ya he dicho en alguna ocasión, para mí es un gran atractivo. Y no hay mucho más que decir… Resultaría extraño que intentase contar algo más de un cuento así… mejor será leerlo.

“Who Wants a Cheap Rhinoceros?”, lo escribió e ilustró Shel Silverstein en 1964 y, en 2017, la editorial Kalandraka lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Hilda

Y, bueno, esta vez ha sido al revés. A raíz de un comentario en Twitter de la editorial di con una nueva serie de dibujos animados en Netflix que comenzó a emitirse el jueves de la semana pasada. La estética parecía diferente a todo lo que había visto antes y Barbara Fiore es una editorial que, a menudo, publica verdaderas joyas dentro de la literatura infantil. Así que, sí, la vi y me gustó, y mucho.

Efectivamente, la estéica es diferente, pero, además, la temática es original, con una ética, una filosofía de fondo que me convence plenamente. El humor es inteligente y surrealista a la vez. Personajes fantásticos que invaden la vida real de una niña que vive sola con su madre en las montañas y que, debido a unas causas que ahora no podría ni explicaros, se ve forzada a mudarse a la ciudad.

Pues, como decía, esta vez ha sido la serie la que me ha llevado al libro que, en forma de cómic, nos muestra la vida de esta interesante niña. Y, ninguno de los dos desmerece al otro. Así que, si tenéis oportunidad, leed, leedles y que lean las aventuras de Hilda. Y, por supuesto, en Netflix, tenéis la serie muy bien adaptada. A ver si de este modo, viendo series de tanto valor vamos consiguiendo unos contenidos de más calidad en la televisión… pasito a pasito… que, ahora, cada vez que abrimos estas redes de televisión es como si emitiéramos un voto acerca de cómo queremos nuestra programación. Como cada vez que compramos en el supermecado y hacemos tantas otras cosas anónimas a lo largo del día… pensadlo… sería fácil cambiar el mundo…

Bueno, a Hilda la creó Luke Pearson en 2010 y a partir de entonces ha escrito e ilustrado varios volúmenes: “Hilda y el trol”, “Hilda y el gigante de medianoche”, “Hilda y la cabalgata del pájaro”, “Hilda y el perro negro” y “Hilda y el bosque de piedra”.  Y, aquí, de la traducción al castellano y su publicación se está encargando Barabara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

Felicio, Rey del rebaño

Una buena sátira de la realeza, del absurdo que hace que unas pocas personas en el mundo ostenten tanto poder, muchas veces utilizado de manera tan nefasta a lo largo de la historia. Algo tan aleatorio, como nacer hijo de tu padre rey, o que el viento te traiga una corona que queda atascada en tu cabeza, como es el caso de la oveja Felicio.

Y una vez coronado, vas organizando, dirigiendo, sin que nadie te haya elegido, tu reino de la manera que más te convenga a ti, que no a los demás. Pero, de la misma manera que el viento te coronó, puede soplar otra vez y arrancarte esa corona y quedarte como una oveja más. Y cuídate mucho de que el azar no haga que el viento la arrastre hasta la cabeza del lobo porque entonces, sí, oveja, tendrás problemas…

Lo dicho, una caricatura del absurdo de la monarquía con un título en francés más osado que la traducción en castellano, en una clara referencia al Rey Sol, Luis XIV, cuyo cuadro más emblemático, aparece dibujado en la primera página del álbum con la cabeza de una oveja, claro.

En fin, no me meteré en camisa de once varas haciendo equiparaciones con nuestro caso, aquí en España, no vaya a acarrearme problemas un blog de literatura infantil… aunque ya los haya tenido por otras entradas en el pasado…

“Louis 1er roi des moutons”, lo escribió e ilustró Oliver Tallec en 2014 y un año después lo tradujo al castellano Teresa Broseta para la editorial Algar.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño Nicolás

Este verano lo hemos sacado de la estantería, lo hemos desempolvado y, durante el viaje, cada noche, leía en voz alta un capítulo. Se supone que lo hacía para mi hija, la pequeña, pero, al final, estábamos toda la familia escuchando el relato y riendo de tal manera que, muchas noches, se hacía difícil dejarlo en uno y seguía leyendo el siguiente capítulo.

Lo que más me llama la atención es ver cómo casi 60 años después de su primera publicación en Francia, sigue resultando tan fresco y divertido. Desde luego que hay muchos detalles propios de la época, como su sociedad machista, pero, por lo menos a mí, no me molestan en absoluto y puedo perfectamente obviarlos en pos de su lectura.

Nicolás, un niño de primaria, escribe un diario en el que nos cuenta sus vivencias en el colegio o en su casa. Cada capítulo aparenta ser un día en su diario, lo que hoy llamaríamos una entrada. Así que es un niño el que cuenta la historia en primera persona. Pero lo genial de esta obra, es que, Goscinny, el gran Goscinny, utiliza un vocabulario, unas expresiones propias de un niño de primaria. Repeticiones de palabras en un mismo párrafo, de expresiones cansinas a lo largo del capítulo, vocabulario propio de esa edad…

“-Mira, Nicolás- me dijo mamá -, tu amiguito Alcestes ha venido a hacerte una visita. ¿Verdad que es muy amable?

-¡Hola, Alcestes!- dije – ¡Es fenómeno que hayas venido!

Mamá empezó a decirme que no había que decir “fenómeno” todo el tiempo…”

Y todo esto aderezado con las ilustraciones del también genial Sempé… ¡fenómeno!

E imagino que, casi todos vosotros, lo conoceréis ya pero, si no es así, os recomiendo que lo compréis y lo leáis… en voz alta… y ya veréis…

Así que, “Le petit Nicolas“, lo escribió René Goscinny e ilustró Jean-Jacques Sempé y fue publicado en formato de libro (anteriormente se habían publicado muchos capítulos como historias sueltas en revistas) en 1960. Los años siguientes, fueron escribiendo hasta cuatro libros más que conformaron una colección. Ya en 1978 los tradujo al castellano Ediciones Alfaguara y, hoy, lo podréis encontrar en la editorial Santillana.

Bueno, pues, esto es todo, ¡hasta la semana que viene!

 

El rebaño

Cuenta una oveja de un rebaño (ya he dicho alguna vez que me chiflan esos álbumes en los que se antropomorfizan los animales), digo, cuenta una oveja cómo su rebaño es la encargada de saltar cada vez que Miguel no puede dormirse. Y es la oveja nº4, la negra, la que, en un momento dado, decide que ya está bien, que no quiere saltar más. La presión del resto del rebaño, como si de la presión social se tratara, no logra que Nº4 cambie de idea. Pero, el contenido de una carta que, en medio del pensamiento o duermevela de Miguel, le entrega a la oveja negra un cartero en bicicleta, hace que, finalmente, salte y el niño logre dormirse. Una carta escrita por el propio Miguel, a su oveja, de su rebaño, de su sueño…

Es magnífico leer desde el pensamiento o las memorias de una oveja en qué consiste el trabajo de los rebaños, de cómo se comportan como eso, como un rebaño de ovejas: una salta, el resto le siguen. Y como una se revela y dice ¡basta! y esto asombra, asusta al resto que reacciona en contra de la oveja negra… ¡genial!… ¡como en la vida misma!… en la humana vida…

Pues, “El rebaño”, lo escribió Margarita del Mazo y lo ilustró Guridi quien ayuda muchísimo a que el cuento resulte divertido, tierno y muy, muy fresco. Una combinación de texto e ilustraciones muy acertada y necesaria. Lo encontraréis publicado por la editorial La Fragatina , que lo hizo en 2014.

¡Hasta la semana que viene!

71 Ovejas

Un relato absurdo (como tantos otros de Pablo Albo) en el que 71 ovejas deciden comenzar un partido de fútbol. Y solo comenzar, porque siempre surge algo que les impide continuar, como que se les encale el balón en un árbol, o intentar recuperarlo, o que llegue el lobo…

Me encantan estos relatos divertidos con animales que, en un momento, mientras no les mira el pastor, deciden hacer cosas propias de seres humanos. Sin más, se ponen de pie, eligen un árbitro (la oveja negra)  y se ponen a jugar al fútbol. En fin, si queréis pasar un buen rato, sin más, os lo recomiendo, os hará reír.

Así es, “71 Ovejas”, una risa de álbum de mano del genial Pablo Albo e ilustrado por, el también genial, Guridi y que fue publicado por la editorial Canica Books en 2016.

Vale, pues, hasta la semana que viene…

Los leones no comen pienso

Una muy divertida historia sobre Clementina quien, como sus padres no le dejan tener ni un perro ni un gato, decide llevar a casa, como mascota, un león. La niña se comporta con el animal como si de una mascota normal se tratara: lo saca a pasear, juega con él… pero, el león, se come a todas las personas que se encuentra por el camino. El final, del todo inesperado y original, es el responsable de explicar el título de este álbum.

Las ilustraciones son frescas y recuerdan, de algún modo, a las de Sempré o, incluso, a Quino, lo cual, para mí, siempre es un atractivo. Combinan, en una muy acertada estética, los dibujos en blanco y negro con unos personajes coloreados, de manera muy discreta, con tonos tierra.

El humor es absurdo y arriesgado (el león acaba comiéndose a la propia Clementina, pero no sufráis, que el final lo explica todo). En fin, me encanta descubrir álbumes con un humor inteligente como éste, os lo recomiendo.

“Les lions ne mangent pas de croquettes”, lo escribió André Bouchard en 2012. En el año 2014, lo publicó en castellano la editorial Edelvives y, aquí, en Bétera, lo podréis encontrar en su biblioteca.

¡Hasta la semana que viene!

El elefante ha ocupado la catedral

Hoy os traigo algo diferente dentro de lo que es el álbum ilustrado: “El elefante ha ocupado la catedral”, una obra de teatro para niños. Y no es que sea un cuento que se podría adaptar al teatro, es que es una obra de teatro para niños que se ha llevado al papel como cualquier obra pero teniendo en cuenta que los lectores van a ser niños.

Al principio los personajes se presentan (y son muchos) con dibujos en las dos primeras páginas. A continuación la obra: cinco escenas en las que, dos de los personajes, el fontanero y su aprendiza, se introducen en la trompa de un elefante que se ha metido en el interior de la catedral gótica de la ciudad. Y lo hacen con el fin de descubrir cómo ha conseguido el animal meterse ahí y, por supuesto, hacerlo salir, porque, como dice la alcaldesa, se trata de una emergencia porque al amanecer llegan unos turistas noruegos y todo tiene que estar perfecto para ellos. A lo lago del camino hacia el interior de la catedral (y, por tanto, al interior de elefante) se irán encontrando con diferentes personajes como los monaguillos, el sacristán, un cardenal, la organista… en fin, una divertida historia en forma de función ideal para que los niños descubran el teatro leído. ¡Genial!

Además, al estar escrita por un dramaturgo, la estructura de la narración es perfecta: las escenas están llenas de acotaciones y lo que es mejor: al final de la obra, aparecen hasta las partituras de las canciones que deben sonar en cada escena, obras de Pedro Sarmiento… de nuevo, ¡genial!, lo dicho: una obra de teatro donde la editorial ha tenido en cuenta que sus lectores eran niños y ha decidido hacer un álbum ilustrado de ella.

“El elefante ha ocupado la catedral” la escribió Juan Mayorga, el sillón “M” en la Real Academia Española desde el 12 de abril de este año 2018. Lo ilustró Daniel Galán y fue publicado por la editorial Veintisiete Letras en 2012. En Bétera, en la biblioteca, lo podéis encontrar y, desde luego, os la recomiendo. Hasta la semana que viene…

Los tres lobitos y el Cochino feroz

O, como ya inicié en su día: “Desmontando un clásico II”. Esta vez, y de una manera directa y sin titubeos, el propio título ya explicita a qué cuento va a dar la vuelta.

Todos conocemos el clásico, presente en nuestras vidas, de “Los tres cerditos“. Cerdos con miedo al lobo, miedo en sus vidas, protegiéndose, preparándose para el ataque del lobo. Un mensaje de “más vale que no te fíes y que te protejas porque el día más inesperado pueden atacarte hasta en tu propia casa”. Esto sí que es terror…

Y, bueno, no es cuestión de ser imprudentes, pero creo que tampoco podemos vivir continuamente con miedo en cada paso que damos en nuestra vida. Y de eso trata el cuento que os traigo hoy. Tres lobitos salen al mundo exterior a recorrer el mundo animados por su madre. Una vez fuera, construyen su vivienda con ladrillos y, nada, comienzan a disfrutar de su independencia jugando al cróquet en el jardín. En ese momento, llega el Cochino feroz y tira la casa abajo soplando y soplando… Así que los lobitos deciden construir una casa más resistente. Y es aquí cuando empieza una sátira llevada a una extrema exageración en la que los lobitos, al final, construyen su vivienda con “barras de hierro, placas blindadas, mucho alambre, pesados candados, plexiglás y unas cadenas de acero reforzado”, todo donado por un rinoceronte “generoso y de buen corazón”. Y, aún así, el Cochino feroz tira la casa abajo dinamitándola.

Los lobitos desesperados ya no saben qué hacer hasta que, al final, rendidos, deciden construir una casa de flores que se mece con el aire de lo frágil que es. Cuando el Cochino feroz aparece, pretende tirarla abajo soplando pero, cuando inspira para tomar aire, inhala el perfume de todas las flores y… el aroma le relaja el alma… se convierte en un cerdo bonachón y se queda a vivir con los lobitos…

Lo dicho, la antítesis del clásico y una idea de calma y confianza en los demás. “The Three Little Wolves and the Big Bad Pig”, lo escribió Eugene Trivizas y lo ilustró Helen Oxenbury en 1993. En 1994, lo tradujo al castellano y al catalán Ediciones Ekaré.

No es bueno educar en el miedo, y menos en este mundo en el que vivimos, que los ánimos ya están bastante crispados y el miedo es la pólvora que alimenta la explosión. Hasta la semana que viene.