Bruja bruja

Lo que más me gusta de este álbum es la cara del niño al que se lo lees cuando Pablo Albo lo llama desde el cuento, lo mete, lo hace partícipe y coprotagonista de la historia de esa bruja tan aburrida y poco original. Una bruja que no hace grandes encantamientos, que transforma una lagartija en lagartija, o una mosca en una mosca… pero, un día, se equivoca y de su encantamiento sale el lector, el niño. Y, es fantástico la magia que crea en ese momento en el que, el niño, no entiende cómo un libro puede conocerle, cómo sabe lo que está pensando, cómo se anticipa a lo que va a decir: que él también se equivoca, e intentará consolar a esa bruja que nunca antes se había equivocado.

¡Genial!, como siempre, Pablo Albo, que, esta vez, nos sorprende con un truco de magia…

Así pues, sí, “Bruja bruja” lo escribió Pablo Albo y lo ilustró Miguel Ángel Díez en 2011, año en que la editorial Sleepyslaps lo publicó.

¡Hasta la semana que viene!

Un niño, un perro y una rana

Ya he hablado en otras ocasiones de los álbumes ilustrados sin texto, y me encantan porque son las ilustraciones las que hablan. Todo, absolutamente todo, se centra en ellas. Ellas son las que cuentan, las que te dan opción a imaginar que está ocurriendo más allá de lo que estás viendo. Al no tener texto, buscas, escrutas en cada página aquello que puede darte pistas de lo que ocurre en la historia… ¡me encantan!

Y, como no, “Un perro, un niño y una rana” es uno de ellos. Un niño sale con su perro a cazar ranas. Provisto de una red y un cubo, pretende capturar una que encuentra en la orilla del río. La rana, al principio molesta, comienza a burlar una y otra vez al niño convirtiéndolo en un juego pero en el que solo disfruta ella. De hecho, al final, el niño se rinde y vuelve a casa cansado y enfadado. La rana se queda en el río pensativa y algo triste hasta que decide seguir las huellas de las botas del niño hasta su casa donde, más relajados y contentos, le reciben niño y perro y le invitan a compartir un baño reconfortante. Una historia sencilla y tierna que obliga a pasar las páginas para ir descubriendo al personaje más divertido: la rana.

“A boy, a dog and a frog”, lo dibujó Mercer Mayer ya en 1967. En 2008 lo publicó Los cuatro azules aquí en España.

Y, bien, con este libro de temática tan estival, lanzo el deseo de que todos lo niños disfruten y descansen en estas vacaciones tan, tan merecidas. ¡Hasta la semana que viene!

Ser o no ser… una manzana

No sé si os acordáis de una viñeta de Mafalda, del genial Quino, en la que Miguelito… bueno, es mejor verla…

Y así de desbocada es la imaginación en un niño, bueno, y afortunadamente también en algunos adultos, si no de qué manera tendríamos estos maravillosos libros…

En fin, un niño encuentra una manzana en la mesa y, supongo yo que, algo cansado de la rutina del colegio, con la mirada fija en ella, da rienda suelta a su imaginación: ¿y si no fuera una manzana? ¿Y si solo tuviera su aspecto pero en realidad fuera…? Y comienza a divagar acerca de la identidad de la manzana…

Divertido y absurdo (como me gustan a mí). Con unas ilustraciones, sencillas pero muy atractivas, que van dibujando todo aquello que va imaginando el niño creando ese conjunto perfecto entre texto e imagen del que muchas veces he hablado.

Pues bien, “It Might Be an Apple”, lo escribió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2013 y este año, en 2019, la editorial Libros del Zorro Rojo lo ha publicado en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Ratoncita y el Muro Rojo

Comienza este libro con una ratona que vive a un lado del Muro Rojo junto a otros animales a los que les va preguntando por qué está ahí ese muro y qué hay al otro lado. Cada uno de sus compañeros encontrará alguna excusa (de esas que se enquistan en las sociedades) para explicar las bondades de tener un muro que te proteja y de lo inncesario de preguntarte el por qué de todas las cosas.

Hasta que un día llega una paloma al recinto de los animales e invita a Ratoncita a que suba a sus lomos para darle una vuelta más allá del Muro. Y, lo que podría ser un final excesivamente trabajado por el diálogo entre los dos animales, sin ninguna opción a la imaginación o a la interpretación, deviene en algo más original cuando, a la vuelta, Ratoncita, que ya ha visto el mundo exterior, se da cuenta de que el muro nunca ha existido: era una barrera invisible pero efectiva que ha estado en la mente de los animales como un miedo que bloqueaba sus existencias y, por tanto, su libertad… Buena reflexión para unas mentes que se están formando, ¿no?

“Little Mouse and the Red Wall”, lo escribió e ilustró Britta Teckentrup y, en 2018, las editoriales NubeOcho y Pepa Montano Editora, lo publicaron conjuntamente en castellano.

¡Hasta la semana que viene!