Can I build another me?

Un niño, hastiado por los deberes y tareas que los adultos le mandan, decide gastar sus escasos ahorros en un robot que se haga pasar por él. De camino a casa, el robot le asegura que es capaz de ello pero que necesita hacer una lista de cosas sobre él. El niño comienza con una descripción de lo que viene a ser su físico pero, el robot necesita saber cosas como lo que le gusta o lo que le disgusta, o lo que puede o no puede hacer… en fin todo aquello que le hace ser Kevin (así se llama el niño) y no otro niño. Así que, con gran esfuerzo, el niño piensa y se va describiendo a sí mismo hasta que llegan a casa justo en el momento en el que el robot dice estar perfectamente preparado para fingir ser él. Pero, en el momento en que el robot encuentra a la madre y le dice: “Hola, soy Kevin!”, esta le responde: “Who on earth are you?” (¿Quién diablos eres tú?)… Nadie, nadie, se puede hacer pasar por ti, porque eres único e insustituible, con tus virtudes pero también con tus defectos: eres tú…

“Can I build another me?” lo escibió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2014 y, un año después, lo publicó por primera vez, traducido del japonés, la editorial Thames & Hudson. En castellano todavía no lo tenemos, como hace unas semanas os dije que ocurría con otro libro suyo, pero, mientras alguna editorial se decide y si os manejáis algo con el inglés, lo podéis ir disfrutando. ¡Hasta la semana que viene!

What happens next?

Es difícil, muy difícil, hablar de la muerte con los niños sin caer en lo tópico o lo ñoño. Me gusta cuando se les habla con claridad, con cercanía, con la sensibilidad suficiente como para comprender que son personas que han perdido a un ser querido y que como tal hay que tratarles. Y no siempre se hace bien esta difícil tarea. Por eso, cuando cae en mis manos algún álbum que, no solo sorprende sino que destaca por lo bien que lo aborda, no puedo más que hablar de él aquí.

Y, es que hace poco traía otro libro, “Ser o no ser… una manzana“, y a raíz de este, empecé a buscar más cosas de su autor y di con esta maravilla que me hizo llorar (aunque, no penséis que esto supone un mérito, que soy de lágrima fácil, como lo era mi padre). Un niño acaba de perder a su abuelo y, ordenando la que había sido su habitación, encuentra una libreta de notas en cuya cubierta el anciano había escrito: “¿Qué ocurrirá luego?”.

El niño abre la libreta y lee las anotaciones de su abuelo. Dudas acerca de en quién se convertiría o qué es lo que deseaba que ocurriera una vez muerto. Todas las ideas escritas por el anciano reconfortan y animan al niño hasta que, pensando, duda en que tal vez su abuelo escribió todo eso porque tenía miedo o se sentía triste porque iba a morir. Al pregunatrle al padre, este le dice que desconoce la razón pero que, en todo caso, es algo bueno para dejar a los demás cuando te mueres.

Así que el niño sale de casa dispuesto a comprar una libreta donde anotar todo aquello que le gustaría que le ocurriera después de haber muerto. Y, pensando en esa lista de deseos, el niño se da cuenta de que todavía hay una lista más larga e importante de cosas que desearía hacer mientras esté vivo. Pero, incluso esa lista, será incapaz de comenzarla porque antes se irá a jugar a aprender a volar…

Maravilloso libro para aprender a vivir y a sacarle jugo a la vida, que ya es corta y no podemos ir perdiendo el tiempo y las energías. Traducido del japonés, “What happens next?” lo escribió e ilustró Shinsuke Yoshitake en 2016 y, un año más tarde, lo publicó la editorial Thames & Hudson. Al español todavía no se ha traducido pero, cómo no, desde aquí insto a cualquier editorial para que apueste por esta joya, porque, lo dicho, no es fácil encontrar algo así… Y para que veáis que no exagero, aquí os dejo una lectura muy acertada de él. ¡Hasta la semana que viene!

Sam y Leo cavan un hoyo

Esto me recuerda al poema de Kavafis: Ítaca. Algo así como que no importa si te enriqueciste al final o no; lo importante fue el comenzar el camino, fueron las aventuras que tuviste durante tu viaje… esta es tu verdadera riqueza. Y son muchos los libros infantiles que hacen referencia a este tema; un tema, por otro lado, instructivo, práctico en la vida, pero, sobre todo, bello.

Así que, sí, Sam y Leo comienzan a cavar un hoyo con la idea de dejarlo solo si encuentran algo espectacular. En las ilustraciones, vemos el túnel que van cavando, pero también todos los tesoros, los diamantes que se van dejando por el camino y que nunca verán y, por supuesto, no tendrán por las decisiones que van tomando. Así que siguen cavando, hasta que caen por un agujero que les devuelve al lugar donde comienza el cuento. Coincidiendo en que esto ha sido bastante asombroso, deciden dejar el agujero e irse a casa a tomar leche con galletas. ¡Magnífico!

Genial idea, cercana a lo onírico y absurdo gracias a ese final. Con unas ilustraciones sencillas, originales y todas ellas en tonos tierra, como el hoyo que cavan.

“Sam & Dave Dig a Hole”, lo escribió Mac Barnett y lo ilustró Jon Klassen en 2014. Ese mismo año lo publicó en castellano la Editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

Al país de l’olivera

No sé cómo empezar a describir lo que he sentido al leer (¡por fin!) este álbum ilustrado, porque, entre otras cosas, no ha sido solo por leerlo, lo he sentido de forma completa como pocas veces puede ocurrir al leer un poema.

Y es que me planteo el problema de una posible traducción del texto (el poema está escrito en valenciano) pero acabo entendiéndolo como un imposible. Y, es aquí donde entra Aitana Carrasco. El poema nos habla del amor, amor de pareja, amor a la tierra… amor a la vida, pues. Y las ilustraciones de Aitana, van más allá de las palabras, ahondan y abren una ventana por la que puedes ver ese amor al detalle. Nos abre la puerta de una habitación haciéndonos cómplices del amor de esa pareja, que durante un tiempo han estado separados, sin pudor, sin escrúpulos, porque el amor es así, “salvatge”, como decía nuestro poeta Vicent Andrés Estellés .

Nos abre al paisaje valenciano como esa Serra Mariola con el Frare d’Agres al fondo que aparece en una de las páginas. Nos describe los caminos y rieras que nos recorren, con “baladres” (adelfas), “oliveras” (olivos), “figueres” (higueras), “tarongers plens de tarongina” (naranjos llenos de azahar)… y, claro, esto ya no se puede traducir… son imágenes que pasan desapercibidas si no has caminado por estas tierras, si no has olido un naranjo justo en esta época del año, que están llenos de flor…

Y, sí, tengo la suerte de haber nacido en una tierra donde se habla dos idiomas, donde la gente se expresa en catalán y en castellano y, cuando veo cosas así (y las he visto en los dos idiomas), me confirmo en la idea de que el bilingüismo solo puede enriquecer a las personas…

Haceos el ánimo y leedlo, aunque no sea en castellano: no es tan difícil, las dos lenguas son hermanas. Aquí en casa, por ejemplo, tenemos álbumes en gallego porque el autor lo ha escrito en su lengua materna y yo, haciendo un pequeño esfuerzo, lo entiendo y, si no lo hiciera, quizá me perdería algo de lo que me quiere contar, cuánto más si es un poema.

“Al país de l’olivera”, lo escribió Xavi Sarrià y es también una canción de su grupo, Obrint Pas, así que más abajo os dejo un enlace por si queréis oírla. Aitana Carrasco, como ya he dicho antes, se encargó de crear esos personajes tan parecidos a ellos mismos y de acercarnos un poco más al sentimiento de él. El año pasado, en 2018, Sembra Llibres, lo publicó para goce y disfrute de todos nostros. ¡Hasta la semana que viene!


El punto

Libros para crear la autoestima necesaria en un niño creativo o para animar a serlo (creativo) sin ningún complejo, que esto es lo que menos necesita un artista. Crear a tu ritmo, a tu gusto… y si la gente no lo entiende, es problema suyo… de esto tratan los libros que os voy a traer estas dos semanas.

El primero de estos imprescindibles álbumes, éste que os traigo hoy, es en el que Vashti se siente bloqueada y, al finalizar la clase de arte, todavía no ha dibujado nada en su hoja. Sin embargo, su profesora, de una manera ingeniosa, logra que la niña se interese por su trabajo, se anime y empiece a crear. Ese punto que, enfadada y con un golpe de rabia, dibuja Vashti en su hoja, servirá como punto de partida en un afán de superación y de entendimiento del arte como forma de expresión al fin y al cabo.

Con dibujos muy expresivos, de esos que me gustan a mí. Ilustraciones que recuerdan a Sempé o Quino donde la línea predomina sobre el poco color que utiliza en cada página. “The Dot”, lo escribió e ilustró Peter H. Reynolds en 2003 y, en ese mismo año, lo tradujo la editorial Serres (Grupo RBA) al castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Melena

Hace tiempo que no os traigo algo de mi autor preferido: Pablo Albo. Una de esas veces en las que habla del amor de una manera tan tierna que mueve a la sonrisa, te vuelve cómplice del protagonista antihéroe, quien habla con respeto, con simpatía de la niña en la que no deja de pensar. La lleva en su cabeza, en su melena. A ella había llegado todo tipo de animales, y claro, la niña, llena de curiosidad, pide entrar a echar un vistazo y decide no volver a salir. Y a él le encanta llevarla en su enorme melena (que algún día tendrá que cortar) entre otras cosas porque le gusta oírle cantar… oír cantar a Mariola…

Preciosas estas historias surrealistas, absurdas y divertidas que encierran una tierna relación entre dos personas: siempre Pablo Albo.

“Melena”, pues, lo escibió Pablo Albo en 2008 y, un año después, lo publicó Kalandraka con las ilustrciones de Riki Blanco.

Hasta la semana que viene.

Yo pasé por el infierno.

Me cuesta creer que Jutta Bauer pensara en un público infantil cuando escribió este libro. Y, que conste que no considero un error el uso de un humor tan inteligente en un libro infantil, más bien al contrario, creo que está muy bien para el buen desarrollo del sentido del humor, tan necesario en esta sociedad.  Eduquemos en el humor y en el mundo habrá menos odio…

Pues bien, “Yo pasé por el Infierno” es prácticamente un chiste; una broma con un humor cercano al negro en el que un hombre, ciertamente no con muchos escrúpulos, tiene un accidente y muere. Rápidamente es juzgado y condenado a pasar la eternidad en el infierno, y resulta que nada se parece a la descripción que siempre le habían hecho de aquél. Dentro de las múltiples opciones que le ofrecen en las tinieblas, nuestro personaje opta por el Spa Infierno, pero pasados los años, lo que al principio le parecía una buena manera de pasar la eternidad, se convierte en un verdadero infierno llegando a desear, incluso, el martirio. De algún modo, su caso vuelve  a ser revisado por la Justicia del Infierno quien decide… no, esta vez no os voy a contar más, tendréis que leerlo, porque si no perderá toda la gracia que innegablemente tiene y no me lo perdonaríais.

“Ich ging durch die Hölle”, lo escribió e ilustró Jutta Bauer y se publicó en 2007. Ya en 2012, Lóguez Ediciones lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Colección de mentiras ilustradas

De la mano de una artista paisana mía y que gracias a las redes sociales sigo muy de cerca, Aitana Carrasco, supone una originalidad, una singularidad que no puede pasar desapercibida en los álbumes ilustrados. Es divertida y atrevida y no solo en el campo de la ilustración: ya os digo, merece la pena seguirla en los retos que plantea a través de Instragram solo por diversión, como “cara a cara”, el proyecto colectivo que lleva a cabo este año.

Pues bien, en “Colección de mentiras ilustradas” o, lo que es lo mismo en valenciano, “Gran recull de mentides il·lustrades”, nos trae eso, mentiras que hemos oído siempre de boca de nuestros mayores y que no tenían otro propósito que… educar, iba a decir… no, más bien, callarnos, convencernos; asustarnos para callarnos, convencernos… ¡saber popular!

Y hay muchísimos, y Aitana los va enumerando de manera socarrona e incluso, al final, deja unas páginas en blanco para que el niño siga apuntando las mentiras que vaya oyendo de los adultos. Porque este álbum está dirigido a ellos pero no cabe duda de que nosotros, al leerlo, podemos reírnos bastante por lo real y autobiográfico que puede resultar.

“Gran recull de mentides il·lustrades” lo escribió e ilustró Aitana Carrasco Inglés y su publicación corrió a cargo de Tàndem Edicions en 2007.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño Nicolás

Este verano lo hemos sacado de la estantería, lo hemos desempolvado y, durante el viaje, cada noche, leía en voz alta un capítulo. Se supone que lo hacía para mi hija, la pequeña, pero, al final, estábamos toda la familia escuchando el relato y riendo de tal manera que, muchas noches, se hacía difícil dejarlo en uno y seguía leyendo el siguiente capítulo.

Lo que más me llama la atención es ver cómo casi 60 años después de su primera publicación en Francia, sigue resultando tan fresco y divertido. Desde luego que hay muchos detalles propios de la época, como su sociedad machista, pero, por lo menos a mí, no me molestan en absoluto y puedo perfectamente obviarlos en pos de su lectura.

Nicolás, un niño de primaria, escribe un diario en el que nos cuenta sus vivencias en el colegio o en su casa. Cada capítulo aparenta ser un día en su diario, lo que hoy llamaríamos una entrada. Así que es un niño el que cuenta la historia en primera persona. Pero lo genial de esta obra, es que, Goscinny, el gran Goscinny, utiliza un vocabulario, unas expresiones propias de un niño de primaria. Repeticiones de palabras en un mismo párrafo, de expresiones cansinas a lo largo del capítulo, vocabulario propio de esa edad…

“-Mira, Nicolás- me dijo mamá -, tu amiguito Alcestes ha venido a hacerte una visita. ¿Verdad que es muy amable?

-¡Hola, Alcestes!- dije – ¡Es fenómeno que hayas venido!

Mamá empezó a decirme que no había que decir “fenómeno” todo el tiempo…”

Y todo esto aderezado con las ilustraciones del también genial Sempé… ¡fenómeno!

E imagino que, casi todos vosotros, lo conoceréis ya pero, si no es así, os recomiendo que lo compréis y lo leáis… en voz alta… y ya veréis…

Así que, “Le petit Nicolas“, lo escribió René Goscinny e ilustró Jean-Jacques Sempé y fue publicado en formato de libro (anteriormente se habían publicado muchos capítulos como historias sueltas en revistas) en 1960. Los años siguientes, fueron escribiendo hasta cuatro libros más que conformaron una colección. Ya en 1978 los tradujo al castellano Ediciones Alfaguara y, hoy, lo podréis encontrar en la editorial Santillana.

Bueno, pues, esto es todo, ¡hasta la semana que viene!

 

Una vida cualquiera

Acaba de terminar JALEO ’18 (Jornadas de animación a la lectura, escritura y observación) y, bueno, como siempre, vosotros me leeréis unos días después de que yo escriba estas palabras. Han sido unos días de muchísima información que, ahora, debo dejar que sedimente e, imagino que, poco a poco, irá organizándose.

De todas formas, no pretendo hacer un análisis por aquí de lo que han supuesto para mí, no creo que sea el espacio adecuado. Sin embargo, hace unas semanas que os quería hablar de este libro y, como Jutta Bauer, que es quien lo ilustró, ha sido una de las ponentes y talleristas en estas jornadas, pensé que hoy (el día en que me leéis, no en el que escribo… sigo con la misma pelea espacio-temporal de hace unos meses) podría ser el día adecuado.

Pero es que, además, si ha habido algún mensaje que ha estado flotando a lo largo de todas la ponencias de JALEO ha sido más bien una pregunta: ¿debemos camuflar, esconder, los aspectos, el lado más feo de la vida a los niños? Y esta misma pregunta llevo yo años haciéndomela y, tal vez, por eso, es por lo que en mi casa hay libros infantiles muy diferentes, algunos hasta políticamente incorrectos…

Y, la alegría ha sido ver estos días que hay mucha más gente que opina que no, que no hay que ocultarla. Hay que explicarla porque está ahí, y ellos la ven, y preguntan, y quieren entender porque, si no, volverán a preguntar.

“Una vida cualquiera” nos muestra eso, una vida cualquiera, una vida que de manera natural, real, acaba en el caos, en la catástrofe, en la soledad, en la perdición… Un hombre normal, con una vida normal, con una familia normal, de pronto, y de manera paulatina va perdiéndolo todo. Comienza con la mujer, seguido del trabajo y, al final, la casa… y se convierte en un sin hogar.

Sin metáforas, sin eufemismos, con un texto largo para poder explicar clara y fácilmente al niño esta difícil situación, “Una vida cualquiera” se convierte en un texto, posiblemente, algo duro, algo directo para los niños pero, sinceramente, pienso que hay ciertos temas que hay que abordarlos así. No hay nada en todo el libro que pueda resultar hiriente o que no puedan entender, simplemente se presenta sin tapujos y, eso, es de agradecer…

Al final del libro, además, unas personas sin hogar, contestaron a unas preguntas planteadas por escolares pero que, seguramente, les hubiéramos hecho los adultos también.

Muy, muy recomendable, de verdad, para educar en la empatía y aprender a ver y entender este mundo, con sus cosas buenas pero, también, las malas, que las hay y es inútil esconderlas.

“Ein mittelschönes Leben”, lo escribió Kirsten Boie y, bueno, ya he encontrado a la autora que podría encargarse del libro ese que voy buscando sobre el hostigamiento en la infancia. Y ya puestos, por qué no, le encargaría a Jutta Bauer que lo ilustrara, que nos diera su visión con sus ilustraciones siempre independientes y libres de prejuicios… por soñar…

Esta maravilla que os he traido hoy, se publicó por primera vez en Alemania en 2011 y Lóguez Ediciones lo tradujo y publicó para España en 2013.

No os lo perdáis. ¡Hasta la semana que viene!