¿Te acuerdas?

Hay veces que me gustaría escribir, o ilustrar, o escribir e ilustrar un álbum para niños pero, entonces, descubro algún libro como el que os traigo hoy y pienso que, mientras haya personas que creen de esta manera, mejor será que me mantenga detrás de mi ordenador y me limite a hacer eco e intentar que estas maravillas lleguen al mayor número de niños posible.

Di con este álbum a través del blog “Donde viven los monstruos”. Un blog sobre literatura infantil al que podéis acceder por el enlace permanente que tenéis a la derecha. Reflexiones sobre multitud y diferentes temas que sirven al autor para presentar un libro dirigido a los niños (el libro, que no la reflexión. Y es esto lo que me gusta de este blog, que es diferente.)

En fin, pues estaba leyendo, como hago habitualmente, la entrada que acababa de publicar y que ese día dedicaba a “¿Te acuerdas? o cómo revivir los momentos compartidos”.  Me pareció muy interesante la reflexión que hacía sobre las nuevas tecnologías y las relaciones sociales, sus virtudes y sus inconvenientes, la conexión que hacía con el álbum que presentaba… así que decidí comprarlo.

Y es que, en estas nuevas relaciones se pierden los sentidos. Sentidos como el olor, el tacto que nos hacen rememorar (¡y de qué manera!) momentos vividos con otra persona pero que, evidentemente, a través de Internet, prescindimos de ellos.

En “¿Te acuerdas?” una pareja de ancianos, en diferentes situaciones y según lo que están haciendo o viendo en cada momento, van recordando un día vivido en la infancia. Un día que vivieron juntos mientras eran niños y que, ahora, recuerdan con los mismos sentidos que en ese momento compartieron. La imaginación de un juego en el camino, la inquietud al haberse perdido, la tranquilidad de coger de la mano a tu amigo y sentir cómo se esfuma el miedo. Las gotas de lluvia en la boca, esas mismas gotas en la hierba tras la tormenta y tú tratando de cogerlas con la mano…  ¡Magnífico! Cuando leo textos así, de verdad, pienso que todo está hecho, que con gente escribiendo e ilustrando bellezas así podemos estar tranquilos porque la literatura infantil está a salvo.

“Weisst du noch?” lo escribió Zoran Drvenkar y lo ilustró la siempre magnífica, Jutta Bauer en 2017 y, ese mismo año, Lóguez Ediciones lo tradujo al castellano.

En fin, encantada de haber encontrado esta joya… Hasta la semana que viene.

¡Mi maestra es un monstruo! (No es cierto)

Aquí estamos, con un sentimiento que todos alguna vez hemos tenido. Una persona que conocemos en un ambiente en el que ella tiene autoridad sobre nosotros y la vemos como un monstruo. Pero, si somos capaces de obviar los prejuicios, de tratar de conocer a esa persona, podemos empezar a verla de manera diferente e incluso que nuestra percepción subjetiva de ella cambie, que mejore. O no, no vamos a ser cándidos, que otras veces nos confirma lo poco equivocados que estábamos. Pero, en fin, nunca está de más poner a prueba los prejuicios que tenemos sobre la gente que acabamos de conocer.

Y esto es lo que le ocurre a Bobby con su profesora la señora Kirby. Los gritos de la maestra en el colegio hacen que el niño la vea como un monstruo. Pero un sábado se la encuentra en el parque y  una situación que al principio resulta extraña para los dos, poco a poco va cambiando a medida que se van conociendo. La imagen de la profesora que, al principio, aparece dibujada como un monstruo verde con dientes afilados y garras, poco a poco, va suavizando sus rasgos hasta convertirse en una mujer agradable… que sigue gritando en clase, sí, pero Bobby ya la ve con otros ojos.

Me pareció divertido leer esta historia la primera vez porque, ¿quién no ha tenido esta sensación con algún profesor en su infancia?. “A los maestros incomprendidos y a sus alumnos incomprendidos” reza en la dedicatoria. ¡Genial!

“My Teacher is a Monster! (No, I am not)” lo escribió e ilustró Peter Brown en 2014. Dos años después lo tradujo al castellano la Editorial Océano Travesía y, en 2017, lo hizo al valenciano Andana Editorial. En Bétera, en su biblioteca municipal, podéis encontrarlo así que lo tenéis fácil.

Bueno, pues, hasta la semana que viene.

Vamos a cazar un oso

Basado en una canción del folklore americano, en “Vamos a cazar un oso”, un padre sale con sus cuatro hijos a cazar un oso y… bueno, no voy a contaros más, casi es mejor que veais al autor contarlo…

En inglés, sí, pero tenemos una estupenda traducción a cargo de Verónica Uribe, fundadora de Ediciones Ekaré, quien publicó en 1993 la versión en español de “We’re Going on a Bear Hunt”. En cualquier caso, siempre resulta muy enriquecedor poder leer un libro en su idioma original y, además, divertido si es Michael Rosen quien nos lo cuenta.

Las ilustraciones son de Helen Oxenbury, quien siempre da un toque clásico pero de indiscutible belleza al relato. Además, en este caso, me llamó la atención porque dibuja a un padre de excursión con sus hijos. De nuevo un libro que trata la realción del padre (y no la de la madre) con sus hijos. Es raro en la literatura infantil o, al menos, no tan habitual como la relación maternofilial a la que estamos tan acostumbrados. Me gusta que se normalice y se de protagonismo también a los padres…

En fin, un libro divertido, alegre, familiar, acogedor (¡qué tierno ese final bajo el cubrecama!)… os lo recomiendo y, además, lo podéis encontrar fácilmente, no tendréis problema, que últimamente algunos os habéis quejado de que algunos de los libros que muestro ya están descatalogados. Y sí, es verdad, pero no por ello voy a dejarlos, que bien merecerían una nueva edición. Además, siempre podéis buscarlos en la biblioteca de vuestra ciudad o pueblo y, si tenéis suerte y los encontráis, me lo agradeceréis.

Bueno, hasta la semana que viene…

Ferdinando el toro.

“No hay duda de que la exposición hizo las veces de feria navideña; la afluencia de gente crecía cada día, y se nos hacía especialmente duro rechazar a tantos niños berlineses que hasta allí se acercaban mendigando un libro. Una tarde, sentada a solas en la escalera de acceso, con El Toro Ferdinando de Munroe Leaf sobre mis rodillas, me rompí la cabeza pensando en cómo conseguir un libro que poner bajo la almohada de aquellos pequeños por Navidad. ¡Y Ferdinando me dio una idea!.

En Berlín salían los periódicos cada mañana, luego en algún lugar tenía que haber inmensos rollos de papel de prensa. Quizá pudiéramos imprimir El toro Ferdinando en ese mismo papel y luego plegarlo hasta componer un pequeño libro. Se cumpliría así el sueño de Navidad de muchos niños.

(…) De la imprenta de Tempelholf salieron 30.000 ejemplares en una sola noche.”

Jella Lepman (1964). Un puente de libros infantiles

Hoy he preferido comenzar con este extracto del libro que os traía hace dos semanas para presentaros este clásico de mención obligada en un blog de literatura infantil, más después del reciente estreno de la película a cargo de la productora Blue Sky Studios que, si queréis que os diga la verdad, todavía no he tenido ocasión de ver.

Lo justo es contextualizar esta historia para poder hacer una buena crítica de ella. Estamos hablando de 1936 cuando Leaf publica este cuento para niños ambientado en España y basado en una historia real (el toro Civilón). Y, qué duda cabe de que hay un sentido pacifista en todo esto que, de nuevo, enmarcado entre la Guerra Civil Española que acababa de estallar y la II Guerra Mundial a punto de hacerlo, parece que explique mejor su lectura. Y yo creo que por eso Lepman, años después, en la Navidad de 1946, escoge este cuento y no otro para repartir entre los niños berlineses: Ferdinando, el toro que no quería luchar ni embestir, el toro que solo quería oler las flores.

En todo caso, estoy segura de que resultaría rompedor en aquella época la lectura de este cuento entre los niños. Así que, aquí está, un cuento pacifista para hoy: Ferdinando el toro, que escribió en 1936 Munro Leaf, ilustró años más tarde Werner Klemke y que ha reeditado Lóguez Ediciones.

Y, bueno, os dejo un enlace al corto que estrenó Disney en 1938 y que es muy fiel al libro, aunque la visión de los españoles o de la ciudad de Madrid en aquella época sea algo discutible… Hasta la semana que viene.