¿Quién llama en la noche a la puerta de Iván?

No sé bien qué es lo que me atrajo de este álbum pero, ocurrió que lo conocí en la biblioteca municipal de mi pueblo y, después de leerlo la primera vez, no podíamos dejar de pedirlo en préstamo, hasta tal punto que decidí que, aunque solo fuera por su valor sentimental (para nosotros), era un libro que quería conseguir. El problema es que, por más que preguntaba por él en librerías, todos me decían que ya estaba descatalogado, por lo que tuve que comprarlo de segunda mano convirtiéndose en el cuento más caro de mi biblioteca… Pero, la verdad, e insisto, no sé por qué, la verdad es que no me arrepiento de nada.

Iván, un cazador, duerme en su cabaña y, en medio de la noche y de una tormenta, llaman a la puerta. Es una liebre que quiere entrar para resguardarse e Iván le deja entrar. Pasado un rato, vuelven a llamar y esta vez es un zorro. La liebre, temerosa le suplica al cazador que no le deje entrar pero, al final, el zorro, habiendo prometido que no intentará atacar a la liebre, logra entrar a calentarse. Poco después es un oso el que suplica y es el zorro quien tiene miedo de su depredador pero, al igual que a él, Iván le deja entrar. Pasan la noche junto al fuego, los tres animales y el cazador, durmiendo despreocupados, confiados pese a ser enemigos en la vida.

A la mañana siguiente, van despertándose uno a uno y con el día valoran de nuevo el peligro, así que, también uno a uno, huyen de la cabaña, incluido el oso, que es entonces cuando cae en que ha dormido en el hogar de un cazador.

Y, el hecho es que me gustan estos cuentos en los que ocurre algo mágico que hace que un grupo de animales, enemigos entre sí, a modo de metáfora, logren juntarse olvidando sus temores o sus odios. Es un momento, una noche, un lapso corto en el que conviene entenderse y sacar provecho de esa situación inusitada. Y todo es bien…

Con texto en verso e ilustraciones clásicas pero atractivas, “Es klopft bei Wanja in der Nacht”, lo escribió Tilde Michels y lo ilustró Reinhard Michl en 1985. En 1989 lo tradujo al español la editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño jardinero

Un pequeño, pequeño jardinero que vive para su jardín: trabaja en él, se alimenta de él, vive en él… no es gran cosa, pero el jardinero lo ama y le da lo mejor de sí mismo. Pero el jardín es muy grande y él muy pequeño así que se siente desbordado e incapaz de llevar a cabo tan gran labor.

Y aquí deviene mi duda acerca del significado de este libro, porque, ya desesperado, pide ayuda en forma de deseo, en forma de plegaria y, aunque nadie lo oye de pequeño que es, sin embargo, la gente de tamaño normal que habita también en ese jardín, descubre sus posiblidades y se pone manos a la obra consiguiendo, sin tanto esfuerzo gracias a su tamaño, que el jardín se recupere, florezca y fructifique para asombro de esa pequeña criatura que piensa que un milagro ha acaecido en su jardín. Y, aunque en todas las reseñas se habla de perseverancia, amor al trabajo y de la capacidad de pedir ayuda en los momentos en que es necesario, yo no puedo dejar de ver cierta mística en esa ayuda de un ser superior que el pequeño ser no ve pero al que implora. Claro que el lector sabe en todo momento que el que le está ayudando es un igual pero con más capacidad. Alguien que ha visto el potencial de belleza en ese jardín y comienza a trabajar en él con esfuerzo y cariño alcanzando un trabajo en cooperación con el ser diminuto… No sé, alguien tendría que explicarle al pequeño jardinero qué está ocurriendo en su jardín…

En fin, sea como fuere, no cabe duda de que Hughes consigue, una vez más, una belleza inusitada en sus ilustraciones en las que, de nuevo, como ocurría en “Salvaje“, la naturaleza cubre las páginas, se enreda, se convierte en la protagonista y se hace difícil avanzar en su lectura sin antes escrutar cada rincón de cada dibujo…

“The Little Gardener”, lo escribió e ilustró Emily Hughes en 2015 y, ese mismo año, la editorial Impedimenta lo tradujo al castellano y al catalán.

¡Hasta la semana que viene!

La gran pregunta

El modo que tiene Erlbruch de simplificar la pregunta, de dulcificar y hacer tierna la duda que todo ser humano tenemos en algún momento de nuestra vida: ¿para qué estamos aquí?

Parece que un niño acaba hacerse por primera vez esa gran pregunta que, sin embargo, no aparece en todo el texto y, todos y todo lo que tiene a su alrededor, le dan su propia respuesta. Cada uno la razona en función del significado de su propia vida: el piloto le dice que está aquí para dar besos a las nubes, el hornero que para madrugar, el jardinero para aprender a esperar, la piedra para estar aquí… hasta llegar a la madre que le responde que está aquí para que ella pueda quererlo…

Dulce, tierno, sencillo… Wolf Erlbruch en estado puro. Con unas magníficas y características ilustraciones que apoyan a la perfección el texto. Ese dibujo de la muerte que le explica al niño que está aquí para amar la vida. Una muerte que volverá a aparecer en “El pato y la muerte” años después. Una muerte curiosa, dulce, amante de la vida… es mi personaje favorito de Erlbruch. En fin, muy recomendable, como siempre.

“La grande question”, lo escribió, como ya he dicho, Wolf Erlbruch y fue premiado en la Feria del Libro Infantil de Bolonia de 2004. Un año después se publicó y, aquí en España, corrió a cargo de la editorial Kókinos.

¡Hasta la semana que viene!

Un niño, un perro y una rana

Ya he hablado en otras ocasiones de los álbumes ilustrados sin texto, y me encantan porque son las ilustraciones las que hablan. Todo, absolutamente todo, se centra en ellas. Ellas son las que cuentan, las que te dan opción a imaginar que está ocurriendo más allá de lo que estás viendo. Al no tener texto, buscas, escrutas en cada página aquello que puede darte pistas de lo que ocurre en la historia… ¡me encantan!

Y, como no, “Un perro, un niño y una rana” es uno de ellos. Un niño sale con su perro a cazar ranas. Provisto de una red y un cubo, pretende capturar una que encuentra en la orilla del río. La rana, al principio molesta, comienza a burlar una y otra vez al niño convirtiéndolo en un juego pero en el que solo disfruta ella. De hecho, al final, el niño se rinde y vuelve a casa cansado y enfadado. La rana se queda en el río pensativa y algo triste hasta que decide seguir las huellas de las botas del niño hasta su casa donde, más relajados y contentos, le reciben niño y perro y le invitan a compartir un baño reconfortante. Una historia sencilla y tierna que obliga a pasar las páginas para ir descubriendo al personaje más divertido: la rana.

“A boy, a dog and a frog”, lo dibujó Mercer Mayer ya en 1967. En 2008 lo publicó Los cuatro azules aquí en España.

Y, bien, con este libro de temática tan estival, lanzo el deseo de que todos lo niños disfruten y descansen en estas vacaciones tan, tan merecidas. ¡Hasta la semana que viene!

Ratoncita y el Muro Rojo

Comienza este libro con una ratona que vive a un lado del Muro Rojo junto a otros animales a los que les va preguntando por qué está ahí ese muro y qué hay al otro lado. Cada uno de sus compañeros encontrará alguna excusa (de esas que se enquistan en las sociedades) para explicar las bondades de tener un muro que te proteja y de lo inncesario de preguntarte el por qué de todas las cosas.

Hasta que un día llega una paloma al recinto de los animales e invita a Ratoncita a que suba a sus lomos para darle una vuelta más allá del Muro. Y, lo que podría ser un final excesivamente trabajado por el diálogo entre los dos animales, sin ninguna opción a la imaginación o a la interpretación, deviene en algo más original cuando, a la vuelta, Ratoncita, que ya ha visto el mundo exterior, se da cuenta de que el muro nunca ha existido: era una barrera invisible pero efectiva que ha estado en la mente de los animales como un miedo que bloqueaba sus existencias y, por tanto, su libertad… Buena reflexión para unas mentes que se están formando, ¿no?

“Little Mouse and the Red Wall”, lo escribió e ilustró Britta Teckentrup y, en 2018, las editoriales NubeOcho y Pepa Montano Editora, lo publicaron conjuntamente en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Sam y Leo cavan un hoyo

Esto me recuerda al poema de Kavafis: Ítaca. Algo así como que no importa si te enriqueciste al final o no; lo importante fue el comenzar el camino, fueron las aventuras que tuviste durante tu viaje… esta es tu verdadera riqueza. Y son muchos los libros infantiles que hacen referencia a este tema; un tema, por otro lado, instructivo, práctico en la vida, pero, sobre todo, bello.

Así que, sí, Sam y Leo comienzan a cavar un hoyo con la idea de dejarlo solo si encuentran algo espectacular. En las ilustraciones, vemos el túnel que van cavando, pero también todos los tesoros, los diamantes que se van dejando por el camino y que nunca verán y, por supuesto, no tendrán por las decisiones que van tomando. Así que siguen cavando, hasta que caen por un agujero que les devuelve al lugar donde comienza el cuento. Coincidiendo en que esto ha sido bastante asombroso, deciden dejar el agujero e irse a casa a tomar leche con galletas. ¡Magnífico!

Genial idea, cercana a lo onírico y absurdo gracias a ese final. Con unas ilustraciones sencillas, originales y todas ellas en tonos tierra, como el hoyo que cavan.

“Sam & Dave Dig a Hole”, lo escribió Mac Barnett y lo ilustró Jon Klassen en 2014. Ese mismo año lo publicó en castellano la Editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

Jane Goodall. Un historia inspiradora.

Con la intención de transmitir a los niños la idea de constancia, esfuerzo y tesón para conseguir aquello que pretendes, la autora de este libro, nos habla de la asombrosa figura de Jane Goodall como ejemplo de una persona que no cejó hasta conseguir acercarse, entender, proteger y vivir con los chimpacés, que era lo que ella siempre había soñado.

Es en un campamento de verano donde se plantea esta cuestión entre los niños y será el monitor el que, contando la historia de esta conocida etóloga, logrará convencerles de que cualquier sueño que tengan pueden hacerlo realidad si creen firmemente en él.

Inspirada por la figura de Jane Goodall y con el deseo de colaborar con el instituto que esta fundó, Sabrina Kraus, escribió este libro para niños que ilustró Felipe Jiménez Rozo. En octubre de 2016, lo publicó por primera vez a través de Boqoo.

¡Hasta la semana que viene!

¿Dónde perdió Luna la risa?

La primera vez que lo leí, me quedé impactada porque era la primera vez que encontraba este tema en un libro dirigido a los niños. Un niña triste, que no ríe por nada… pero es su hermano el que se preocupa, no entiende porque su hermana no tiene la sonrisa en la cara, y parte a buscar la risa de Luna porque quiere encontrarla.

Un tema tan serio tratado con ternura y a través del hemano para explicar a los niños que ellos también pueden estar tristes. Y pocas cosas hay más duras que ver a un niño triste, que no ríe por nada… pero, ocurre, y tienen que entenderlo como parte de la vida, pero también hay que ayudarles a salir de la tristeza…

En fin, “¿Onde perdeu Lúa a risa?” lo escribió en gallego Miriam Sánchez Moreiras y lo ilustró Federico Fernández Alonso en 2001. Ese mismo año, lo tradujo al castellano la misma Miriam y Kalandraka Editora se encargó de publicarlo.

¡Hasta la semana que viene!

Un secreto del bosque

Este fue el primer álbum ilustrado que leí sobre diversidad. La primera vez que leía un cuento para niños en el que se trataba de explicar la diversidad (del tipo que sea) en la pareja y su principal poblema: la opinión de los demás.

Ardilla conoce un día en el bosque a Pájaro Carpintero y se enamora de él al instante. Comienza a tener sentimientos extraños e intentando hacerles frente o, al menos, entenderlos, habla con todos sus amigos, los cuales, indignados ante semejante amor, no pueden más que alertarle sobre todos los inconvenientes que pueda tener. Ardilla se asusta y corre a esconderse pero entonces se encuentra con Pájaro Carpintero y, finalmente, le declara su amor. El tierno final del cuento en el que los dos animales construyen su nido en la encina es lo mejor del libro. Nada les importa, ya no tienen secretos que ocultar porque ya todo el mundo los conocen y, lo que es mejor, el bosque deberá asumirlo y respetarlo porque ellos van a seguir juntos el resto de sus vidas.

Los hay más diveridos e igualmente instructivos y necesarios, pero éste me llamó la atención por la ternura y la preocupación que refleja en la ardilla que no sabe cómo lidiar con sus sentimientos: real como la vida misma. “Un secreto del bosque”, lo escribió Javier Sobrino y lo ilustró Elena Odriozola en 2008 para la editorial OQO.

¡Hasta la semana que viene!

Los tejemanejes de la abuela

Diferente a lo álbumes que tratan el tema de la muerte, éste se acerca al punto de vista del que se queda. La tristeza de la persona que sobrevive a la pareja con la que ha compartido toda su vida. El desconcierto inicial y el volver a aprender a vivir pero esta vez sin su compañero.

Rosalía ha vivido así, compartiendo todo con un hombre que, de pronto, falta en su vida, hundiéndola en una melancolía de la que ni siquiera su familia la puede sacar. El nacimiento de su última nieta le proporciona la excusa para sacar las agujas y la lana y comenzar a tejer de nuevo, algo que había hecho ya hacía mucho tiempo. Después de acabar una rebeca a la recién nacida, decide seguir con este entretenimiento hasta que, finalmente, cubre su propia casa con esa lana que anda tejiendo. Incluso, los vecinos comienzan a ayudar a la anciana en la loca idea de llegar a envolver el mismo mundo en el que viven. Finalmente, y después de haber aprendido a vivir de nuevo, decide tejer el que será su último jersey, y será para el abuelo, para su compañero.

Un inicio y un final triste y muy real, pero que flanquean una historia divertida y absurda, más infantil y más digerible por la mente de un niño que se encuentre ante el dolor por la muerte de sus seres queridos. “Los tejemanejes de la abuela”, o “La iaia embolica la troca” en catalán, lo escribió Xavi Simó e ilustró Roger Simó para la editorial Andana en 2018.

¡Hasta la próxima semana!