Con los pies en los zapatos

En la época que descubrimos a Pablo Albo, nos entró un deseo mezclado con ansiedad de hacer acopio de todo lo que había escrito por miedo a que se dejara de publicar, que ya sabéis qué pasa con la literatura infantil, que es un visto y no visto. Así que dimos con un libro de lecturas para alumnos de 2º de primaria cuyo texto había escrito también él. Nos resultó un poco extraño comprarlo porque, entonces, nadie en casa tenía esa edad pero, bueno, así tranquilizábamos nuestro espíritu.

El hecho es que, cuando lo leímos, pensamos en lo afortunados que serían aquellos niños que tuvieran ese libro de lecturas en clase. Afortunados y privilegiados porque, sí, es un privilegio aprender a leer con un autor que transmite esa diversión, esa informalidad en la palabra escrita, perdiendo todo el arcaico respeto, jugando con el texto y las palabras de forma que convierte el aprendizaje en un juego.

En fin, que cada vez que hablo de Albo, pierdo el hilo de lo que quería decir…

En un mundo en el que casi todo está por inventar o descubrir, los zapatos sí que están inventados pero no con el propósito actual: los zapatos se usan como viviendas, vajilla o sombreros. Claudia, será la primera persona que los use de manera fortuita en los pies, no sin antes pasar por un sinfín de absurdos y anécdotas junto a su hermano, un joven que quiere descubrir mundo y con quien guarda una relación muy tierna.

Tierno, divertido, absurdo, con unas ilustraciones que acompañan de manera perfecta y con mucha frescura al texto reproduciendo con total fidelidad lo que se está leyendo.

Con un sello inconfundible, Pablo Albo, escribió “Con los pies en los zapatos” y lo ilustró Adolfo Serra por encargo de la editorial Edelvives en 2011. ¡Hasta la semana que viene!

Arturo y Clementina

Esto lo he visto en los dos sentidos. Es decir: ese menosprecio, subestimar a la pareja, maltratarla con el fin de destacar. Achantar, reírse del otro para demostrar que tú eres más… ¡pobre!, menos mal que me tienes contigo porque, si no, qué sería de ti… Cada vez que veo este comportamiento, insisto, de uno y del otro lado, me da vergüenza ajena. Una persona capaz de comportarse así con la persona que (dice) más quiere, solo demuestra una inseguridad cubierta de mezquindad, egolatría, deslealtad… vaya, que despierta en mí lo mejor…

Y, sí, he visto a hombres tratando así a sus mujeres, pero también he visto a mujeres ridiculizando a sus hombres y me ha dado igualmente rabia y vergüenza. Pero, claro, es más dramático cuando una de estas personas a las que les cuentan estas patrañas, se queda en casa convencida de que no sirven para nada, que todo lo hace mal, que no es capaz de valerse por sí misma. Y tienen miedo, y se lo creen, y se sienten al principio agradecidas por tener a alguien que les cuide, pero al final entristecen, y no saben por qué… si lo tienen todo… Y, sí, generalmente, estas personas son mujeres, y no hombres…

Clementina, al final, despierta; deja de escuchar a Arturo; le pesa tanto la casa que, literalmente, lleva a cuestas que decide irse a ver mundo para poder tocar su flauta y poder pintar sus cuadros.

Tremendo y valiente este álbum para niños de los años 70 del siglo pasado en el que animaba a las lectoras a creer en sí mismas y a ser valientes para abandonar al hombre que no las dejara crecer. ¡Bravo!

“Arturo e Clementina” lo escribió Adela Turín y lo ilustró Nella Bosnia en 1976. El año pasado, en 2018, la editorial Kalandraka lo reeditó para seguir inspirando, que todavía hoy hace falta…

En fin, hasta la semana que viene…

Hilda

Y, bueno, esta vez ha sido al revés. A raíz de un comentario en Twitter de la editorial di con una nueva serie de dibujos animados en Netflix que comenzó a emitirse el jueves de la semana pasada. La estética parecía diferente a todo lo que había visto antes y Barbara Fiore es una editorial que, a menudo, publica verdaderas joyas dentro de la literatura infantil. Así que, sí, la vi y me gustó, y mucho.

Efectivamente, la estéica es diferente, pero, además, la temática es original, con una ética, una filosofía de fondo que me convence plenamente. El humor es inteligente y surrealista a la vez. Personajes fantásticos que invaden la vida real de una niña que vive sola con su madre en las montañas y que, debido a unas causas que ahora no podría ni explicaros, se ve forzada a mudarse a la ciudad.

Pues, como decía, esta vez ha sido la serie la que me ha llevado al libro que, en forma de cómic, nos muestra la vida de esta interesante niña. Y, ninguno de los dos desmerece al otro. Así que, si tenéis oportunidad, leed, leedles y que lean las aventuras de Hilda. Y, por supuesto, en Netflix, tenéis la serie muy bien adaptada. A ver si de este modo, viendo series de tanto valor vamos consiguiendo unos contenidos de más calidad en la televisión… pasito a pasito… que, ahora, cada vez que abrimos estas redes de televisión es como si emitiéramos un voto acerca de cómo queremos nuestra programación. Como cada vez que compramos en el supermecado y hacemos tantas otras cosas anónimas a lo largo del día… pensadlo… sería fácil cambiar el mundo…

Bueno, a Hilda la creó Luke Pearson en 2010 y a partir de entonces ha escrito e ilustrado varios volúmenes: “Hilda y el trol”, “Hilda y el gigante de medianoche”, “Hilda y la cabalgata del pájaro”, “Hilda y el perro negro” y “Hilda y el bosque de piedra”.  Y, aquí, de la traducción al castellano y su publicación se está encargando Barabara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

Frank. La increíble historia de una dictadura olvidada.

Estoy plenamente convencida de que La Revolución, sí, La Revolución con mayúsculas, esa que hará del ser humano un ser noble; un ser que no cometa la locura y la torpeza de acabar con el planeta que lo mantiene con vida; un ser que no acepte ninguna discriminación, de la índole que sea. Un ser que no permita la muerte porque sí, por hambre, o por la guerra… esa Revolución comenzará en las aulas de infantil.

Porque, únicamente haciendo entender a un niño, haciendo que interioricen como el aire que respiran que hay una injusticia en una mujer discriminada por su condición de mujer, o en un homosexual repudiado, insultado (sea hombre o mujer) por su inclinación sexual. O la injusticia en un pueblo reprimido, o en el abuso de poder, o en la polarización económica… Únicamente haciendo entender esto a los niños, lograremos que crezcan como personas en el equilibrio, en el criterio, en la igualdad, en la empatía…

Pero claro, ¿cómo podemos explicar a un escolar una dictadura, por ejemplo? ¿Cómo podríamos hacer entender a un niño los crímenes del franquismo? Porque es necesario hablar de esto con ellos, es importante que sepan que, aquí, en España, hubo hace 40 años una dictadura, que esta dictadura fue muy cruenta y que, aún hoy, hay gente que busca a sus familiares. Que sí, que son familiares algo (no mucho, no vayamos a pensar) lejanos pero que, su desaparición sin más explicaciones, condicionó la vida de una familia más allá del paso de los años, más allá del paso de las generaciones, convirtiéndose en un fantasma que deben encontrar para poder cerrar los ojos, respirar hondo y poder descansar… ¿tan difícil es de entender esto por un adulto?

¿Cómo le explicamos esto aun niño?…

Y, es importante que lo entiendan por lo mismo de siempre, porque sin conocer nuestra historia, nuestros errores, corremos el riesgo de volver a cometerlos y esto no lo podemos permitir, más que nada porque serán nuestros hijos quienes lo sufran.

“Frank. La increíble historia de una dictadura olvidada”, de Ximo Abadía, es una ayuda para explicárselo. Una increíble historia que publicó en enero de 2018 la editorial Dibbuks.

En fin, creo que también hay que hablarles de esto. Que ocurrió en nuestro hogar y no nos podemos permitir hacer un tabú de algo así… Hasta la semana que viene…