Inventando números.

De vez en cuando caen en mis manos relatos absurdos en forma de álbumes ilustrados que invitan a una lectura rápida y alegre. Porque, generalmente, son así, relatos alegres, sin mucho sentido, con ritmo, locos… que encantan a los niños.

Y éste es el caso del álbum que traigo hoy, “Inventando números”, de Gianni Rodari. Es uno de los cuentos incluidos en el libro “Cuentos por teléfono” en el que un hombre, por razones de trabajo, tiene que estar fuera de casa seis días a la semana y todas las noches llama a su hija por teléfono para contarle un cuento antes de irse a la cama.  Y ésta es una de las llamadas que le hace. Padre e hija juegan por teléfono a inventar números y, en medio de la locura, alguna frase razonable, que nos hace poner los pies en tierra y que queda.

Kalandraka es la editorial responsable de esta belleza de edición donde las ilustraciones corren a cargo de Alessandro Sanna. Y da gusto como artista y escritor se funden, pese a la diferencia en el tiempo, para crear una unidad. Los dibujos proporcionan el dinamismo que requiere la lectura además de ser altamente originales. Con números creados a partir de pinceladas de color va componiendo las imágenes que, a veces, rompe con un fragmento de alguna fotografía.

“A inventare i numeri” lo escribió Gianni Rodari en 1962 y la editoral Kalandraka acaba de reeditarlo, ahora, en 2018, en castellano, catalán, euskera y gallego. Pero merecería la pena leerlo en italiano para disfrutar de la rima, así que, por eso, os dejo este enlace a una lectura del libro en su idioma original. Que lo disfrutéis y hasta la semana que viene.

Un puente de libros infantiles.

Hoy no traigo un libro para niños, hoy os quiero acercar a un modo de ver la vida y el mundo de una mujer: Jella Lepman, una mujer viuda y con dos hijos, afincada en Inglaterra después de huir de Alemania justo antes de la II Guerra Mundial.

Una vez acabada la contienda vuelve como asesora para temas relacionados con la educación y la cultura de los niños y las mujeres alemanes en la zona de ocupación americana. Sin embargo, este cometido tan amplio y ambiguo, ella lo va centrando a través de una idea: que los libros infantiles y juveniles se conviertan en la herramienta necesaria para la formación de las personas, el entendimiento entre culturas y pueblos… y ésto, que parece tan sencillo, tan idílico, no puedo ni imaginar lo que debió suponer en una Europa rota, dividida, destruida (y no solo físicamente) por el fascismo y la guerra. Y, sin embargo, lo logró. Consiguió llevar a cabo la primera exposición internacional de libros infantiles con las donaciones de 20 países. Pero no paró aquí, creó la Biblioteca Internacional de la Juventud, la IBBY y los premios Hans Christian Andersen. ¡Impresionante!

Una forma de ver el mundo esperanzadora porque, solo cuidando a los niños podemos asegurar el futuro. “El hombre mejor no es nunca el que fue menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón el más espléndido tesoro de infancia” (José Ortega y Gaset, 1951)

Una autobiografía de Jella Lepman sobre aquellos años de la posguerra en Alemania, que publicó en 1964 y que podéis encontrar en castellano publicado por Creotz Ediciones (2017). Una de esas mujeres que es imprescindible conocer.

Bueno, hasta la semana que viene.

La caricia de la mariposa

Hoy os traigo un libro muy especial por varios motivos pero, el principal, es que mi padre murió hace dos semanas. Bueno, en realidad, en estos momentos, mientras escribo, hace pocos días que ya no está, pero, como suelo programar las publicaciones en este blog, decidí, por cuestiones personales, también hacerlo con esta entrada. Simplemente, hoy tengo la necesidad de escribir pero vosotros lo leeréis el día 12 de enero: hoy. Curioso juego con el tiempo y las palabras…

Y, bueno, uno de los muchos sentimientos que he podido sufrir estos días ha sido el intentar canalizar los de mis hijos de la manera que mejor he podido en medio de todo el dolor. Hace mucho tiempo leí “La Caricia de la mariposa”, de Christian Voltz, de quien ya os he hablado en otras ocasiones. Me pareció un libro hermoso, dulce, con la estética típica de este autor y aunque, en aquel momento, la muerte estaba todavía lejos de mi familia, no pude evitar comprarlo: tanta belleza y el miedo a que dejara de editarse fue lo que me decidió a llevarlo a casa, junto al resto de cuentos, a la espera de que me fuera útil. Porque, un libro así, solo se puede percibir, sentir, apreciar, entender en estos momentos y solo en estos.

Un abuelo comparte su afición por la huerta con su nieto quien, en un momento determinado, le pregunta dónde está su abuela. El abuelo, le explica que hay quien piensa que está bajo tierra, que otros dicen que está entre las nubes… pero, él sabe que no está lejos, que sigue en el jardín, ayudándole o, simplemente, estando junto a él.

La figura de la abuela es un dibujo de color azul que la convierte en invisible al lado de las composiciones tan originales y características del resto de los personajes, y aparece en todo momento junto a una mariposa de la cual solo parece darse cuenta de su presencia el niño.

Nunca había estado tan cerca de unos niños ante la pérdida de su primer ser querido como, lógicamente, lo he estado estos días de mis hijos. He podido apreciar, como los niños no perciben la muerte de igual manera a todas las edades. Yo creo que (sin poder generalizar) a los 5 o 6 años, que es la edad a la que va dirigida este cuento, el sentimiento de tristeza es mucho más liviano y, además, es intermitente. Hay súbitos momentos en que son conscientes de la pérdida, como si algo les obligase por unos instantes a tomar contacto con la realidad. Momentos efímeros o, al menos, menos duraderos que a edades posteriores. Pero sufren y, al igual que el resto, se preguntan por qué ha ocurrido y dónde está la persona querida.

En mi familia siempre hemos tenido la sensación de que nuestros muertos no andaban muy lejos. Mi madre es la que (con su infinita fortaleza) siempre se ha encargado de transmitirnos esa tranquilidad, ese recuerdo del ser querido que lo hace presente en todo momento, reconfortando el sentimiento de añoranza. Por eso, cuando este libro cayó en mis manos, me emocionó y, el otro día, lo rescaté de la estantería y se lo leí a mi hija de 6 años para que no fuera tanto su dolor en esos momentos de realidad.

“La caresse du papillon” lo escribió, como he dicho antes, el artista Christian Voltz, en 2005 y lo publicó, en castellano, Kalandraka Ediciones en 2008.

Soy consciente de lo personal que puede resultar esta entrada pero, a veces, para los adultos, escribir resulta catártico y, esta vez, me lo he permitido. Sirva, además, como homenaje a un hombre honesto, bondadoso, familiar… a mi padre…

Hasta la semana que viene…

Les tres Reines d’Orient

Hoy es noche de Reyes y por eso os traigo este cuento: “Les tres Reines d’Orient” de Teresa Duran. Un libro con no muchas pretensiones pero entretenido y más para los niños. Una explicación fantástica (cómo no) de cómo los Reyes Magos se dedicaron a repartir regalos a todos los niños en la noche del 5 al 6 de enero. Bueno, no demasiado original pero, lo dicho, resulta atractivo para los niños y más si lo leen o se lo leemos en estas fechas.

Los Reyes Magos de Oriente no pueden tener descendencia y esto no les hace muy felices. Un día, siguiendo la estrella de Belén, llegan a adorar a un niño recién nacido y lo hacen con mirra, incienso y oro. Cuando lo cuentan a las reinas consortes, éstas les reprenden y les hacen ver que los niños, más que estos regalos, aprecian más ropa que les mantengan calientes o juguetes con los que poder jugar. Ante este error cometido y con la intención de repararlo, los tres hombres firman el compromiso de hacer regalos a todos los niños una vez al año en la noche del 5 de enero.

“Les tres Reines d’Orient”  lo podéis encontrar en catalán o en castellano publicado por la editorial La Galera (2012) con unas ilustraciones a cargo de Lluís Farré. En Bétera, también podéis encontrarlo en nuestra biblioteca municipal.

Bueno, pues, ¡feliz noche de Reyes y hasta la semana que viene!