Atrapados

Como bien dice su autor, “Atrapados, es un libro acerca de tratar de resolver un problema que crece tirándole cosas”. Y, sí, Floyd ve cómo la cometa con la que estaba jugando queda enganchada en las ramas de un árbol. Al principio tira de ella para intentar soltarla pero, como no puede bajarla, comienza a tirar cosas para hacerla caer (como todos hemos hecho en algún momento de nuestra vida).

Lo que comienza con el lanzamiento de un zápato, pronto se convierte en un divertido absurdo en el que el niño lanza objetos cada vez más grandes sin conseguir su propósito. Hasta un camión de bomberos que acude a ayudar, es lanzado qudando encalado también junto a un orangután, una casa, una ballena y demás despropósitos . Al final, el niño acude con un serrucho pero, contrariamente a lo que el lector espera, lo lanza también y, esta vez, sí consigue que caiga la cometa… pero solo ella… Floyd se va contento entonces a seguir jugando con su juguete recuperado pero, por la noche, cansado, se va a dormir con una rara sensación de que algo se le ha olvidado…

“Stuck”, lo escribió e ilustró Oliver Jeffers en 2011. Ese mismo año lo publicó en español el Fondo de Cultura Económica (FCE) de México y, en catalán, lo hizo Andana Editorial.

Si queréis ver el libro leído por su autor, aquí tenéis un enlace en el que lo podréis disfrutar. ¡Hasta la semana que viene!

Bruja bruja

Lo que más me gusta de este álbum es la cara del niño al que se lo lees cuando Pablo Albo lo llama desde el cuento, lo mete, lo hace partícipe y coprotagonista de la historia de esa bruja tan aburrida y poco original. Una bruja que no hace grandes encantamientos, que transforma una lagartija en lagartija, o una mosca en una mosca… pero, un día, se equivoca y de su encantamiento sale el lector, el niño. Y, es fantástico la magia que crea en ese momento en el que, el niño, no entiende cómo un libro puede conocerle, cómo sabe lo que está pensando, cómo se anticipa a lo que va a decir: que él también se equivoca, e intentará consolar a esa bruja que nunca antes se había equivocado.

¡Genial!, como siempre, Pablo Albo, que, esta vez, nos sorprende con un truco de magia…

Así pues, sí, “Bruja bruja” lo escribió Pablo Albo y lo ilustró Miguel Ángel Díez en 2011, año en que la editorial Sleepyslaps lo publicó.

¡Hasta la semana que viene!

Ser o no ser… una manzana

No sé si os acordáis de una viñeta de Mafalda, del genial Quino, en la que Miguelito… bueno, es mejor verla…

Y así de desbocada es la imaginación en un niño, bueno, y afortunadamente también en algunos adultos, si no de qué manera tendríamos estos maravillosos libros…

En fin, un niño encuentra una manzana en la mesa y, supongo yo que, algo cansado de la rutina del colegio, con la mirada fija en ella, da rienda suelta a su imaginación: ¿y si no fuera una manzana? ¿Y si solo tuviera su aspecto pero en realidad fuera…? Y comienza a divagar acerca de la identidad de la manzana…

Divertido y absurdo (como me gustan a mí). Con unas ilustraciones, sencillas pero muy atractivas, que van dibujando todo aquello que va imaginando el niño creando ese conjunto perfecto entre texto e imagen del que muchas veces he hablado.

Pues bien, “It Might Be an Apple”, lo escribió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2013 y este año, en 2019, la editorial Libros del Zorro Rojo lo ha publicado en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Roni

Divertido, irónico, con unas ilustraciones muy atractivas y descriptivas, en todo momento, de lo que está pasando en el texto, así es el álbum que os traigo hoy: Roni.

Roni es un gato, pero también podría ser un perro, o un agapornis… todos los que tenemos o hemos tenido alguna vez una mascota en casa nos hemos hecho esta pregunta alguna vez: ¿por qué tengo que aguantar yo esto? Pero, al final, llegas a la conclusión de que, aún con todo lo que aguantas, merece la pena…

Pues sí, Roni es un gato que cada día de la semana, sin excepción, obsequia a su amo con alguna barrabasada que tiene que subsanar el pobre hombre quien, a medida que se acerca el domingo, va viendo desaparecer sus fuerzas y su paciencia. El último día, antes de que vuelva a arrancar la semana y comience de nuevo el círculo en el que está atrapado el narrador, le razona, le riñe y le dice que esto no puede continuar así… con ese monólogo inútil que todos hemos utilizado alguna vez con estos, nuestros animales que, si entienden algo, sin embargo, no tienen ningún propósito de enmienda…

En fin, con una rima y repetición de una misma frase en cada día de la semana, Txabi Arnal, consigue darle un ritmo al texto confiriéndole dinamismo y más diversión. Texto muy bien acompañado, como ya he dicho antes, por unas muy frescas ilustraciones a cargo de Julio Antonio Blasco. La Guarida Ediciones, fue la encargada de publicarlo en 2015 con esa dedicatoria en la primera página que aún lo hace más divertido, si cabe:

“Para Roni, por supuesto”

¡Hasta la semana que viene!

Un bicho extraño

Bueno, pues aquí os traigo un divertido álbum para los más pequeñines. En verso, van describiendo un extraño animal que poco a poco se va mostrando en las ilustraciones página tras página. Pero lo más original es que, al final, le das la vuelta al cuento y sigues leyendo volviendo sobre tus pasos hasta la página de inicio. Y este juego es el que les resulta tan divertido: el hecho de manipular un libro de manera tan diferente a como lo hacen habitualmente y ver que las leyes de la lectura continúan aunque las hayamos desafiado dándole la vuelta.

Original, con las ilustraciones tan características de Óscar Villán que tan atractivas les resultan, “Un becho estraño”, lo escibió en gallego Mon Daporta para la editorial Kalandraka en 2009, pero lo podréis encontrar sin dificultad en cualquier librería infantil y, cómo no, traducido a cualquier lengua de nuestro país (¡maravilla de algunas editoriales!).

¡Hasta la semana que viene!

Lo que el lobo le contó a la luna

Vuelvo, de vez en cuando y no tanto como debiera, a los cuentos para los más pequeños de los pequeños. Y he aquí un ejemplo divertido para ellos, con trama fácil, en la que un lobo con mucha hambre, comienza a comerse enteros a los animales que va encontrando y, éstos, alegres de ir encontrándose en la barriga del lobo, montan una gran fiesta. Claro, el lobo, con tanto ruído no consigue dormir y no para de caminar sin rumbo. Por el camino se cruza con una liebre a la que comienza a perseguir con tan mala fortuna que tropieza con una raíz y, del golpe, todos los animales salen disparados por su boca. Y esta desgracia es lo que cada noche le cuenta el lobo a la luna con sus aullidos.

Las ilustraciones se despliegan en láminas que les resultan atractivas y divertidas. Sin más pretensiones pero, en todo caso, efectivo, este álbum cumple con su intención de entretener al niño preescolar.

“Was der Wolf dem Mond erzählt”, lo escribió e ilustró Lucia Scuderi en 2002, y ese mismo año lo publicó en castellano la editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

Melena

Hace tiempo que no os traigo algo de mi autor preferido: Pablo Albo. Una de esas veces en las que habla del amor de una manera tan tierna que mueve a la sonrisa, te vuelve cómplice del protagonista antihéroe, quien habla con respeto, con simpatía de la niña en la que no deja de pensar. La lleva en su cabeza, en su melena. A ella había llegado todo tipo de animales, y claro, la niña, llena de curiosidad, pide entrar a echar un vistazo y decide no volver a salir. Y a él le encanta llevarla en su enorme melena (que algún día tendrá que cortar) entre otras cosas porque le gusta oírle cantar… oír cantar a Mariola…

Preciosas estas historias surrealistas, absurdas y divertidas que encierran una tierna relación entre dos personas: siempre Pablo Albo.

“Melena”, pues, lo escibió Pablo Albo en 2008 y, un año después, lo publicó Kalandraka con las ilustrciones de Riki Blanco.

Hasta la semana que viene.

¡Sígueme! (una historia de amor que no tiene nada de raro)

De este álbum yo creo que me gusta todo. Para empezar el mensaje: cualquier forma de amor, como tal, debe ser respetada y aceptada.

Un elefante gordo del que, en algún momento, un mono se ríe: éste es el segundo aspecto que me gusta. El personaje grotesco que, sin embargo, obvia las burlas en pos de su amor por una hormiga con cintura de avispa.

Unas ilustraciones que acompañan al texto de maravilla, lo describen y aportan su propia historia: el que se ríe del elefante es un mono y, así, ridiculiza a los que se ríen de los demás. Originales, diferentes… ¡Bien!, pero continúo…

Todo esto, que ayuda a formar personas en el respeto a la diversidad, queda refrescado por un texto absurdo (onírico, como me gustan a mí) en el que un elefante gris con lunares morados sigue, por diferentes escenarios, a una hormiga con cintura de avisapa que acarrea un letrero en el que se puede leer, “¡Sígueme!”. Con frases que se repiten aportando un ritmo divertido, de tal modo que el mensaje pasa desapercibido pero, sin duda alguna, cala, y de la manera más natural, sin moralejas, sin pretensiones…

En fin, una delicia de álbum. “¡Sígueme! (una historia de amor que no tiene nada de raro)”, lo escribió José Campanari e ilustró Roger Olmos para que en 2007 lo publicara OQO Editora.

¡Hasta la semana que viene!

Yo pasé por el infierno.

Me cuesta creer que Jutta Bauer pensara en un público infantil cuando escribió este libro. Y, que conste que no considero un error el uso de un humor tan inteligente en un libro infantil, más bien al contrario, creo que está muy bien para el buen desarrollo del sentido del humor, tan necesario en esta sociedad.  Eduquemos en el humor y en el mundo habrá menos odio…

Pues bien, “Yo pasé por el Infierno” es prácticamente un chiste; una broma con un humor cercano al negro en el que un hombre, ciertamente no con muchos escrúpulos, tiene un accidente y muere. Rápidamente es juzgado y condenado a pasar la eternidad en el infierno, y resulta que nada se parece a la descripción que siempre le habían hecho de aquél. Dentro de las múltiples opciones que le ofrecen en las tinieblas, nuestro personaje opta por el Spa Infierno, pero pasados los años, lo que al principio le parecía una buena manera de pasar la eternidad, se convierte en un verdadero infierno llegando a desear, incluso, el martirio. De algún modo, su caso vuelve  a ser revisado por la Justicia del Infierno quien decide… no, esta vez no os voy a contar más, tendréis que leerlo, porque si no perderá toda la gracia que innegablemente tiene y no me lo perdonaríais.

“Ich ging durch die Hölle”, lo escribió e ilustró Jutta Bauer y se publicó en 2007. Ya en 2012, Lóguez Ediciones lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

¡Yo no he sido!

Esto viene a ser como la famosa frase falsamente atribuida a Albert Einstein: aquello de que si las abejas desaparecieran, al hombre le quedarían cuatro años en la Tierra.

Claro que, si bien es cierto que no hay que atribuirles todo el mérito de la polinización a estos insectos, también es verdad que es necesario reflexionar acerca de qué pasaría si esta especie desapareciera. No sería muy beneficioso para nosotros…

Esto es lo que plantea Voltz de manera sencilla para que los niños lo entiendan… y bueno, también para que lo entienda algún que otro adulto de ideas más cerriles. Una granjera que va a ordeñar a su vaca, se encuentra por el camino una araña. Horrorizada, la aplasta con el pie y, definitivamente, la mata. En ese mismo momento, la vaca, asustada por algo, le propina una cornada a su dueña quien, sumamente enfadada, comienza a preguntar a cada uno de los animales de la granja por qué han hecho eso, dado que éstos comienzan a exculparse y a culpabilizarse entre ellos. Poco a poco, la pregunta la irá realizando a uno y a otro para tratar de esclarecer la responsabilidad última hasta que, por fin, se encuentra con el mosquito. Y el mosquito le responde que, como ya no hay arañas que le coman, puede picar a sus anchas. Es decir, la picadura del mosquito es lo que ha desencadenado una serie de reacciones entre los animales que acaban en la cornada de la vaca.

Bueno, explicado así parece un poco lioso pero os aseguro que es un álbum de lo más divertido e instructivo. Como siempre, las ilustraciones de Voltz, a base de composiciones con objetos de lo más variopinto, son del todo originales y estéticas; además, siempre es entretenido eso, mirar cómo y con qué ha construido a este u otro personaje.

“C’est pas ma faute!” lo escribió Christian Voltz, de quien he hablado ya alguna vez por aquí (es uno de mis preferidos). En 2001 se publicó en Francia y, al castellano, se encargó de traducirlo en 2003 la editorial Kalandraka.

En fin, ¡hasta la semana que viene!