Pájaros en la cabeza

En la dedicatoria de este álbum pone: “A mis hijos Antoine y Violeta y a los adultos que aprenden de los niños”. Y sí, definitivamente, este libro está dedicado también a mí. Incluso, diría que, últimamente, ya solo aprendo de ellos, que, cuando menos, es más divertido…

En “Pájaros en la cabeza”, una niña comienza a hacer preguntas a su maestra que aparenta estar bastante cansada de esos sinsentidos tan propios de los niños… bueno, esta mujer parece estar cansada de la vida… y no sabe bien qué contestar cuando la niña le dice:

-Si lo que siento es muy grande, ¿puedo salirme de la línea?

Bonito, ¿eh?… da qué pensar…

En fin, y por eso, Sofía (así se llama la niña. ¡Genial!, ¿no?), antes de salir al patio, le regala uno de los pájaros que su maestra dice que tiene en la cabeza…

“Pájaros en la cabeza” lo escribió e ilustró Rocío Araya en 2016 y ese mismo año lo publicó la editorial Litera.

¡Ah!, y yo sí miro por la ventanilla del avión cuando viajo que, si no, siento que me pierdo algo. ¡Hasta la semana que viene!

El jardín subterráneo

El autor de este álbum nos cuenta en su contraportada que, cuando estudiaba arte en Nueva York, conoció a un conserje llamado Moss que limpiaba el túnel del tren. Cuando le invitó a su casa, pudo ver que la tenía llena de libros, dibujos y un piano con el que componía música en su tiempo libre. Asombrado por lo que vio y convencido de que, si Moss encontrase una boca de ventilación, plantaría un árbol, esta anécdota le sirvió como inspiración para escribir “El jardín subterráneo”.

Así que, sí, Moss es un limpiador de una estación de metro y, un día, se da cuenta junto a los pasajeros que esperan en el andén de que, desde el túnel, llega un soplo pestilente. A partir de entonces, cada noche, dedica parte de su jornada laboral a ir limpiando el túnel. Un día, descubre una boca de ventilación por la que se filtra un poco de luz de la calle, así que decide plantar un árbol creando así un jardín secreto subterráneo. Lo que no sabe (o sí) el señor Moss es que, al crecer, el árbol saca sus ramas hacia el exterior. La gente de la calle, asombrada por ese árbol que sale de la boca del metro, decide arrancar el asfalto que lo rodea y plantar, en lugar de él, más plantas y árboles que conformarán, a partir de entonces, un jardín urbano para todos los vecinos.

Hermoso mensaje el de este libro. Nunca debemos subestimar el poder de hacer bien un trabajo por poca importancia que parezca tener porque, desde él, podemos cambiar el mundo. ¡Me encanta! Es mi filosofía de vida…

“El jardín subterráneo”, lo escribió Cho Sunkyung en 2005 y lo publicó en castellano Thule Ediciones. En Bétera, lo podréis encontrar en la biblioteca municipal.

Os lo recomiendo, de verdad… ¡Hasta la semana que viene!

Cuando las niñas vuelan alto

Es raro que hable de un autor del cual he escrito una entrada recientemente, pero es que hay gente que, desde su trabajo, contribuye de gran manera a que este mundo cambie. Y como yo soy de esas que piensan que, si quieres que el mundo mejore, tienes que intentar cambiarlo desde tu día a día, desde tu trabajo, haciendo que cada cosa que hagas tenga un sentido hacia esa mejoría, pensé que debía hacer una excepción.

Raquel Díaz Reguera pone su granito de arena en cada álbum que crea para alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer, para que las mujeres se valoren a sí mismas como se merecen. Esta mujer consigue que la nueva generación de mujeres y de hombres comiencen a crecer sin prejuicios y en la equidad.

Adriana, Jimena y Martina tienen grandes sueños sobre su futuro pero, la banda de don NOLOCONSEGUIRÁS, una banda de malos malísimos, emplea todo su tiempo en esconder entre la ropa y bolsas de las niñas, un montón de piedras para que no puedan volar y, así, que no logren alcanzar sus sueños. El señor SIQUIERESPUEDES, que es el que teje las alas para que las niñas puedan volar, será el encargado de acabar con este sinsentido.

Aunque muy obvio y directo, me parece perfecto para comenzar a cambiar el mundo desde la infancia que, como ya he dicho en otras ocasiones, creo que es la única manera de hacerlo.

“Cuando las niñas vuelan alto”, lo escribió e ilustró Raquel Díaz Reguera en 2017 y, ese mismo año, lo publicó la editorial Lumen. Además, también lo podéis encontrar traducido al catalán (Quan les nenes volen alt). ¡Hasta la semana que viene!

Yo voy conmigo

Y siguiendo con el tema de aceptación de uno mismo, hoy uno más pero, esta vez, para aprender a querernos y a no cambiar de manera tan gratuita por los demás. “Yo voy conmigo”: una niña enamorada y aconsejada por sus amigos, comienza a cambiar para que Martín se fije en ella. Cuando ya ha renunciado a su “yo”, se ha quitado hasta las alas y los pájaros de su cabeza le han abandonado, entonces, Martín le mira y le sonríe. Pero, ella misma ya no se reconoce, así que, poco a poco, se va reconstruyendo hasta conseguir que sus pájaros vuelvan.

No hay mucho que explicar: un buen libro con muy buenas ilustraciones para educar en el respeto por uno mismo, para aprender a querer a las personas por sí mismas, sin intentar cambiarlas… en fin, muy recomendable.

“Yo voy conmigo” lo escribió en 2015, Raquel Díaz Reguera, y ese mismo año lo publicó, también en catalán, Thule Ediciones.

Hasta la semana que viene.

Por qué vivimos en las afueras de la ciudad

Otra belleza. Y también de la mano de Jutta Bauer quien, esta vez, pone las ilustraciones. En las páginas de la izquierda, a lápiz, una familia que se traslada. En cada capítulo un hogar diferente. En las páginas de la derecha, a color, la situación vivida por la familia en el lugar que han decidido vivir: un autobús, un bosque, la azotea de una iglesia, el violín de la tía, un hotel, la Luna, un cine, el sombrero del tío… Una situación surrealista que sirve al autor para ir contándonos, de manera desapercibida, la vida interior de una familia, con sus nostalgias, sus necesidades, sus enfados, sus peleas, sus deseos, la muerte de uno de sus miembros… Magnífico poema en prosa de la vida misma en una familia.

Posiblemente difícil de seguir en su totalidad por un niño. Creo que es uno de esos álbumes tan bellos que solo se puede apreciar completamente por un adulto pero, aún así, el absurdo del texto y las magníficas ilustraciones, mantienen perfectamente la atención de los pequeños.

Un libro altamente recomendado. “Warum wir vor der Stadt wohnen” lo escribió Peter Stamm y lo ilustró Jutta Bauer en 2005. Ya en 2008, lo tradujo y publicó “Tàndem edicions” así que, además de en castellano, lo podréis encontrar, también, en valenciano y, mis paisanos, en la biblioteca municipal de Bétera.

Hasta la semana que viene.

Selma

La primera vez que leí este álbum me quedé impresionada de su tamaño tan pequeño y de su enorme contenido. ¿Qué es la felicidad?, se pregunta un lobo frente a una copa de vino, se supone que, en una barra de bar. Y así, de esta forma tan cómica, empieza “Selma”, de Jutta Bauer.

Y es el Gran Carnero quien responde al lobo contándole la historia de Selma, una oveja que nos habla de la cotidianidad de la felicidad, no por la frecuencia con la que se muestra sino porque es en lo cotidiano donde la encontramos. Y no nos dejemos arrastrar por la idea de que esto no es felicidad sino conformismo. Arranquemos ya de nuestro ideario una felicidad inculcada por el mercado, por los medios sociales en los que no nos está permitido fracasar o mostrar el fracaso. ¿Qué vida esta? Si la felicidad fuera los que nos muestra la publicidad o Instagram, estaríamos bien jodidos (y perdonad la expresión) porque tan solo una minúscula minoría podría disfrutar de ella (y tampoco tengo muy claro que lo hiciera).

La felicidad en el día a día, en una comida, en un momento compartido con los hijos, en un paseo o una carrera, en una charla con una amiga… Y el saber que mañana también podrás hacerlo. Y ya está. ¿No es suficiente? Saber que puedes vivir, que puedes hacerlo junto a los tuyos… Y cuando llegas a este estadio te asombras de las cosas que te rodean, te percatas, notas situaciones, vivencias que antes te pasaban desapercibidas y ésto es la felicidad.

¡Gente!, bastante mal está la vida para no saber apreciar lo que tenemos. Aprendamos a decir ¡basta! a este mundo surrealista en el que día a día nos obligan a adentrarnos impidiéndonos emerger para ver que, la realidad, es bien diferente y que, aún así, vale la pena, y mucho. ¡Despertemos!

“Selma” lo escribió e ilustró Jutta Bauer en 1997 y lo publicó en 2008, en castellano, la editorial “Los cuatro azules“. Una buena enseñanza para un niño, ¿no creéis?

Hasta la semana que viene.

Sueños de lana

Ayer fue el Día Internacional de la Mujer. Y, yo no me considero una mujer feminista en el sentido actual de la palabra, no acabo de entender lo de “ellos y ellas”, o el deseo de prevalecer de algunas mujeres por encima del hombre… Soy más de una igualdad, de coexistir en este mundo que, inevitable y afortunadamente, tenemos que compartir … y, por esto, mé manifesté ayer.

No obstante todo esto, siempre he percibido un modo femenino de ver el mundo que no aprecio tanto en los hombres (bueno, ni en todas las mujeres, tampoco puedo generalizar). Novelas como “Orlando”, de Virginia Woolf; “El festín de Babette”, de Isak Dinesen; “Un puente de libros infantiles” de Jella Lepman o, evidentemente, guardando las distancias, el cuento que os traigo hoy, podrían explicar esta percepción de dureza, fortaleza, anhelos, arquitectura de tu propia vida en torno a los seres queridos, desconcierto ante la violencia… Sé que si algún hombre me lee podrá molestarse: no lo hagas, de verdad, es una pincelada en algunas mujeres que, me sorprende, no nos hace ni mejores ni peores, simplemente, me sorprende.

“Sueños de lana”, de Mercè Sendino. Un homenaje en forma de verso a la mujer. Unos personajes femeninos que tejen su vida o sus deseos con lana, conforman los sueños de Susana, cuyos padres tienen una fábrica de lana. Y no hay nada más. De hecho, cuando leo algunas notas acerca de este libro, nunca le encuentran tanto sentido, únicamente unos versos infantiles y ya. A lo mejor soy yo quien ve algo más… quizá tendríamos que preguntar a su autora, pero, en cualquier caso, no cambiaría mi precepción. Es un libro escrito e ilustrado por una mujer y yo me he sentido muy cerca de él.

“Sueños de lana” lo escribió Mercé Sendino en 2008 y fue publicado por Brosquil Ediciones.

Y, bueno, el cuento perfecto para una mujer fuerte y que siempre me sorprende, como estas mujeres de las que os he hablado hoy, y que cumplió años el pasado domingo: mi madre…

Hasta la semana que viene.

¿Te acuerdas?

Hay veces que me gustaría escribir, o ilustrar, o escribir e ilustrar un álbum para niños pero, entonces, descubro algún libro como el que os traigo hoy y pienso que, mientras haya personas que creen de esta manera, mejor será que me mantenga detrás de mi ordenador y me limite a hacer eco e intentar que estas maravillas lleguen al mayor número de niños posible.

Di con este álbum a través del blog “Donde viven los monstruos”. Un blog sobre literatura infantil al que podéis acceder por el enlace permanente que tenéis a la derecha. Reflexiones sobre multitud y diferentes temas que sirven al autor para presentar un libro dirigido a los niños (el libro, que no la reflexión. Y es esto lo que me gusta de este blog, que es diferente.)

En fin, pues estaba leyendo, como hago habitualmente, la entrada que acababa de publicar y que ese día dedicaba a “¿Te acuerdas? o cómo revivir los momentos compartidos”.  Me pareció muy interesante la reflexión que hacía sobre las nuevas tecnologías y las relaciones sociales, sus virtudes y sus inconvenientes, la conexión que hacía con el álbum que presentaba… así que decidí comprarlo.

Y es que, en estas nuevas relaciones se pierden los sentidos. Sentidos como el olor, el tacto que nos hacen rememorar (¡y de qué manera!) momentos vividos con otra persona pero que, evidentemente, a través de Internet, prescindimos de ellos.

En “¿Te acuerdas?” una pareja de ancianos, en diferentes situaciones y según lo que están haciendo o viendo en cada momento, van recordando un día vivido en la infancia. Un día que vivieron juntos mientras eran niños y que, ahora, recuerdan con los mismos sentidos que en ese momento compartieron. La imaginación de un juego en el camino, la inquietud al haberse perdido, la tranquilidad de coger de la mano a tu amigo y sentir cómo se esfuma el miedo. Las gotas de lluvia en la boca, esas mismas gotas en la hierba tras la tormenta y tú tratando de cogerlas con la mano…  ¡Magnífico! Cuando leo textos así, de verdad, pienso que todo está hecho, que con gente escribiendo e ilustrando bellezas así podemos estar tranquilos porque la literatura infantil está a salvo.

“Weisst du noch?” lo escribió Zoran Drvenkar y lo ilustró la siempre magnífica, Jutta Bauer en 2017 y, ese mismo año, Lóguez Ediciones lo tradujo al castellano.

En fin, encantada de haber encontrado esta joya… Hasta la semana que viene.

¿Y yo qué puedo hacer?

Sin quitar un ápice de mérito a la labor que realizan muchas ONG (otras me infunden rabia y terror cuando profundizo en su organización), siempre me ha fastidiado la devoción y la ayuda hacia ellas que surge entre algunas personas en estas fechas y solo en estas fechas. Como si limpiáramos conciencias con dinero destinado a proyectos lejanos para tratar de paliar problemas que no nos afectan pero que, lo más seguro y de manera indirecta, hemos provocado nosotros con nuestro modo de vida. Sí, viene a recordarme un poco a la campaña franquista “Siente un pobre en su mesa” que caricaturizó Berlanga en su película “Plácido“.

Y, claro, cuando leí “¿Y yo qué puedo hacer?”, pensé que podía ser una gran herramienta para que un niño entienda en qué consiste la solidaridad y la empatía más allá de la Navidad y las grandes campañas o acciones que se llevan a cabo en ese momento del año.

El señor Equis lee el periódico todas las mañanas y el cuerpo se le llena de preocupaciones ante las noticias que acaba de leer. La pregunta “¿Y yo qué puedo hacer?” se aloja en su cabeza y le tortura hasta que, una noche, cansado, se duerme en el sofá con la boca abierta. La pregunta encuentra el agujero y aprovecha para quedarse en la lengua. Al día siguiente, el señor Equis, se asombra cuando descubre que, cada vez que abre la boca, la pregunta sale, y cada vez que sale, alguien que está cerca del señor Equis le contesta: una mujer angustiada en la calle que necesita que alguien la lleve al hospital con su hijo que tiene fiebre, la vecina enferma que no puede bajar a hacer la compra… gente cercana y con problemas que siempre responderán a la pregunta “¿y yo qué puedo hacer?”.

Una delicia de libro de José Campanari con ilustraciones sencillas pero originales y muy adecuadas al texto de Jesús Cisneros y que fue publicado por OQO Editora en su colección O, en 2008.

Y, bueno, que tengáis una buena entrada en el 2018 y hasta la semana que viene.

Salvaje

Hoy, una de las personas más importante de mi vida, cumple años y, por eso, os traigo un libro que me recuerda enormemente a ella: “Salvaje”, de Emily Hughes.

Un cuento basado en los diversos relatos de los niños salvajes en el que una niña es “rescatada” del bosque y llevada a la civilización donde no logra adaptarse. Finalmente, la niña vuelve al bosque para reunirse con su familia, con sus amigos: los animales. Porque, como reza en la contraportada del libro, “No se puede domar algo tan felizmente salvaje”.

Las ilustraciones son expresivas a más no poder, con un bosque que nos atrae por ser tan frondoso, exuberante, enredado. Una niña de enormes ojos cuyo pelo se confunde entre lavegetación. Animales dibujados con trazos que aportan gran dinamismo a la historia que, con pocas palabras, nos cuenta la autora… El libro entero es como un cuadro dedicado a la naturaleza.

“Wild” lo creó Hughes en 2013 y, un año más tarde, lo publicó en castellano la editorial Libros del Zorro Rojo.

Y, en fin, que tengas un gran día, pequeña salvaje, que no seré yo quien intente domarte…

¡Hasta la semana que viene!