Memorias de una gallina

Y siguiendo con este tipo de libros infantiles que hablan sobre una fémina, hoy, un libro para niños algo mayores, “Memorias de una gallina”.  Una gallina que decide su propio nombre, Carolina. Que entiende que el mundo no es solo poner huevos: que, si hay que pagar a la granjera  por la casa y la comida, con sólo tres huevos a la semana es suficiente. Que ella quiere cantar, charlar, tener amigos…  y, si pone tres huevos, dos, o incluso uno al día, ya no le quedará tiempo para todo esto.

Una gallina que no soporta las injusticias, que ayuda a su hemano a huir del gallinero para que la granjera no lo eche en la cazuela, que ayuda a las gallinas débiles a defender su ración de comida ante los picotazos y empujones de las gallinas fuertes y elegantes.

Una gallina que no cae rendida ante los encantos del gallo Marqués pero que, cuando el resto de gallinas lo castigan porque descubren sus mentiras, lo cuida y no se ensaña con él. Incluso cuando todo parece indicar que, al final, Carolina se va a casar con este gallo majestuoso, lo rechaza porque ella es capaz de cuidar de sí misma, de buscar sus propios granos de maiz y, sobre todo, es capaz de despertarse sola sin la necesidad del canto del gallo. Será ella quien, delicadamente, despertará al gallinero para demostrar que ellas también pueden cantar.

Me cae bien: una gallina que, sin acritud, sin venganza, va cambiando el mundo. Sin conformismo pero sin revoluciones violentas, con un modo de ver la vida ajustado, real, sin utopías pero justo, sobre todo justo.

“Memorias de una gallina” lo escribió Concha López Narváez en 1989 y lo encontraréis publicado por la editorial Anaya en su colección El Duende Verde. En Bétera, lo podéis encontrar en nuestra biblioteca. Os lo recomiendo, de verdad.

Hasta la semana que viene.

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