Salvaje

Hoy, una de las personas más importante de mi vida, cumple años y, por eso, os traigo un libro que me recuerda enormemente a ella: “Salvaje”, de Emily Hughes.

Un cuento basado en los diversos relatos de los niños salvajes en el que una niña es “rescatada” del bosque y llevada a la civilización donde no logra adaptarse. Finalmente, la niña vuelve al bosque para reunirse con su familia, con sus amigos: los animales. Porque, como reza en la contraportada del libro, “No se puede domar algo tan felizmente salvaje”.

Las ilustraciones son expresivas a más no poder, con un bosque que nos atrae por ser tan frondoso, exuberante, enredado. Una niña de enormes ojos cuyo pelo se confunde entre lavegetación. Animales dibujados con trazos que aportan gran dinamismo a la historia que, con pocas palabras, nos cuenta la autora… El libro entero es como un cuadro dedicado a la naturaleza.

“Wild” lo creó Hughes en 2013 y, un año más tarde, lo publicó en castellano la editorial Libros del Zorro Rojo.

Y, en fin, que tengas un gran día, pequeña salvaje, que no seré yo quien intente domarte…

¡Hasta la semana que viene!

Cuando os hagáis pequeños.

Sé que no es viernes, pero es que hoy se celebra el Día Universal del Niño. Y es que fue el 20 de noviembre cuando la Asamblea General de la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en 1959. Así que he decidido hacer una excepción y traeros un cuento también hoy.

Y, además, os traigo una de esas joyas que enternecen hasta emocionar. En “Cuando os hagáis pequeños” son los niños los que hablan con los adultos y les cuentan lo que les pasará o lo que harán cuando se hagan (nos hagamos) pequeños. Como aprender a atrapar el tiempo con una red, a meterlo en un bote de cristal -si no, se escapa-, y a usarlo solo para las cosas importantes”. O que perderemos la vergüenza y no nos cansaremos buscándola… En fin, un cuento lleno de frases hermosas que parecen conformar un poema, acompañado de ilustraciones  que ilustran (valga la redundancia) lo que las palabras nos van contando, para acabar:

“Y ese gran día, cuando os hagáis pequeños, aquí estaremos nosotros para cuidaros. ¡Tranquilos! Si tenéis hambre os daremos el pecho, y si estáis cansados os acunaremos hasta que os quedéis dormidos.”

¡Qué hermosas deben ser las personas capaces de crear tanta belleza!

Uxue Alberdi y Aitziber Akerreta crearon “Txikitzen zaretenean” en 2013 y, ese mismo año, la editorial Kalandraka lo publicó, también, en castellano.

En fin, protejamos a los niños y hagamos digna la celebración de tan importante día, que no quede tan solo en una declaración…

Ahora sí, ¡hasta el viernes!

El ogro, el lobo, la niña y el pastel.

Un pequeño libro sin más pretensiones pero que resulta divertido para los niños, “El ogro, el lobo, la niña y el pastel”, está basado en el popular y antiguo juego de lógica del lobo, la cabra y la col. En este acertijo, un hombre intenta cruzar un río en una barca donde solo caben él y uno de los tres: el lobo, la cabra o la col. Si el lobo se queda con la cabra se la come, al igual que si se queda ésta con la col. ¿Cómo consigue cruzar el hombre y su mercancía al otro lado del río?

En “El ogro, el lobo, la niña y el pastel”, Philippe Corentin, nos plantea este mismo problema pero cambiando los personajes y dándole un final divertido y nada esperado. En el cuento, es un ogro el que intenta cruzar el río en la barca y, poco a poco, va desesperándose al ver que no hay manera de dejar sus presas al otro lado sin que se coman entre ellas.

Las ilustraciones, sin ser muy originales, sin embargo cumplen su función dentro del cuento y ayudan a crear ese ambiente divertido que lo caracteriza. Alguna páginas recortadas se superponen a las que quedan enteras modificando el paisaje que aparece de fondo.

“El ogro, el lobo, la niña y el pastel”  es de 1995 y fue publicado por la Editorial Corimbo en castellano en su colección “Biblioteca del Ratoncito Pérez” en 2008.

Y, bueno, aunque pequeño y corto, resulta divertido como sátira del problema original, así que, si tenéis ocasión, leédselo. ¡Hasta la semana que viene!

¡Scric scrac bibib blub!

Jerónimo es una pequeña rana que vive en una charca con sus padres. Todas las noches, en la oscuridad de su cuarto, escucha unos ruidos que no logra identificar creándole una angustia que solo puede controlar junto a sus padres. Una noche, se mete en la cama de estos y el padre, incómodo por las patadas que le da Jerónimo, decide irse a la habitación del pequeño para intentar dormir. Ya en su cama, escucha esos “scric, scrac, bibib, blub” que tanto inquietan a Jerónimo y, algo confundido, decide descubrir la procedencia de esos extraños ruidos junto a su hijo.

Muchos son los libros infantiles que tratan los miedos de los niños hacia la noche y la oscuridad pero, lo que me llamó la atención de éste, fue su autora. Kitty Crowther nació con un problema de audición pero no le supuso ningún obstáculo para hablar en este cuento de los ruidos  nocturnos que tanto asustan a los niños. Fue capaz de captar la angustia que produce en un niño esos sonidos que avivan la imaginación y cuya procedencia les oculta la oscuridad de la noche.

Además, en este caso, es el padre el que ayuda al niño a superar este miedo y, en esto, también es original. Es más frecuente que los autores muestren la relación del niño con la madre pero, Crowther, nos muestra una relación muy natural del padre con su hijo. Es el padre quien despierta al niño y se lo lleva a descubrir la noche junto a él en un acercamiento hacia el pequeño más de amistad que paternal.

Las ilustraciones, propias de esta autora, están realizadas a lápiz y pastel y conforman un todo junto al texto difícil de separar.

“¡Scric scrac bibib blub!” fue publicado en castellano por la Editorial Corimbo en 2005. Y, bueno, así he atendido a una persona muy querida que me pidió que hablara de este cuento por lo que había supuesto para sus hijos. Pues aquí está…

¡Hasta la semana que viene!

Frederick

“Frederick” (1963), o lo que voy a llamar “Desmontando un clásico I”. Y es que, no sé a vosotros, pero a mí me fastidian y me han fastidiado mucho a lo largo de mi vida los cuentos clásicos como “Caperucita Roja”, “Los tres cerditos” o, el caso que me ocupa hoy, “La cigarra y la hormiga”.

Una fábula atribuída a Esopo y recreada por Jean de La Fontaine y Félix María Samaniego. En ella (ya la conocemos todos) una cigarra, con la llegada del invierno, le pide alimento a una hormiga, quien se lo niega:

(…)
¿Qué hacías durante el verano?
le preguntó a la pedigüeña.
-Día y noche a quien me encontraba,
le cantaba, no te disgustes.
-¿Le cantabas? Me alegro.
¡Pues bien, baila ahora!

Y, sí, tenemos todos en mente a esa cigarra que todos dibujan con un violín y que dedica su vida a cantar y tocar para los demás. Así que, la música, la poesía, las artes son propias de los holgazanes…

Y lo sorprendente y preocupante es que estos cuentos se siguen leyendo a los niños hoy en día como ejemplo moralizante. Lo que no nos cuentan estos cuentos es lo triste, lo aburrida y monótona que resultaría la vida sin el arte, sin la música…

Leo Lionni rompe con todos aquellos prejuicios y nos explica, nos cuenta lo necesarias que son en el mundo estas personas que se dedican a crear. En “Frederick”, una familia de ratones aparece recogiendo y almacenando comida para el invierno y, en esta tarea, participan todos menos Frederick.

Frederick recoge rayos de sol, colores, palabras… y todo esto lo recoge bajo la incomprensión y los prejuicios del resto de los ratones. Cuando llega el invierno, poco a poco, van consumiendo todas las provisiones hasta quedarse sin nada qué comer ni nada con qué calentarse. Es entonces cuando Frederick, con todos los colores, palabras y rayos de sol recolectados, comienza a hablar consiguiendo que los ratones entren en calor y sientan bienestar y felicidad reconociendo, así, la importante labor de Frederick, el poeta.

Ya comenté en mi primera entrada de este blog lo que había significado este libro para mí y, ahora, ya entendéis por qué. Uno de esos cuentos que resulta rompedor y, de una manera inexplicable, esperanzador. Cómo no, a estos magníficos textos, los acompañan las características ilustraciones de Leo Lionni: sencillas pero hermosas.”Frederick” lo encontraréis publicado por la editorial “Kalandraka” (2006).

¡Hasta la semana que viene!