Así es la vida

Tenía yo otro álbum previsto para esta semana, pero ocurrió ayer que, con motivo del día del libro, el colegio de mi hija nos mandó un vídeo en el que todo el equipo de profesores, a trocitos cada uno, nos leía este cuento. Y, de esta manera tan, tan tierna, celebraron con todos nosotros este señalado día. Así que, ya os contaré otro viernes el que tenía previsto y vamos con otra maravilla con esas ideas que tanto me gustan a mí sobre la vida.

Y, es que siempre he sido de las personas que piensa que la vida no es un estado de felicidad sempiterno en el que todos tus propósitos tienen que lograrse. Ya se ha encargado esta sociedad de amedrentarnos sin no logramos triunfar, si no conseguimos que nuestra vida sea un eterno viaje lleno de felicidad. La vida no es eso, o bueno, sí, pero también son frustraciones, derrotas, tristezas con motivos, tristezas sin motivos, muertes… Y no es una resignación (cómo me molesta que me diga esto la gente), es estúpido y necio pensar esto. Simplemente la vida es así… y no hay más… no-hay-más… ni más vida, ni más tipos de vida… no hay más. Así que más nos vale darnos cuenta de esto lo más pronto posible para tener tiempo de disfrutar o, como dice el cuento, aprender a darle la vuelta a ciertas situaciones para sacarles jugo, porque, así es la vida y, es muy corta…

Mejor enseñanza no podían haber elegido estos maestros de primaria para todos sus alumnos (y los padres de sus alumnos) en estos días de confinamiento que todos (pequeños y mayores) estamos viviendo… ¡Gracias!

“Así es la vida” o, también en catalán, “Així és la vida”, lo escribió Ana Luisa Ramírez y lo ilustró su hermana Carmen Ramírez para que, en 2005, lo publicara la editorial Diálogo en su colección Libros muy Ilustrados.

¡Hasta la semana que viene!

Zoom

En estos días que vivimos en los que, a la fuerza, estamos tomando perspectiva de nosotros mismos y, aquello que hace unos días nos ocupaba la vida, ahora lo vemos pequeño y lejano, viene bien leer, o más bien mirar, pues es sin palabras, este libro que os traigo hoy.

“Zoom”, nos cuenta, solo con imágenes, que nada es lo que parece, que debes alejarte para saber qué estás mirando (aquello de los árboles te impiden ver el bosque). Comienza con una ilustración que, al pasar la página, descubrimos que es la cresta de un gallo, que (pasas la página) están mirando dos niños desde una ventana, (pasas la página) en una habitación, (pasas la página) de una granja, (pasas la página) granja que resulta ser un juego de un poblado que construye una niña (pasas la página), escena que conforma la portada de una revista (pasas la página), que sostiene en la mano una mujer medio dormida y… en fin, podría continuar pero resultaría aburrido e inútil, mejor, mucho mejor, verlo.

Cada paso de página, implica alejarte de la imagen que estabas viendo, ampliar tu campo de visión y con él, tu comprensión de la escena… Lo dicho, magnífico cuento para explicar, de manera sencilla, lo que es la perspectiva en la vida…

“Zoom”, lo ilustró de esta manera tan narrativa, Istvan Banyai en 1995 y está publicado por la editorial estadounidense Viking.

¡Hasta la semana que viene!

Nunca hagas cosquillas a un Tigre

A petición de una personita, hoy os traigo este divertido álbum en el que la protagonista es una de esas niñas que no sabe parar y que tanto desespera a padres y educadores. La clase de la niña ha ido de visita al zoo y, cómo no, Zara Zarandilla (así se llama), no puede parar de correr y tocar a todos los animales. Y, por supuesto, de nada sirven las advertencias de la maestra, porque, cuando todos sus compañeros están en la pausa de la comida, ella aprovecha para acercarse a la jaula del tigre y hacerle cosquillas, lo cual provoca una cadena de golpes, gritos y caos que hace entender a la niña que ha actuado mal… ha actuado mal con el tigre pero, siempre puede probar con el oso polar…

Un guiño a todos esos niños inquietos, curiosos, con los ojos en los dedos, como dice mi madre, un guiño a los niños, en fin.

“Never Tickle a Tiger”, lo escribió Pamela Butchart y lo ilustró Marc Boutavant en 2015. Un año más tarde la editorial Libros del Zorro Rojo lo tradujo al español.

¡Hasta la semana que viene!

200 amigos (e incluso más) para 1 sola vaca

Un niño que propone a su padre vender la vaca y único componente de la granja familiar y, como si se tratara de un problema de matemáticas, comienza una descabellada idea en la que por la venta de la vaca, el granjero compra 2 ovejas y con estas, 4 cerdos y, con la venta de los cerdos, 8 patos… y así, quedándose con la descendencia de cada animal que va comprando, al final consigue recuperar a la vaca Carmen y completar la granja y, a la vez, conseguir compañía para el, hasta entonces, solitario animal.

Simpático y didáctico (de verdad) en cuanto al cálculo se refiere (“cada conejo vale como 2 gallinas”, “cada gallina ha incubado 6 huevos así que hay 192 pollitos”) y con unas muy buenas ilustraciones que resultan frescas y expresivas.

“200 amici (e anche di più) per 1 sola mucca”, lo escribió Alessia Garilli y lo ilustró Miguel Tanco en 2005. En 2008, la editorial Laberinto lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

El mar dijo ¡basta!

Y, en este momento en el que el cambio climático y sus devastadoras consecuencias, entran en las perversas “trending topics”, guardémonos de ellas. Reflexionemos y actuemos pero con inteligencia, con serenidad y perseverancia. Que nunca está de más que estos y otros temas preocupen cada vez a más gente pero ojo con el oportunismo de algunos sujetos que, lejos de preocuparse, sacan tajada del asunto… Y no hay nada más peligroso que la desinformación, el populismo y el movimiento en masas de manera irreflexiva… En fin, el ser humano…

Pero bien, para ayudar a formar personas con ese espíritu crítico tan necesario en la actualidad, siempre podremos acudir a libros tan reflexivos, tan educativos como el que traigo hoy. El mar está cansado, cansado de la cantidad de personas que navegan sobre él, de la cantidad de animales que viajan a través de él y, harto, pega una sacudida y con un magnífico tsunami, da la vuelta al mundo. Todos los comportamientos, todas las costumbres se vuelcan y un nuevo orden social, tanto humano como animal, nace y, por tanto, unos y otros se ven forzados a entenderse para poder convivir. Y, no es tan difícil: al fin y al cabo, tampoco somos tan diferentes…

Interesante, imprescindible lectura de mano de Comotto, quien siempre transmite algo de esa manera tan ingenua, tan sensible y tan hermosa como solo él sabe hacer. Ilustraciones expresivas, dinámicas y frescas que las hacen, también, inconfundibles.

Así que, sí, “El mar dijo ¡basta!”, lo escribió e ilustró Agustín Comotto en 2006 y, ese mismo año, lo publicó por primera vez la editorial La Galera.

¡Hasta la semana que viene!

Qui ha vist l’Home dels Nassos?

No es a cosa hecha pero, en estas fechas, me inclino a hablar más de esos álbumes para niños que hablan de las tradiciones de este, mi lugar. Y, hoy, a cuatro días para que acabe el año, os traigo esta broma o tradición de algunos lugares de España como es “El Hombre de las Narices” o, en catalán, “L’Home dels Nassos“. El día 31 es costumbre por aquí preguntar a los niños si ya han visto a “L’Home dels Nassos, que té tants nassos com dies li queden a l’any” (El Hombre de las Narices, que tiene tantas narices como días le quedan al año). Los niños, imaginan un hombre con un montón de narices hasta que, por fin, caen en que solo queda un día para que acabe el año, así que el personaje que buscan solo tiene una nariz.

En “Qui ha vist l’Home dels Nassos?”, es precisamente esta broma la que le gastan a Jan, un niño que pasa la tarde del día 31 en su casa entre el ajetreo y los preparativos para la cena de fin de año. Alentado por su tío, saldrá a la calle para buscar a “l’Home dels Nassos” y todas las personas con las que se cruce le preguntarán lo mismo: “Ja has vist l’Home dels Nassos?” (¿Ya has visto al Hombre de las Narices”). Y, claro, poco a poco, el niño se irá frustrando y, por fin, algo triste, decidirá regresar a casa donde, al fin, entenderá la broma o la tradición de la que ha formado parte.

“Qui ha vist l’Home dels Nassos?”, lo escribió Annabel Sardans y lo ilustró Isaac Bosch en 2003 y, ese mismo año, lo publicó la editorial La Galera.

Y, en fin, solo me resta desearos un muy buen 2020. ¡Feliz año nuevo y hasta la semana que viene!

El oso que no estaba

Un álbum surrealista, con un personaje, el oso, que aparece de la nada y trata de descubrirse a sí mismo, ya que no recuerda o no sabe nada de él mismo y, lo que va conociendo, le gusta. Como quien sale un día de casa y va juntando pistas acerca de su propia personalidad y todo lo que reúne es de su agrado y por tanto, es feliz. Un hacer tabula rasa contigo mismo y comenzar a quererte, a entenderte y quererte tal como eres. Bonita iniciativa…

Claro que la historia no es tan concreta ni clara, esto es lo mejor de este álbum. El sinsentido te hece sonreír, te hace seguir leyendo y te hace encariñarte con ese oso tan sincero, tan sencillo, sin complejos ni complicaciones… es fácil quererse…

En fin, “Der Bär, der nicht da war”, lo escribió el polifacético, Oren Lavie, en 2014 y, en 2015, Barbara Fiore Editora, lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Bolsillo

Entiendo que, a lo mejor, no es este el fondo de este álbum que os traigo hoy pero resulta, esperanzador, tranquilizador, amable, tierno pensar que fuera así. Un abuelo que han perdido, y una familia que se inquieta y comienza a buscar. Hasta que la madre, vestida con su batín, mete la mano en el bolsillo y, después de mucho rebuscar, saca a la abuela. Tamaña es la sorpresa cuando sacan a la mujer que creían que había fallecido, pero bueno, andan en otros menesteres y, la misma abuela, recién sacada de allí, mete la mano, de nuevo en el bolsillo para buscar a su marido que cree ella que lo “lo venía oyendo”. Y, claro, saca de todo (al más puro estilo de Pablo Albo), pero, al final, empiezan a salir partes del abuelo: un botón, la dentadura, su sombrero, las gafas… Partes que montan para volver a tener entre ellos al abuelo. Y cuando su hijo quiere llevarlo al médico para dejarlo en observación, la abuela protesta: ¡solo faltaba eso después de tanto tiempo sin verse! Y se van a pasear al parque…

¡Qué maravilloso sería poder hacer esto! Metes la mano en el bolsillo y sacas a un ser querido que ha desaparecido de tu vida… en esos bolsillos que, al menos a mí, con la edad, se me llenan de cosas de lo más peregrinas y que muchas veces olvido allí dentro. ¡Qué mágico y maravilloso sería!…

En fin, suspiro ante tanta belleza, ternura y al mismo tiempo sencillez de “Bolsillo”, este pequeño libro que escribió Pablo Albo (ya sabéis que es mi preferido) y lo ilustró Lucía Serrano. En 2011, lo publicó la editorial República Kukudrulu.

¡Hasta la semana que viene!

Arrivederci, Crocodile or see you later Alligator.

Y, si la semana pasada os traía “Yo, Cocodrilo”, hoy os traigo la segunda parte de las aventuras de este singular reptil, quien, escondido entre el cortejo de Napoleón, sigue al que ya suponemos emperador, hasta Venecia. Allí, encontrará un ambiente más distendido y afable entre sus ciudadanos. Y, mientras Bonaparte sigue con sus saqueos de obras de arte, esta vez en la ciudad italiana, Cocodrilo, es invitado a formidables manjares. Y es que, es carnaval en la ciudad de los canales y Cocodrilo es confundido por una persona estupendamente disfrazada, hasta tal punto que lo invitan también al gran baile de esa noche. Y él acude… pero Napoleón también… y lo reconoce… y lo reclama… pero la muchedumbre se pone de parte de Cocodrilo y le ayudan a huir. Y esta vez se esconde en los canales, donde tendrá más libertad, entre otras cosas, para elegir sus bocados entre los que pudiera estar el mismo Napoleón, quien aparece en la última página intentando salir del canal al que ha caído y que, todo hace pensar, formará parte del primer bocado de Cocodrilo.

En 2001, Fred Marcellino, murió después de una larga enfermedad. En ese momento, estaba trabajando en “I, Crocodile” y “Arrivederci, Crocodile or see you later Alligator” y, este último lo dejó inacabado. Pero, en diciembre de 2006, se anunció que sería acabado por el ilustrador Eric Puybaret y publicado por la editorial Atheneum en septiembre de 2019. Y aquí estamos, acabando septiembre, sin haber podido esperar a su traducción al castellano pero disfrutándolo en su idioma original: os lo aconsejo.

Bien, pues, hasta la semana que viene.

Yo, Cocodrilo

No me decidía a traer este álbum por aquí porque no es que destaque por nada en concreto. Sin embargo, es un libro que he leído muchas veces y no sé muy bien por qué. Tal vez porque el protagonista es un cocodrilo, un cocodrilo que nos cuenta en primera persona cómo era su vida en Egipto antes de que los franceses llegasen a su tierra para esquilmarla de todo aquello que hoy en día podemos disfrutar, tan solo, pagando una entrada de museo. Incluso, él mismo es capturado y llevado, en un viaje demasiado largo, hasta París, hasta la fuente de unos jardines.

Su vida allí, al principio nueva y glamurosa, pronto se convierte en aburrida y denigrante cuando la ciudad empieza a olvidarse de él. Un buen día Napoleón pasea por lo jardines junto a unos invitados y una de las damas le sugiere matar al cocodrilo y cocinarlo siguiendo una receta egipcia. Decidido a saborear dicho plato, el emperador (o todavía primer cónsul, porque la historia empieza en agosto de 1799) manda sacrificarlo para la hora de la cena. Pero, Cocodrilo, logrará escapar de su jaula y refugiarse en las alcantarillas de la ciudad y, así, de paso, nos enteramos de la importancia que tuvo Napoleón en el trazado del alcantarillado parisino. Y, ¿qué comerá a partir de entonces? La respuesta aparece en las últimas páginas, cuando una de esas presuntuosas damas que debían pasear por Tullerías (se ve el palacio al fondo de la ilustración), cae por una trampilla de alcantarilla que “alguien” ha dejado abierta…

Así de histórico, divertido e irreverente resulta este cuento. Y, he aquí cómo han surgido todas las razones por las que, una y otra vez, sale de la estantería y me mueve a la risa sin saber exactamente por qué…

En fin, “I, Crocodile” lo escribió e ilustró Fred Marcellino en 1999 y un año después lo publicó en castellano la Editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!