Huellas gigantes

Coincidiréis conmigo (o no) en que lo peor que puede ocurrirle a una sociedad es tener miedo. Más cuando este miedo es infundado y, unos y otros, se encargan de transmitir una noticia que se extiende, como si de una ola gigante se tratara, hasta que, al llegar a la orilla, ya no es nada, pero ya nadie se acuerda del movimiento y consecuencias que ha ocasionado el imaginarse o exagerar de manera dramática y, a veces, morbosa una situación.

Krahn se encarga de abrirnos los ojos y mostrarnos lo absurdo de todo esto con su característico humor. Una mañana de invierno, Pedro y Silvia, salen de su casa en busca de alguien que está dejando unas huellas gigantes en la nieve y que tiene asustados a sus padres. Los adultos de toda la aldea, salen a buscarlos y, por el camino, irán encontrando huellas y señales de accidentes que les hacen pensar en lo peor. Pero, sin embargo, cabe una explicación para cada una de esas señales y no necesariamente catastrófica; pero eso lo sabrán cuando, por fin encuentren a sus hijos sanos y salvos con dos criaturas del todo inofensivas.

“Huellas gigantes” lo escribió el gran Fernando Krahn y en 2006 lo publicó la editorial Kalandraka, también en catalán.  En la actualidad está descatalogado pero, si tenéis la suerte de encontrarlo en alguna biblioteca, os recomiendo que lo leáis,

¡Hasta la semana que viene!

Hilda

Y, bueno, esta vez ha sido al revés. A raíz de un comentario en Twitter de la editorial di con una nueva serie de dibujos animados en Netflix que comenzó a emitirse el jueves de la semana pasada. La estética parecía diferente a todo lo que había visto antes y Barbara Fiore es una editorial que, a menudo, publica verdaderas joyas dentro de la literatura infantil. Así que, sí, la vi y me gustó, y mucho.

Efectivamente, la estéica es diferente, pero, además, la temática es original, con una ética, una filosofía de fondo que me convence plenamente. El humor es inteligente y surrealista a la vez. Personajes fantásticos que invaden la vida real de una niña que vive sola con su madre en las montañas y que, debido a unas causas que ahora no podría ni explicaros, se ve forzada a mudarse a la ciudad.

Pues, como decía, esta vez ha sido la serie la que me ha llevado al libro que, en forma de cómic, nos muestra la vida de esta interesante niña. Y, ninguno de los dos desmerece al otro. Así que, si tenéis oportunidad, leed, leedles y que lean las aventuras de Hilda. Y, por supuesto, en Netflix, tenéis la serie muy bien adaptada. A ver si de este modo, viendo series de tanto valor vamos consiguiendo unos contenidos de más calidad en la televisión… pasito a pasito… que, ahora, cada vez que abrimos estas redes de televisión es como si emitiéramos un voto acerca de cómo queremos nuestra programación. Como cada vez que compramos en el supermecado y hacemos tantas otras cosas anónimas a lo largo del día… pensadlo… sería fácil cambiar el mundo…

Bueno, a Hilda la creó Luke Pearson en 2010 y a partir de entonces ha escrito e ilustrado varios volúmenes: “Hilda y el trol”, “Hilda y el gigante de medianoche”, “Hilda y la cabalgata del pájaro”, “Hilda y el perro negro” y “Hilda y el bosque de piedra”.  Y, aquí, de la traducción al castellano y su publicación se está encargando Barabara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

El gran libro del cuerpo

De las mismas autoras de “Bienvenido a la familia“, que hace unos meses ya comenté por aquí, hoy os traigo, como os prometí, “El gran libro del cuerpo”. Y, es que me sorprende el enfoque que hacen estas mujeres de todos los temas que tratan. No enseñan el cuerpo humano desde el punto de vista de la anatomía (esto es un brazo con el húmero, el bíceps…), no, es más bien una descripción del cuerpo como instrumento, como sustento, arquitectura de nuestra persona.

Y, hablan, por supuesto, de las diferencias entre cuerpos, de las edades de ese cuerpo… Pero, lo más llamativo es la naturalidad con la que trata ciertos aspectos que, como siempre, ya es hora de que vayan cambiando. Más allá de los dibujos entre los que aparecen, por supuesto, todas las razas; niños en sillas de ruedas; una niña, sin brazos, dibujando con su boca; dos padres (padre y padre) sujetando a su bebé… más allá, como digo, de esto, hay dos temas que trata con tanta naturalidad que, casi, podrían pasar como desapercibidos y que, por lo menos a mí me llaman (y mucho) la atención.

Uno es cuando trata el sexo de los cuerpos, que no tiene por qué coincidir con los sentimientos. De una manera clara, respetuosa, natural, explican que no todo el mundo se siente cómodo con el cuerpo que le ha tocado, pero que no pasa nada… y ya está, no ahondan más en el tema, no le dan más importancia… porque no la tiene, simplemente, es un aspecto más de nuestro cuerpo… Y, de este modo normalizan una situación que aún está perseguida en nuestra sociedad de esa manera tan sucia y poco respetuosa… ellas abren el camino hacia la naturalidad.

El otro, es la muerte. La muerte de un ser querido que hace que tratemos su cuerpo con respeto aunque sepamos que, la persona, ya no está aquí… Algo cultural y que, como seres humanos, nos honra.

En fin, muy recomendable para abrir mentes (creo que ya dije esto en “Bienvenido a la familia”).

“El gran libro del cuerpo”, lo escribió Mary Hoffman y lo ilustró Ros Asquith en 2016. Ese mismo año lo tradujo al castellano la editorial Juventud y, si queréis, también lo podéis encontrar en catalán.

¡Hasta la semana que viene!

Felicio, Rey del rebaño

Una buena sátira de la realeza, del absurdo que hace que unas pocas personas en el mundo ostenten tanto poder, muchas veces utilizado de manera tan nefasta a lo largo de la historia. Algo tan aleatorio, como nacer hijo de tu padre rey, o que el viento te traiga una corona que queda atascada en tu cabeza, como es el caso de la oveja Felicio.

Y una vez coronado, vas organizando, dirigiendo, sin que nadie te haya elegido, tu reino de la manera que más te convenga a ti, que no a los demás. Pero, de la misma manera que el viento te coronó, puede soplar otra vez y arrancarte esa corona y quedarte como una oveja más. Y cuídate mucho de que el azar no haga que el viento la arrastre hasta la cabeza del lobo porque entonces, sí, oveja, tendrás problemas…

Lo dicho, una caricatura del absurdo de la monarquía con un título en francés más osado que la traducción en castellano, en una clara referencia al Rey Sol, Luis XIV, cuyo cuadro más emblemático, aparece dibujado en la primera página del álbum con la cabeza de una oveja, claro.

En fin, no me meteré en camisa de once varas haciendo equiparaciones con nuestro caso, aquí en España, no vaya a acarrearme problemas un blog de literatura infantil… aunque ya los haya tenido por otras entradas en el pasado…

“Louis 1er roi des moutons”, lo escribió e ilustró Oliver Tallec en 2014 y un año después lo tradujo al castellano Teresa Broseta para la editorial Algar.

¡Hasta la semana que viene!

Loba

Loba es madre adoptiva, es mujer, es rara y se siente rara. Vive sola para ocultar esa rareza que hace que sus cabellos se inflamen cuando se deja llevar por sus emociones. Piensa que está mal, intenta apagarlos, intenta encajar pero no lo consigue. Por eso sigue sola en el bosque, junto a sus cachorros zorros. Pero llega un día en que conoce al hombre lobo y su mundo cambia porque encuentra a quien le complementa, a quien no solo la acepta tal como es sino que le ayuda a ceptarse a sí misma, porque también él está aprendiendo a hacerlo.

No sé si es muy apropiado para los niños, no por nada, pero es que no estoy segura de que puedan entender plenamente el texto. La lástima de estos libros es que su formato hace que parezca que están dirigidos a los más pequeños pero solo los más mayores pueden entenderlo y, a estas edades, esta estética deja de ser atractiva para ellos. Y son muchas las veces que me encuentro este problema: verdaderas bellezas que pasan desapercibidas ante los ojos de quien podría disfrutarlas. Libremos de prejuicios a la lectura de álbumes ilustrados porque nunca se sabe qué puedes encontrar dentro. Así que, sí, “Loba” lo recomiendo a adolescentes que no se encuentran, a adultos que no encajan en esta sociedad y tienen el alma limpia y libre, porque así es su protagonista.

Sus ilustraciones se enredan con la naturaleza. La figura de la loba se camufla en el bosque entre sus ramas, sus hojas y sus colores otoñales. De nuevo las imágenes se vuelven imprescindibles para el texto.

“Louve” lo escribió e ilustró Fanny Ducassé (que, físicamente, es clavada a su personaje) en 2014. Un año después, lo publicó en castellano la editorial Los cuatro azules.

El lobo no vendrá

Hace ya tiempo que no hablo de algún libro para lo más pequeños que los pequeños. Y es que cuando vi este álbum me hizo gracia la manera que tenía de abordar los miedos nocturnos.

Un conejo le pregunta a su madre mientras se va metiendo en la cama si el lobo va a ir a su casa. La madre, sin negarle su existencia, le va narrando todas las dificultades que encontraría un lobo que vive en el bosque, con cazadores, para llegar a su casa, en la ciudad. Las ilustraciones, van mostrando, en una página el ceremonial del niño antes de irse a dormir. En la otra, aparece un lobo que, de una manera de lo más divertida, va intentando pasar desapercibido y salvar todos los obstáculos para llegar a la casa de la familia de los conejos. Una vez allí, llamará a la puerta y, para sorpresa de los padres, que ven pasar como un rayo a su hijo que va a abrir, el lobo entra en la casa con un regalo para el pequeño conejo, porque es su cumpleaños y llevaba todo el día esperando a su invitado…

¡Genial! es algo así como, ¿para qué enfrentarte?, hazte amigo de tus lobos y dejarán de darte miedo… lo dicho, original y divertido mensaje para luchar contra los miedos nocturnos. Hay más libros de este estilo que merecen la pena… ya os los iré trayendo por aquí.

De momento, aquí tenéis: “Le loup ne viendra pas”, lo escribió Myriam Ouyessad en 2017 y lo ilustró Ronan Badel, quien consigue hacer sus dibujos imprescindibles para un mayor disfrute del texto. Este mismo año, en 2018, lo ha traducido al castellano la editorial Luis Vives.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño Nicolás

Este verano lo hemos sacado de la estantería, lo hemos desempolvado y, durante el viaje, cada noche, leía en voz alta un capítulo. Se supone que lo hacía para mi hija, la pequeña, pero, al final, estábamos toda la familia escuchando el relato y riendo de tal manera que, muchas noches, se hacía difícil dejarlo en uno y seguía leyendo el siguiente capítulo.

Lo que más me llama la atención es ver cómo casi 60 años después de su primera publicación en Francia, sigue resultando tan fresco y divertido. Desde luego que hay muchos detalles propios de la época, como su sociedad machista, pero, por lo menos a mí, no me molestan en absoluto y puedo perfectamente obviarlos en pos de su lectura.

Nicolás, un niño de primaria, escribe un diario en el que nos cuenta sus vivencias en el colegio o en su casa. Cada capítulo aparenta ser un día en su diario, lo que hoy llamaríamos una entrada. Así que es un niño el que cuenta la historia en primera persona. Pero lo genial de esta obra, es que, Goscinny, el gran Goscinny, utiliza un vocabulario, unas expresiones propias de un niño de primaria. Repeticiones de palabras en un mismo párrafo, de expresiones cansinas a lo largo del capítulo, vocabulario propio de esa edad…

“-Mira, Nicolás- me dijo mamá -, tu amiguito Alcestes ha venido a hacerte una visita. ¿Verdad que es muy amable?

-¡Hola, Alcestes!- dije – ¡Es fenómeno que hayas venido!

Mamá empezó a decirme que no había que decir “fenómeno” todo el tiempo…”

Y todo esto aderezado con las ilustraciones del también genial Sempé… ¡fenómeno!

E imagino que, casi todos vosotros, lo conoceréis ya pero, si no es así, os recomiendo que lo compréis y lo leáis… en voz alta… y ya veréis…

Así que, “Le petit Nicolas“, lo escribió René Goscinny e ilustró Jean-Jacques Sempé y fue publicado en formato de libro (anteriormente se habían publicado muchos capítulos como historias sueltas en revistas) en 1960. Los años siguientes, fueron escribiendo hasta cuatro libros más que conformaron una colección. Ya en 1978 los tradujo al castellano Ediciones Alfaguara y, hoy, lo podréis encontrar en la editorial Santillana.

Bueno, pues, esto es todo, ¡hasta la semana que viene!

 

El rebaño

Cuenta una oveja de un rebaño (ya he dicho alguna vez que me chiflan esos álbumes en los que se antropomorfizan los animales), digo, cuenta una oveja cómo su rebaño es la encargada de saltar cada vez que Miguel no puede dormirse. Y es la oveja nº4, la negra, la que, en un momento dado, decide que ya está bien, que no quiere saltar más. La presión del resto del rebaño, como si de la presión social se tratara, no logra que Nº4 cambie de idea. Pero, el contenido de una carta que, en medio del pensamiento o duermevela de Miguel, le entrega a la oveja negra un cartero en bicicleta, hace que, finalmente, salte y el niño logre dormirse. Una carta escrita por el propio Miguel, a su oveja, de su rebaño, de su sueño…

Es magnífico leer desde el pensamiento o las memorias de una oveja en qué consiste el trabajo de los rebaños, de cómo se comportan como eso, como un rebaño de ovejas: una salta, el resto le siguen. Y como una se revela y dice ¡basta! y esto asombra, asusta al resto que reacciona en contra de la oveja negra… ¡genial!… ¡como en la vida misma!… en la humana vida…

Pues, “El rebaño”, lo escribió Margarita del Mazo y lo ilustró Guridi quien ayuda muchísimo a que el cuento resulte divertido, tierno y muy, muy fresco. Una combinación de texto e ilustraciones muy acertada y necesaria. Lo encontraréis publicado por la editorial La Fragatina , que lo hizo en 2014.

¡Hasta la semana que viene!

Los cinco horribles

Voy a ser sincera: ¿no os ha pasado nunca que habéis conocido a alguien de aspecto, si no desagradable, desde luego no bello pero, esa sensación ha ido cambiando a medida ibas conociéndolo? Incluso, me ha pasado a mí, que he llegado a verlo guapo y, cuando he recordado esa primera impresión, casi me ha hecho reír, por lo absurda, digo… pero la verdad es que, de hecho, me ha dado vergüenza haber sucumbido a los absurdos cánones de belleza para juzgar o, más bien, prejuzgar a una persona.

“Los cinco horribles” cometen el error de creérselo, de no ver en ellos nada más que su aspecto horrible. Claro que estamos hablando de un murciélago, una rata, un sapo, una araña y una hiena que se ríe de que el resto no sea capaz de ver más allá de su físico. Porque todos ellos saben hacer algo bien, todos tocan un instrumento o cantan, excepto el sapo, que sabe cocinar creps. Así que deciden abrir una crepería musical y, ante tanta belleza, los animales de alrededor, no podrán más que olvidarse del aspecto de esos animales y, todas la noches, se acercarán a escuchar a esta banda de cinco horribles. Y, bueno, a comerse unas creps…

“Die fürchterlichen Fünf”, lo escribió e ilustró en 1997 Wolf Erlbruch, ese magnífico autor que hizo que comenzara con este blog sobre literatura infantil. En 2001, lo publicó en castellano Editorial Juventud y también lo podéis encontrar en catalán.

¡Hasta la semana que viene!

 

Para hacer un pastel de manzana

Pablo Albo, tiene esos dos lados, uno lleno de humor absurdo que te puede hacer reír hasta llorar y otro que, muchas veces combina con el primero, lleno de ternura. Este libro que os traigo hoy estaría en el segundo grupo.

El relato de un niño contado en primera persona en el que nos describe los días que pasó cuando sus padres lo “abandonaron” al cuidado de su abuelo “para disfrutar (ellos) de unas pequeñas vacaciones”. Y, lo que, al principio no parece prometer nada (para el niño, se entiende), resulta ser toda una experiencia. Y, es que el abuelo le propone, la primera noche, hacer un pastel de manzana y, el niño, intenta poner cara de emoción…

Pero, claro, para hacer un pastel de manzana, necesitas muchos ingredientes que debes reunir, como la harina que, si no tienes, tendrás que moler con un molino movido por un viento, que tendrás que sacar de su letargo haciendo volar una cometa… por ejemplo…

Y, así, de esta forma tan tierna, nieto y abuelo van eligiendo, poco a poco, cada uno de los ingredientes para poder mezclarlos y cocinarlos al baño María en el mar durante las horas de sol.

Así que, claro, al final, no comen mucho pastel de manzana pero, el niño, comprende que “hacer un pastel de manzana solo servía para hacer un pastel de manzana. Suficiente.”

Genial historia que te deja con un muy buen sabor de boca y mejor estado de ánimo y que, en estos días de verano, os recomiendo que leáis y les leáis.

“Para hacer un pastel de manzana” lo escribió el sempiterno en este blog, Pablo Albo, lo ilustró Mariona Cabassa y, en 2009, lo publicó la editorial Edelvives.

¡Hasta la próxima semana!