Nadarín

De reponerse de una mala experiencia, de no dejarse achantar y retomar tu vida allí donde la dejaste. Continuar y comenzar a disfrutar, de nuevo, de la vida con el firme propósito de no tenerle miedo (a la vida). De esto trata “Nadarín”, un mensaje válido para todas las edades, porque malas experiencias, desgraciadamente, se tienen a lo largo de toda la vida, como algo inherente a ella, pero no exclusiva. Y si te dejas llevar por el miedo, es posible que te pierdas todo aquello que hace que valga la pena, que la hace preciosa.

Leo Lionni, escribió e ilustró “Swimmy” en 1963, ya un clásico de la literatura infantil. Con esas ilustraciones tan propias de este autor: estampados y manchas de acuarelas ténues que contrastan con el personaje, un pez negro, diferente a todos los del banco en el que vive.

La editorial Kalandraka fue la responsable de su traducción a todas las lenguas de la península en 2007 así que podréis elegir en qué lengua disfrutarlo.

¡Hasta la semana que viene!

Espejo

Una niña, aparentemente aburrida, descubre con sorpresa que, junto a ella hay un espejo y, como si fuera la primera vez que ve su reflejo, al principio temerosa, después tímida y, al final, deshinibida, empieza a jugar con él. Los movimientos frente al espejo comienzan a ganar intensidad hasta convertirse en un baile desenfrenado donde, hasta el color naranja del vesitido de la niña, escapa de sus límites para cubrir toda la página a modo de manchas. Toda la ilustración de la página de la izquierda aparece siempre reflejada en la de la derecha, como si la línea que las separa fuera ese espejo invisible para el lector.

Pero, en un momento determinado en medio de este frenesí, aparece una página en blanco: las dos protagonistas han desaparecido del libro. Y cuando vuelven, solo los lectores nos damos cuenta de que se ha producido una separación entre la niña y su reflejo. A partir de entonces, este último adquiere vida propia y, como tal, también criterio y albedrío, lo cual, enfadará enormemente a la original cuando se percate de que su reflejo ya no le obedece. Y, parece que el carácer es lo único que siguen compartiendo original y reflejo porque también este se enfada porque no quiere perder su recién ganada individualidad. Original (así vamos a llamarla) acaba con una reacción propia de su edad y, finalmente, empuja la línea media que separa las dos páginas haciendo que el espejo y su reflejo caigan y se rompan en mil añicos. La última página muestra exactamente el mismo dibujo de la niña acurrucada en el suelo del inicio del libro pero, esta vez, su visión en espejo. ¿Es Reflejo u Original quien se ha roto?

Los libros de Lee desafían las normas, provocan al lector, nos obligan a mirar, observar, entender por qué ese dibujo es así y no de otra manera. Porque esa sutil diferencia, ese trazo justo en ese lado de la página es lo que nos cuenta, lo que nos narra sin palabras, en fin, la historia que su autora nos quiere contar.

“Espejo”, fue la primera de las obras de “La trilogía del límite“, a la cual siguieron “La ola“, de la cual ya os hablé en su día, y “Sombras”. La artista de todo esto es Suzy Lee, quien en 2003 comenzó con sus publicaciones. Aquí en España, su publicación corrió a cargo de Barbara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

¿De qué color es un beso?

No soy de escribir acerca de álbumes que funcionan en el mercado de la literatura infantil porque considero que, solo acudiendo a una feria del libro, a una librería o biblioteca pública, se puede tener acceso a ellos sin necesidad de que nadie te hable de ellos. Y, este es el caso de los libros de Bonilla, que parece que se han convertido en indispensables en todos estos lugares y, sea dicho de paso, de una manera más que merecida. Las ilustraciones de esta autora son muy atractivas. Dibujos a lápiz, con personajes (sobre todo Minimoni) divertidos y llenos de color. Frescas, con movimiento… en fin, un sello inconfundible de esta ilustradora.

Minimoni, esa niña de pelo corto y aspecto desenfadado, activa, creativa, feliz, se pregunta de repente de qué color es un beso. Irá pensando en los diferentes colores pero, por una razón o por otra, la niña los asocia a cosas divertidas pero también a las que le desagradan y, uno por uno, los irá descartando. Por fin, desesperada, le pregunta a la madre si sabe de qué color son los besos. La madre, simplemente, le da un enorme beso en la mejilla a su hija que aparece con una grandísima sonrisa y rodeada de corazones de todos lo colores y estampados (¿por qué no?) posibles. Y es que creo que esta es la mejor representación gráfica que he visto de esa sensación que se tiene cuando una madre o un padre te da un beso y, qué duda cabe de que es igual cuando te lo da un hijo… ¡Perfecto!

“De quin color és un petó?” lo escribió e ilustró Rocío Bonilla Raya en 2015 y, ese mismo año, se publicó y también se tradujo al castellano, gallego y vasco, y todo corrió a cargo de la editorial Algar.

¡Hasta la semana que viene!

What happens next?

Es difícil, muy difícil, hablar de la muerte con los niños sin caer en lo tópico o lo ñoño. Me gusta cuando se les habla con claridad, con cercanía, con la sensibilidad suficiente como para comprender que son personas que han perdido a un ser querido y que como tal hay que tratarles. Y no siempre se hace bien esta difícil tarea. Por eso, cuando cae en mis manos algún álbum que, no solo sorprende sino que destaca por lo bien que lo aborda, no puedo más que hablar de él aquí.

Y, es que hace poco traía otro libro, “Ser o no ser… una manzana“, y a raíz de este, empecé a buscar más cosas de su autor y di con esta maravilla que me hizo llorar (aunque, no penséis que esto supone un mérito, que soy de lágrima fácil, como lo era mi padre). Un niño acaba de perder a su abuelo y, ordenando la que había sido su habitación, encuentra una libreta de notas en cuya cubierta el anciano había escrito: “¿Qué ocurrirá luego?”.

El niño abre la libreta y lee las anotaciones de su abuelo. Dudas acerca de en quién se convertiría o qué es lo que deseaba que ocurriera una vez muerto. Todas las ideas escritas por el anciano reconfortan y animan al niño hasta que, pensando, duda en que tal vez su abuelo escribió todo eso porque tenía miedo o se sentía triste porque iba a morir. Al pregunatrle al padre, este le dice que desconoce la razón pero que, en todo caso, es algo bueno para dejar a los demás cuando te mueres.

Así que el niño sale de casa dispuesto a comprar una libreta donde anotar todo aquello que le gustaría que le ocurriera después de haber muerto. Y, pensando en esa lista de deseos, el niño se da cuenta de que todavía hay una lista más larga e importante de cosas que desearía hacer mientras esté vivo. Pero, incluso esa lista, será incapaz de comenzarla porque antes se irá a jugar a aprender a volar…

Maravilloso libro para aprender a vivir y a sacarle jugo a la vida, que ya es corta y no podemos ir perdiendo el tiempo y las energías. Traducido del japonés, “What happens next?” lo escribió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2016 y, un año más tarde, lo publicó la editorial Thames & Hudson. Al español todavía no se ha traducido pero, cómo no, desde aquí insto a cualquier editorial para que apueste por esta joya, porque, lo dicho, no es fácil encontrar algo así… Y para que veáis que no exagero, aquí os dejo una lectura muy acertada de él. ¡Hasta la semana que viene!

El pequeño jardinero

Un pequeño, pequeño jardinero que vive para su jardín: trabaja en él, se alimenta de él, vive en él… no es gran cosa, pero el jardinero lo ama y le da lo mejor de sí mismo. Pero el jardín es muy grande y él muy pequeño así que se siente desbordado e incapaz de llevar a cabo tan gran labor.

Y aquí deviene mi duda acerca del significado de este libro, porque, ya desesperado, pide ayuda en forma de deseo, en forma de plegaria y, aunque nadie lo oye de pequeño que es, sin embargo, la gente de tamaño normal que habita también en ese jardín, descubre sus posiblidades y se pone manos a la obra consiguiendo, sin tanto esfuerzo gracias a su tamaño, que el jardín se recupere, florezca y fructifique para asombro de esa pequeña criatura que piensa que un milagro ha acaecido en su jardín. Y, aunque en todas las reseñas se habla de perseverancia, amor al trabajo y de la capacidad de pedir ayuda en los momentos en que es necesario, yo no puedo dejar de ver cierta mística en esa ayuda de un ser superior que el pequeño ser no ve pero al que implora. Claro que el lector sabe en todo momento que el que le está ayudando es un igual pero con más capacidad. Alguien que ha visto el potencial de belleza en ese jardín y comienza a trabajar en él con esfuerzo y cariño alcanzando un trabajo en cooperación con el ser diminuto… No sé, alguien tendría que explicarle al pequeño jardinero qué está ocurriendo en su jardín…

En fin, sea como fuere, no cabe duda de que Hughes consigue, una vez más, una belleza inusitada en sus ilustraciones en las que, de nuevo, como ocurría en “Salvaje“, la naturaleza cubre las páginas, se enreda, se convierte en la protagonista y se hace difícil avanzar en su lectura sin antes escrutar cada rincón de cada dibujo…

“The Little Gardener”, lo escribió e ilustró Emily Hughes en 2015 y, ese mismo año, la editorial Impedimenta lo tradujo al castellano y al catalán.

¡Hasta la semana que viene!

La gran pregunta

El modo que tiene Erlbruch de simplificar la pregunta, de dulcificar y hacer tierna la duda que todo ser humano tenemos en algún momento de nuestra vida: ¿para qué estamos aquí?

Parece que un niño acaba hacerse por primera vez esa gran pregunta que, sin embargo, no aparece en todo el texto y, todos y todo lo que tiene a su alrededor, le dan su propia respuesta. Cada uno la razona en función del significado de su propia vida: el piloto le dice que está aquí para dar besos a las nubes, el hornero que para madrugar, el jardinero para aprender a esperar, la piedra para estar aquí… hasta llegar a la madre que le responde que está aquí para que ella pueda quererlo…

Dulce, tierno, sencillo… Wolf Erlbruch en estado puro. Con unas magníficas y características ilustraciones que apoyan a la perfección el texto. Ese dibujo de la muerte que le explica al niño que está aquí para amar la vida. Una muerte que volverá a aparecer en “El pato y la muerte” años después. Una muerte curiosa, dulce, amante de la vida… es mi personaje favorito de Erlbruch. En fin, muy recomendable, como siempre.

“La grande question”, lo escribió, como ya he dicho, Wolf Erlbruch y fue premiado en la Feria del Libro Infantil de Bolonia de 2004. Un año después se publicó y, aquí en España, corrió a cargo de la editorial Kókinos.

¡Hasta la semana que viene!

Un niño, un perro y una rana

Ya he hablado en otras ocasiones de los álbumes ilustrados sin texto, y me encantan porque son las ilustraciones las que hablan. Todo, absolutamente todo, se centra en ellas. Ellas son las que cuentan, las que te dan opción a imaginar que está ocurriendo más allá de lo que estás viendo. Al no tener texto, buscas, escrutas en cada página aquello que puede darte pistas de lo que ocurre en la historia… ¡me encantan!

Y, como no, “Un perro, un niño y una rana” es uno de ellos. Un niño sale con su perro a cazar ranas. Provisto de una red y un cubo, pretende capturar una que encuentra en la orilla del río. La rana, al principio molesta, comienza a burlar una y otra vez al niño convirtiéndolo en un juego pero en el que solo disfruta ella. De hecho, al final, el niño se rinde y vuelve a casa cansado y enfadado. La rana se queda en el río pensativa y algo triste hasta que decide seguir las huellas de las botas del niño hasta su casa donde, más relajados y contentos, le reciben niño y perro y le invitan a compartir un baño reconfortante. Una historia sencilla y tierna que obliga a pasar las páginas para ir descubriendo al personaje más divertido: la rana.

“A boy, a dog and a frog”, lo dibujó Mercer Mayer ya en 1967. En 2008 lo publicó Los cuatro azules aquí en España.

Y, bien, con este libro de temática tan estival, lanzo el deseo de que todos lo niños disfruten y descansen en estas vacaciones tan, tan merecidas. ¡Hasta la semana que viene!

Ser o no ser… una manzana

No sé si os acordáis de una viñeta de Mafalda, del genial Quino, en la que Miguelito… bueno, es mejor verla…

Y así de desbocada es la imaginación en un niño, bueno, y afortunadamente también en algunos adultos, si no de qué manera tendríamos estos maravillosos libros…

En fin, un niño encuentra una manzana en la mesa y, supongo yo que, algo cansado de la rutina del colegio, con la mirada fija en ella, da rienda suelta a su imaginación: ¿y si no fuera una manzana? ¿Y si solo tuviera su aspecto pero en realidad fuera…? Y comienza a divagar acerca de la identidad de la manzana…

Divertido y absurdo (como me gustan a mí). Con unas ilustraciones, sencillas pero muy atractivas, que van dibujando todo aquello que va imaginando el niño creando ese conjunto perfecto entre texto e imagen del que muchas veces he hablado.

Pues bien, “It Might Be an Apple”, lo escribió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2013 y este año, en 2019, la editorial Libros del Zorro Rojo lo ha publicado en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Roni

Divertido, irónico, con unas ilustraciones muy atractivas y descriptivas, en todo momento, de lo que está pasando en el texto, así es el álbum que os traigo hoy: Roni.

Roni es un gato, pero también podría ser un perro, o un agapornis… todos los que tenemos o hemos tenido alguna vez una mascota en casa nos hemos hecho esta pregunta alguna vez: ¿por qué tengo que aguantar yo esto? Pero, al final, llegas a la conclusión de que, aún con todo lo que aguantas, merece la pena…

Pues sí, Roni es un gato que cada día de la semana, sin excepción, obsequia a su amo con alguna barrabasada que tiene que subsanar el pobre hombre quien, a medida que se acerca el domingo, va viendo desaparecer sus fuerzas y su paciencia. El último día, antes de que vuelva a arrancar la semana y comience de nuevo el círculo en el que está atrapado el narrador, le razona, le riñe y le dice que esto no puede continuar así… con ese monólogo inútil que todos hemos utilizado alguna vez con estos, nuestros animales que, si entienden algo, sin embargo, no tienen ningún propósito de enmienda…

En fin, con una rima y repetición de una misma frase en cada día de la semana, Txabi Arnal, consigue darle un ritmo al texto confiriéndole dinamismo y más diversión. Texto muy bien acompañado, como ya he dicho antes, por unas muy frescas ilustraciones a cargo de Julio Antonio Blasco. La Guarida Ediciones, fue la encargada de publicarlo en 2015 con esa dedicatoria en la primera página que aún lo hace más divertido, si cabe:

“Para Roni, por supuesto”

¡Hasta la semana que viene!

Al país de l’olivera

No sé cómo empezar a describir lo que he sentido al leer (¡por fin!) este álbum ilustrado, porque, entre otras cosas, no ha sido solo por leerlo, lo he sentido de forma completa como pocas veces puede ocurrir al leer un poema.

Y es que me planteo el problema de una posible traducción del texto (el poema está escrito en valenciano) pero acabo entendiéndolo como un imposible. Y, es aquí donde entra Aitana Carrasco. El poema nos habla del amor, amor de pareja, amor a la tierra… amor a la vida, pues. Y las ilustraciones de Aitana, van más allá de las palabras, ahondan y abren una ventana por la que puedes ver ese amor al detalle. Nos abre la puerta de una habitación haciéndonos cómplices del amor de esa pareja, que durante un tiempo han estado separados, sin pudor, sin escrúpulos, porque el amor es así, “salvatge”, como decía nuestro poeta Vicent Andrés Estellés .

Nos abre al paisaje valenciano como esa Serra Mariola con el Frare d’Agres al fondo que aparece en una de las páginas. Nos describe los caminos y rieras que nos recorren, con “baladres” (adelfas), “oliveras” (olivos), “figueres” (higueras), “tarongers plens de tarongina” (naranjos llenos de azahar)… y, claro, esto ya no se puede traducir… son imágenes que pasan desapercibidas si no has caminado por estas tierras, si no has olido un naranjo justo en esta época del año, que están llenos de flor…

Y, sí, tengo la suerte de haber nacido en una tierra donde se habla dos idiomas, donde la gente se expresa en catalán y en castellano y, cuando veo cosas así (y las he visto en los dos idiomas), me confirmo en la idea de que el bilingüismo solo puede enriquecer a las personas…

Haceos el ánimo y leedlo, aunque no sea en castellano: no es tan difícil, las dos lenguas son hermanas. Aquí en casa, por ejemplo, tenemos álbumes en gallego porque el autor lo ha escrito en su lengua materna y yo, haciendo un pequeño esfuerzo, lo entiendo y, si no lo hiciera, quizá me perdería algo de lo que me quiere contar, cuánto más si es un poema.

“Al país de l’olivera”, lo escribió Xavi Sarrià y es también una canción de su grupo, Obrint Pas, así que más abajo os dejo un enlace por si queréis oírla. Aitana Carrasco, como ya he dicho antes, se encargó de crear esos personajes tan parecidos a ellos mismos y de acercarnos un poco más al sentimiento de él. El año pasado, en 2018, Sembra Llibres, lo publicó para goce y disfrute de todos nostros. ¡Hasta la semana que viene!