El ogro de Mariuchi

Un álbum pequeñín, con ilustraciones y texto sencillos pero tierno y divertido.

Mariuchi no puede acostarse en su cama porque un ogro llorón la está ocupando. El ogro se queja de que es demasiado grande para su castillo, un castillo harto parecido a uno de juguete que la niña tiene en su habitación. Así que, Mariuchi, que no está dispuesta a aguantar tanto gimoteo, dice unas palabras mágicas y reduce drásticamente al ogro, de manera que ya puede entrar en su castillo y pueden irse los dos a descansar al fin.

Un nuevo cuento en el que el niño vence sus miedos haciéndose amigo de ellos. Una manera divertida y, por supuesto, más inteligente de hacerlo, y, como siempre, ¡me encanta!

“L’Ogre de Mouflette Papillon”, lo escribió e ilustró Magali Bonniol en 2003 y, ese mismo año, la editorial Corimbo lo tradujo al castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Una pesadilla en mi armario

Muchos son los álbumes que tratan el terror nocturno con simpatía y restándole importancia: monstruos que habitan bajo la cama de un niño, ogros que hacen demasiado ruido y no permiten dormir o, como es el caso de este viernes, una pesadilla que vive en el armario de una habitación. Y, claro, el niño, decidido, se enfrenta a su miedo, sin saber que más miedo tiene su pesadilla que, cuando le ve apuntarle con un rifle de juguete, comienza a llorar de tal forma que, el niño, por temor a que despierte a sus padres, decide meterlo en su cama para que se calme.

Divertido, con un enfoque que, si bien no es original, sin embargo resulta muy atractivo y, desde luego, efectivo. Con unas ilustraciones que recuerdan a Sendak y su famoso “Donde viven los monstruos” (este sí diría que fue el original) escrito cinco años antes pero, aún así, resultan atractivas y acompañan perfectamente al texto.

“There’s a nightmare in my closet”, lo escribió e ilustró Mercer Mayer en 1968 comenzando así una serie (“There’s a…”) que se conformaría con la publicación de otros títulos ya en los años 80. En 2001, Kalandraka, lo tradujo al castellano y, bueno, como es buena costumbre en esta editorial, en todos los idiomas peninsulares.

¡Hasta la semana que viene!

Ratoncita y el Muro Rojo

Comienza este libro con una ratona que vive a un lado del Muro Rojo junto a otros animales a los que les va preguntando por qué está ahí ese muro y qué hay al otro lado. Cada uno de sus compañeros encontrará alguna excusa (de esas que se enquistan en las sociedades) para explicar las bondades de tener un muro que te proteja y de lo inncesario de preguntarte el por qué de todas las cosas.

Hasta que un día llega una paloma al recinto de los animales e invita a Ratoncita a que suba a sus lomos para darle una vuelta más allá del Muro. Y, lo que podría ser un final excesivamente trabajado por el diálogo entre los dos animales, sin ninguna opción a la imaginación o a la interpretación, deviene en algo más original cuando, a la vuelta, Ratoncita, que ya ha visto el mundo exterior, se da cuenta de que el muro nunca ha existido: era una barrera invisible pero efectiva que ha estado en la mente de los animales como un miedo que bloqueaba sus existencias y, por tanto, su libertad… Buena reflexión para unas mentes que se están formando, ¿no?

“Little Mouse and the Red Wall”, lo escribió e ilustró Britta Teckentrup y, en 2018, las editoriales NubeOcho y Pepa Montano Editora, lo publicaron conjuntamente en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

El león blanco

Os traeré, esta y la próxima semana, sendos libros cuya temática es nueva por estos andurriales: los amigos invisibles en la infancia.

Y no os voy a hablar de mi muy mejor amiga mayor imaginaria de cuando (yo) era niña porque no es mi propósito aburriros pero, la verdad, es que supuso un báculo que, de manera natural desapareció pero, aún hoy, me acuerdo de ella.

Por eso, cuando leí “El lleó blanc” (sí, también lo podréis encontrar traducido al valanciano) sentí una tierna empatía hacia la niña que, recién mudada a una casa nueva y con paredes blancas, encuantra camuflado entre ellas a un león que pronto se convierte en su mejor amigo. En este caso, el león, ejerce de guía a modo de hermano mayor, y va animando a la niña a que conozca a la gente del nuevo barrio entre los que pronto encontrará niños reales con los que compartirá sus juegos. El león, entonces, sin llegar a deaparecer del todo, formará parte de la trastienda en la vida de la niña a la que, cada vez que lo necesite, podrá volver para encontrarse con él.

“The Snow Lion” lo escribió Jim Helmore y lo ilustró con mucho acierto Richard Jones para publicarlo, por primera vez, en 2017. En octubre de ese mismo año lo tradujo a nuestros idiomas Andana Editorial.

¡Hasta la semana que viene!

Huellas gigantes

Coincidiréis conmigo (o no) en que lo peor que puede ocurrirle a una sociedad es tener miedo. Más cuando este miedo es infundado y, unos y otros, se encargan de transmitir una noticia que se extiende, como si de una ola gigante se tratara, hasta que, al llegar a la orilla, ya no es nada, pero ya nadie se acuerda del movimiento y consecuencias que ha ocasionado el imaginarse o exagerar de manera dramática y, a veces, morbosa una situación.

Krahn se encarga de abrirnos los ojos y mostrarnos lo absurdo de todo esto con su característico humor. Una mañana de invierno, Pedro y Silvia, salen de su casa en busca de alguien que está dejando unas huellas gigantes en la nieve y que tiene asustados a sus padres. Los adultos de toda la aldea, salen a buscarlos y, por el camino, irán encontrando huellas y señales de accidentes que les hacen pensar en lo peor. Pero, sin embargo, cabe una explicación para cada una de esas señales y no necesariamente catastrófica; pero eso lo sabrán cuando, por fin encuentren a sus hijos sanos y salvos con dos criaturas del todo inofensivas.

“Huellas gigantes” lo escribió el gran Fernando Krahn y en 2006 lo publicó la editorial Kalandraka, también en catalán.  En la actualidad está descatalogado pero, si tenéis la suerte de encontrarlo en alguna biblioteca, os recomiendo que lo leáis,

¡Hasta la semana que viene!

El lobo no vendrá

Hace ya tiempo que no hablo de algún libro para lo más pequeños que los pequeños. Y es que cuando vi este álbum me hizo gracia la manera que tenía de abordar los miedos nocturnos.

Un conejo le pregunta a su madre mientras se va metiendo en la cama si el lobo va a ir a su casa. La madre, sin negarle su existencia, le va narrando todas las dificultades que encontraría un lobo que vive en el bosque, con cazadores, para llegar a su casa, en la ciudad. Las ilustraciones, van mostrando, en una página el ceremonial del niño antes de irse a dormir. En la otra, aparece un lobo que, de una manera de lo más divertida, va intentando pasar desapercibido y salvar todos los obstáculos para llegar a la casa de la familia de los conejos. Una vez allí, llamará a la puerta y, para sorpresa de los padres, que ven pasar como un rayo a su hijo que va a abrir, el lobo entra en la casa con un regalo para el pequeño conejo, porque es su cumpleaños y llevaba todo el día esperando a su invitado…

¡Genial! es algo así como, ¿para qué enfrentarte?, hazte amigo de tus lobos y dejarán de darte miedo… lo dicho, original y divertido mensaje para luchar contra los miedos nocturnos. Hay más libros de este estilo que merecen la pena… ya os los iré trayendo por aquí.

De momento, aquí tenéis: “Le loup ne viendra pas”, lo escribió Myriam Ouyessad en 2017 y lo ilustró Ronan Badel, quien consigue hacer sus dibujos imprescindibles para un mayor disfrute del texto. Este mismo año, en 2018, lo ha traducido al castellano la editorial Luis Vives.

¡Hasta la semana que viene!

¡Scric scrac bibib blub!

Jerónimo es una pequeña rana que vive en una charca con sus padres. Todas las noches, en la oscuridad de su cuarto, escucha unos ruidos que no logra identificar creándole una angustia que solo puede controlar junto a sus padres. Una noche, se mete en la cama de estos y el padre, incómodo por las patadas que le da Jerónimo, decide irse a la habitación del pequeño para intentar dormir. Ya en su cama, escucha esos “scric, scrac, bibib, blub” que tanto inquietan a Jerónimo y, algo confundido, decide descubrir la procedencia de esos extraños ruidos junto a su hijo.

Muchos son los libros infantiles que tratan los miedos de los niños hacia la noche y la oscuridad pero, lo que me llamó la atención de éste, fue su autora. Kitty Crowther nació con un problema de audición pero no le supuso ningún obstáculo para hablar en este cuento de los ruidos  nocturnos que tanto asustan a los niños. Fue capaz de captar la angustia que produce en un niño esos sonidos que avivan la imaginación y cuya procedencia les oculta la oscuridad de la noche.

Además, en este caso, es el padre el que ayuda al niño a superar este miedo y, en esto, también es original. Es más frecuente que los autores muestren la relación del niño con la madre pero, Crowther, nos muestra una relación muy natural del padre con su hijo. Es el padre quien despierta al niño y se lo lleva a descubrir la noche junto a él en un acercamiento hacia el pequeño más de amistad que paternal.

Las ilustraciones, propias de esta autora, están realizadas a lápiz y pastel y conforman un todo junto al texto difícil de separar.

“¡Scric scrac bibib blub!” fue publicado en castellano por la Editorial Corimbo en 2005. Y, bueno, así he atendido a una persona muy querida que me pidió que hablara de este cuento por lo que había supuesto para sus hijos. Pues aquí está…

¡Hasta la semana que viene!

El pato y la muerte

Ya llevaba mucho tiempo queriendo escribir sobre literatura infantil. Y es que, no solo me gusta leer a mis hijos, es que disfruto enormemente cada vez que elijo un cuento para comprarme, o cada vez que tengo unos minutos para pasar por la biblioteca y descubrir, en la sección infantil, algún título nuevo. Y esto tenía que compartirlo…

Me propongo cada semana enseñaros una de estas joyas, y voy a empezar con “El pato y la muerte”, de Wolf Erlbruch. En algunas ocasiones, cuando he leído un cuento infantil, he sentido una ternura difícil de describir. Me pasó en su día cuando leí por primera vez “A qué sabe la luna”, o “Frederick”, del que en otra ocasión os hablaré. Con “El pato y la muerte”, ya hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación y, al leerlo, supe que era el momento de empezar con el blog…

Las ilustraciones, aunque muy sencillas, no dejan de ser hermosas. La muerte aparece como un esqueleto amigable e, incluso, simpático que acompaña a un pato en sus últimos días de vida. Entre los dos se crea una amistad en la que el pato cuida de la muerte y le va enseñando el lugar donde ha vivido y añorará el día que desaparezca. La muerte, por su parte, se limita a descubrir ese mundo y a contestar aquellas preguntas que, lógicamente, el pato le va haciendo.

Erlbruch consigue tratar un tema tan delicado y, en tantas ocasiones, tabú, con una naturalidad y ternura que hace que los niños puedan leer un cuento relacionado con la muerte sin miedos y sin absurdas explicaciones a algo que todos desconocemos: la muerte “es”, independientemente de todo aquello que siempre hemos escuchado del cielo, el infierno y de más, y esta es la única certeza a la que debemos acercar a los niños. Sin miedos, sin confusiones e intentando hacer más pequeñito el sufrimiento que, inevitablemente, tendrán el día que se enfrenten a ella por primera vez.

Un cuento hermoso que recomiendo en su totalidad y que podéis encontrar publicado por la editorial Barbara Fiore Editora (2007). Mis paisanos, además, lo podéis encontrar en la biblioteca municipal de Bétera.

Y, en fin, aquí queda, pues, mi primera sugerencia pero, hay muchas más y, poco a poco, os las iré contando… Hasta la próxima semana.