Once damas atrevidas.

Lo que primero me llamó la atención de este álbum fue su estética. Una portada colorida, con dibujos de unas mujeres montadas en motos y sidecars y con un toque muy femenino en cada una de ellas. Sin duda, la mano de una mujer estaba detrás de esas figuras…

Y lo abrí, comencé a leerlo y comenzó el ritmo y la rima en un texto divertido que nos muestra todo aquello que hicieron juntas cuatro amigas atrevidas. Viajar… a países exóticos, al desierto, a Rusia… escalar el Everest… Y, como si en cada destino cada una fuera encontrando su sitio en el mundo, poco a poco van quedándose, repartidas por el mundo, hasta que queda solo una, que decide regresar…

Preciosa adaptación de un cuento popular sobre unas vidas atrevidas, unas vidas de amistad y locura, que siempre está bien tener un poco. Texto e ilustraciones se funden perfectamente aunque no sean de la mismo autor. Muy recomendable.

“Once damas atrevidas” (en gallego, en el original) lo escribió Xosé Manuel González “Oli” y lo ilustró Helle Thomassen en 2001, año en que también lo publicó la editorial Kalandraka.

¡Hasta la semana que viene!

El sultán y los ratones

Un cuento en cadena, un cuento circular, un cuento con repeticiones de las mismas frases en cada página creando uno de esos ritmos tan atractivos para los niños.

Un sultán que tiene el palacio lleno de ratones y esto le crea un problema dado que lo que más le gusta a este sultán es el queso. Así que manda reunirse a sus consejereos para que hallen una solución, y estos deciden llenar el palacio de gatos. Pero los gatos arañan al sultán, así que llevan perros. Pero lo perros ensucian el palacio, así que se desharán de ellos con unos leones… y, de estos… bueno, con unos elefantes que ocupan todo el palacio… y, ¿cómo deshacerse de unos elefantes? Sí, con unos ratones…

Ilustraciones muy curiosas creadas a partir de un collage con elementos de lo más variados y que invitan a detenerte en cada página para descubrir de qué objetos se ha servido la artista para crear a uno y otro personaje. Muy interesante, sí, texto y láminas.

Basado en un cuento poular árabe, Joan de Boer, escribió en 2005 de esta manera tan acertada “El sultà i els ratolins” y, de esta manera también, Txell Darné lo ilustró. Ese mismo año, OQO Editora se encargó de publicarlo, también, en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Antes de acostarte

Tuve en mis manos el otro día una adaptación para niños de un clásico, ilustrado por este autor y, rápidamente, lo reconocí y me acordé de las historias de Bruna, esa niña que, bueno, es una niña… y esto es lo que reconforta de estos cuentos, el ver que lo que te cuentan son historias de una vida cotidiana de una niña normal y corriente. Y, digo que reconforta porque en “Antes de acostarte”, el padre de la niña se dispone a leerle un cuento antes de irse a dormir, pero cuando llega a su cuarto, hay tal desorden que deciden primero ordenar antes de leer. Cuando ya está todo en su sitio, se dan cuenta de que han perdido el libro que se disponían a leer por lo que, de nuevo, vuelven vaciar todos lo cajones y cajas de juguetes hasta que, finalmente, lo encuentran pero, para entonces, el caos se ha vuelto a apoderar de la habitación de la niña.

Y esto es: Rovira nos pinta una familia de lo más normal y cotidiana y, de paso, nos adentra ya en la normalidad de unas tareas domésticas compartidas, de una conciliación familiar que comienza con la mayor implicación de un padre. Pero lo hace de manera tan natural que nos hace pensar que, esto, es así en todas las familias y es así desde siempre. Una niña feliz, con curiosidades y juegos propios y deseables a su edad. Una niña naturalmente normal, y… esto, no es tan normal… pero todo se andará, porque los niños que lean a Bruna, así lo considerarán y con esta idea crecerán y vivirán.

“Antes de acostarte”, lo escribió e ilustró Francesc Rovira y, en 2007, lo publicó la editorial Edebé. Además, las historias de Bruna cuentan con otros títulos también publicados por esta editorial, como “¡No lo toques!”, “¡Vaya baño!” o “¡Vamos a vestirnos!”.

¡Hasta la semana que viene!

¿Todavía nada?

Ya son varios los libros que os he traído de este formidable ilustrador pero es que, lo que más me fascina de este hombre es precisamente esto: sus ilustraciones. Los textos son unas veces hermosos, otras divertidos, otras con trasfondo… Lo que tengo claro es que, si no fuera por esos personajes tan originales, seguramente hubieran pasado desapercibidos de tan sencillos que son.

En “¿Todavía nada?”, el señor Luis, compuesto por alambre, lo que parece una pieza de un engranaje de reloj como ojo y el embellecedor de algún mueble o el mango de alguna herramienta como sombrero, cava un hoyo y en él planta una semilla. A lo largo de varios días, Luis, acude a ver si ya ha crecido su planta con una actitud cada vez más impaciente. Bajo la tierra, nosotros vemos que la semilla ya ha germinado y comienza a crecer, pero Luis no lo puede ver y, día tras día, al ver que todavía no ha salido nada, le dice al pájaro que anda por allí: “Volveré mañana”. Al final, desesperado, abandonará la espera y hará mal porque, justo en ese momento, sale una flor que el pájaro arrancará para llevársela a su novia, por lo que, cuando finalmente vuelva Luis, al no ver ninguna planta, pensará que todavía no ha crecido nada…

Divertido, didáctico, decididamente encantador pero, sobre todo, extraordinario gracias, otra vez, a esas obras de arte que funcionan como ilustraciones en este álbum.

“Toujours rien”, lo ilustró y escribió Christian Voltz en 1997 y en 2003, la editorial Kalandraka lo tadujo al castellano aunque, como siempre, en esta editorial, lo podréis encontrar en los demás idiomas de la península.

Atrapados

Como bien dice su autor, “Atrapados, es un libro acerca de tratar de resolver un problema que crece tirándole cosas”. Y, sí, Floyd ve cómo la cometa con la que estaba jugando queda enganchada en las ramas de un árbol. Al principio tira de ella para intentar soltarla pero, como no puede bajarla, comienza a tirar cosas para hacerla caer (como todos hemos hecho en algún momento de nuestra vida).

Lo que comienza con el lanzamiento de un zápato, pronto se convierte en un divertido absurdo en el que el niño lanza objetos cada vez más grandes sin conseguir su propósito. Hasta un camión de bomberos que acude a ayudar, es lanzado qudando encalado también junto a un orangután, una casa, una ballena y demás despropósitos . Al final, el niño acude con un serrucho pero, contrariamente a lo que el lector espera, lo lanza también y, esta vez, sí consigue que caiga la cometa… pero solo ella… Floyd se va contento entonces a seguir jugando con su juguete recuperado pero, por la noche, cansado, se va a dormir con una rara sensación de que algo se le ha olvidado…

“Stuck”, lo escribió e ilustró Oliver Jeffers en 2011. Ese mismo año lo publicó en español el Fondo de Cultura Económica (FCE) de México y, en catalán, lo hizo Andana Editorial.

Si queréis ver el libro leído por su autor, aquí tenéis un enlace en el que lo podréis disfrutar. ¡Hasta la semana que viene!

La selva azul

Y me viene a la cabeza este otro álbum que me recuerda a aquello que se suele decir: “los árboles te impiden ver el bosque”. Un hombre que parte con su locomotora en busca de la Seva Azul de la que tanto a oído hablar. Obsesionado con su encuentro, se va perdiendo todo aquello que el viaje le va mostrando, incluso esos elefantes azules que surgen de la espesura azul y que, en su ceguera o pérdida de perspectiva, no logra ver. Tan solo el pez que le acompaña (azul, pero tampoco de esto se ha dado cuenta Edgardo) se percatará de que ya ha llegado y se quedará.

Unos dibujos en blanco y negro solo rotos por el color azul de la pecera y su habitante, que poco a poco se adentran en la Selva que cubre de azul las páginas dejando solo la locomotora de Edgardo en blanco y negro.

Genial como siempre, Comotto, escribió e ilustró este ingenuo álbum ilustrado en 2004 y, su publicación, corrió a cargo de Edicienes Ekaré.

¡Hasta la semana que viene!

Espejo

Una niña, aparentemente aburrida, descubre con sorpresa que, junto a ella hay un espejo y, como si fuera la primera vez que ve su reflejo, al principio temerosa, después tímida y, al final, deshinibida, empieza a jugar con él. Los movimientos frente al espejo comienzan a ganar intensidad hasta convertirse en un baile desenfrenado donde, hasta el color naranja del vesitido de la niña, escapa de sus límites para cubrir toda la página a modo de manchas. Toda la ilustración de la página de la izquierda aparece siempre reflejada en la de la derecha, como si la línea que las separa fuera ese espejo invisible para el lector.

Pero, en un momento determinado en medio de este frenesí, aparece una página en blanco: las dos protagonistas han desaparecido del libro. Y cuando vuelven, solo los lectores nos damos cuenta de que se ha producido una separación entre la niña y su reflejo. A partir de entonces, este último adquiere vida propia y, como tal, también criterio y albedrío, lo cual, enfadará enormemente a la original cuando se percate de que su reflejo ya no le obedece. Y, parece que el carácer es lo único que siguen compartiendo original y reflejo porque también este se enfada porque no quiere perder su recién ganada individualidad. Original (así vamos a llamarla) acaba con una reacción propia de su edad y, finalmente, empuja la línea media que separa las dos páginas haciendo que el espejo y su reflejo caigan y se rompan en mil añicos. La última página muestra exactamente el mismo dibujo de la niña acurrucada en el suelo del inicio del libro pero, esta vez, su visión en espejo. ¿Es Reflejo u Original quien se ha roto?

Los libros de Lee desafían las normas, provocan al lector, nos obligan a mirar, observar, entender por qué ese dibujo es así y no de otra manera. Porque esa sutil diferencia, ese trazo justo en ese lado de la página es lo que nos cuenta, lo que nos narra sin palabras, en fin, la historia que su autora nos quiere contar.

“Espejo”, fue la primera de las obras de “La trilogía del límite“, a la cual siguieron “La ola“, de la cual ya os hablé en su día, y “Sombras”. La artista de todo esto es Suzy Lee, quien en 2003 comenzó con sus publicaciones. Aquí en España, su publicación corrió a cargo de Barbara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

¿De qué color es un beso?

No soy de escribir acerca de álbumes que funcionan en el mercado de la literatura infantil porque considero que, solo acudiendo a una feria del libro, a una librería o biblioteca pública, se puede tener acceso a ellos sin necesidad de que nadie te hable de ellos. Y, este es el caso de los libros de Bonilla, que parece que se han convertido en indispensables en todos estos lugares y, sea dicho de paso, de una manera más que merecida. Las ilustraciones de esta autora son muy atractivas. Dibujos a lápiz, con personajes (sobre todo Minimoni) divertidos y llenos de color. Frescas, con movimiento… en fin, un sello inconfundible de esta ilustradora.

Minimoni, esa niña de pelo corto y aspecto desenfadado, activa, creativa, feliz, se pregunta de repente de qué color es un beso. Irá pensando en los diferentes colores pero, por una razón o por otra, la niña los asocia a cosas divertidas pero también a las que le desagradan y, uno por uno, los irá descartando. Por fin, desesperada, le pregunta a la madre si sabe de qué color son los besos. La madre, simplemente, le da un enorme beso en la mejilla a su hija que aparece con una grandísima sonrisa y rodeada de corazones de todos lo colores y estampados (¿por qué no?) posibles. Y es que creo que esta es la mejor representación gráfica que he visto de esa sensación que se tiene cuando una madre o un padre te da un beso y, qué duda cabe de que es igual cuando te lo da un hijo… ¡Perfecto!

“De quin color és un petó?” lo escribió e ilustró Rocío Bonilla Raya en 2015 y, ese mismo año, se publicó y también se tradujo al castellano, gallego y vasco, y todo corrió a cargo de la editorial Algar.

¡Hasta la semana que viene!

¿Quién llama en la noche a la puerta de Iván?

No sé bien qué es lo que me atrajo de este álbum pero, ocurrió que lo conocí en la biblioteca municipal de mi pueblo y, después de leerlo la primera vez, no podíamos dejar de pedirlo en préstamo, hasta tal punto que decidí que, aunque solo fuera por su valor sentimental (para nosotros), era un libro que quería conseguir. El problema es que, por más que preguntaba por él en librerías, todos me decían que ya estaba descatalogado, por lo que tuve que comprarlo de segunda mano convirtiéndose en el cuento más caro de mi biblioteca… Pero, la verdad, e insisto, no sé por qué, la verdad es que no me arrepiento de nada.

Iván, un cazador, duerme en su cabaña y, en medio de la noche y de una tormenta, llaman a la puerta. Es una liebre que quiere entrar para resguardarse e Iván le deja entrar. Pasado un rato, vuelven a llamar y esta vez es un zorro. La liebre, temerosa le suplica al cazador que no le deje entrar pero, al final, el zorro, habiendo prometido que no intentará atacar a la liebre, logra entrar a calentarse. Poco después es un oso el que suplica y es el zorro quien tiene miedo de su depredador pero, al igual que a él, Iván le deja entrar. Pasan la noche junto al fuego, los tres animales y el cazador, durmiendo despreocupados, confiados pese a ser enemigos en la vida.

A la mañana siguiente, van despertándose uno a uno y con el día valoran de nuevo el peligro, así que, también uno a uno, huyen de la cabaña, incluido el oso, que es entonces cuando cae en que ha dormido en el hogar de un cazador.

Y, el hecho es que me gustan estos cuentos en los que ocurre algo mágico que hace que un grupo de animales, enemigos entre sí, a modo de metáfora, logren juntarse olvidando sus temores o sus odios. Es un momento, una noche, un lapso corto en el que conviene entenderse y sacar provecho de esa situación inusitada. Y todo es bien…

Con texto en verso e ilustraciones clásicas pero atractivas, “Es klopft bei Wanja in der Nacht”, lo escribió Tilde Michels y lo ilustró Reinhard Michl en 1985. En 1989 lo tradujo al español la editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño jardinero

Un pequeño, pequeño jardinero que vive para su jardín: trabaja en él, se alimenta de él, vive en él… no es gran cosa, pero el jardinero lo ama y le da lo mejor de sí mismo. Pero el jardín es muy grande y él muy pequeño así que se siente desbordado e incapaz de llevar a cabo tan gran labor.

Y aquí deviene mi duda acerca del significado de este libro, porque, ya desesperado, pide ayuda en forma de deseo, en forma de plegaria y, aunque nadie lo oye de pequeño que es, sin embargo, la gente de tamaño normal que habita también en ese jardín, descubre sus posiblidades y se pone manos a la obra consiguiendo, sin tanto esfuerzo gracias a su tamaño, que el jardín se recupere, florezca y fructifique para asombro de esa pequeña criatura que piensa que un milagro ha acaecido en su jardín. Y, aunque en todas las reseñas se habla de perseverancia, amor al trabajo y de la capacidad de pedir ayuda en los momentos en que es necesario, yo no puedo dejar de ver cierta mística en esa ayuda de un ser superior que el pequeño ser no ve pero al que implora. Claro que el lector sabe en todo momento que el que le está ayudando es un igual pero con más capacidad. Alguien que ha visto el potencial de belleza en ese jardín y comienza a trabajar en él con esfuerzo y cariño alcanzando un trabajo en cooperación con el ser diminuto… No sé, alguien tendría que explicarle al pequeño jardinero qué está ocurriendo en su jardín…

En fin, sea como fuere, no cabe duda de que Hughes consigue, una vez más, una belleza inusitada en sus ilustraciones en las que, de nuevo, como ocurría en “Salvaje“, la naturaleza cubre las páginas, se enreda, se convierte en la protagonista y se hace difícil avanzar en su lectura sin antes escrutar cada rincón de cada dibujo…

“The Little Gardener”, lo escribió e ilustró Emily Hughes en 2015 y, ese mismo año, la editorial Impedimenta lo tradujo al castellano y al catalán.

¡Hasta la semana que viene!