Jerónimo es una pequeña rana que vive en una charca con sus padres. Todas las noches, en la oscuridad de su cuarto, escucha unos ruidos que no logra identificar creándole una angustia que solo puede controlar junto a sus padres. Una noche, se mete en la cama de estos y el padre, incómodo por las patadas que le da Jerónimo, decide irse a la habitación del pequeño para intentar dormir. Ya en su cama, escucha esos “scric, scrac, bibib, blub” que tanto inquietan a Jerónimo y, algo confundido, decide descubrir la procedencia de esos extraños ruidos junto a su hijo.
Muchos son los libros infantiles que tratan los miedos de los niños hacia la noche y la oscuridad pero, lo que me llamó la atención de éste, fue su autora. Kitty Crowther nació con un problema de audición pero no le supuso ningún obstáculo para hablar en este cuento de los ruidos nocturnos que tanto asustan a los niños. Fue capaz de captar la angustia que produce en un niño esos sonidos que avivan la imaginación y cuya procedencia les oculta la oscuridad de la noche.
Además, en este caso, es el padre el que ayuda al niño a superar este miedo y, en esto, también es original. Es más frecuente que los autores muestren la relación del niño con la madre pero, Crowther, nos muestra una relación muy natural del padre con su hijo. Es el padre quien despierta al niño y se lo lleva a descubrir la noche junto a él en un acercamiento hacia el pequeño más de amistad que paternal.
Las ilustraciones, propias de esta autora, están realizadas a lápiz y pastel y conforman un todo junto al texto difícil de separar.
“¡Scric scrac bibib blub!” fue publicado en castellano por la Editorial Corimbo en 2005. Y, bueno, así he atendido a una persona muy querida que me pidió que hablara de este cuento por lo que había supuesto para sus hijos. Pues aquí está…
¡Hasta la semana que viene!