El vecino lee un libro

Sea para celebrar el día del libro del pasado martes que os traigo hoy este genial álbum en el que un hombre, aislado en la paz de su apartamento, trata de leer un libro. Su vecina, una niña decididamente ruidosa, de manera involuntaria, le irá interrumpiendo la lectura una y otra vez. El hombre, trata de que cese en su ruído pero sin ningún éxito, hasta que al final encuentra la solución: le regala un libro a la niña que, inmediatamente, comienza a leer consiguiendo así el tan ansiado silencio. A partir de entonces, el entendimiento hace que compartan algo más que la lectura y salgan juntos de paseo por la ciudad porque no todo en esta vida son los libros, ¿no?

El texto resulta sencillo y muy rítmico y está acompañado de unas magníficas ilustraciones frescas y sumamente expresivas que, a veces, se combinan con detalles de imágenes reales, como la gorra tan característica del hombre o el taburete o la silla sobre los que se sientan ambos para leer.

Y es curioso como el problema se plantea a lo largo del libro como si lo estuviera contando el hastiado personaje pero, el título, nos dice todo lo contrario: es la niña la que nos da su punto de vista al describirnos a ese vecino tan raro y malhumorado que no le deja jugar en paz y en todo momento le exige silencio.

Pues, nada, magnífico y recomendable, “Buur man leest een boek”, lo escribió e ilustró Koen Van Biesen en 2012 y un año después, en castellano y en catalán, lo publicó la editorial Tramuntana.

Moncho y la mancha

Y he aquí el segundo álbum para trabajar la autoestima del artista, de la persona creativa. Moncho ha dibujado algo antes de dormirse, una mancha que, al despertarse, no sabe qué es. Así que sale a preguntar por ahí, a ver si alguien le da alguna idea. Todos dan su opinión e incluso algunos critican su trabajo de tal forma que hacen entristecer al niño. Al final de su búqueda, y como con una palpitación, Moncho descubre que lo que ha dibujado es una vaca. Y no importa lo que la gente diga de él, no importa que la gente diga que pinta manchas, porque él sabe que pinta vacas, y eso es suficiente…

Me recuerda a lo que muchos artistas habrán tenido que soportar de críticos (y todos llevamos a uno dentro) que, sin tener ni idea de qué hablan, se atreven a opinar (también llevamos a un Miguel Ángel dentro) o a decir, cuando oyen una música, que eso es solo ruido… En fin, no me atrevería a juzgar algo que desconozco.

Y esto lo aprendí ya hace mucho tiempo, hace ya muchos, muchos años, en una exposición de una artista muy conocido donde se podía recorrer su trabajo desde el boceto; desde la nota en una hoja tomada del natural, hasta la abstracción de esta que acababa siendo un cuadro incomprensible de líneas y colores… agradable pero, para mí, incomprensible. Aquel día entendí que esta gente sabe dibujar, solo que no tienen la necesidad (y sobre todo no tienen la obligación) de demostrárnoslo: simplemente pintan lo que sienten, como Moncho. Una exposición didáctica sin saberlo, seguramente, el artista.

“Moncho e a mancha”, lo escribió originalmente en gallego, Kiko Dasilva en 2001. Las ilustraciones, de él mismo, son figuras modeladas en una pasta blanca a la que después dio color resultando del todo originales y atractivas. En octubre de 2002 la editorial Kalandraka lo publicó y lo tradujo a las restantes lenguas de la península poniéndonos fácil y cómodo el poder disfrutarlo.

Por cierto, que varios cuadros de aquel artista (bueno, láminas, que mi economía no me permite un original) cuelgan ahora en mi casa: con la comprensión vino la apertura de mente… ¡Hasta la semana que viene!

El punto

Libros para crear la autoestima necesaria en un niño creativo o para animar a serlo (creativo) sin ningún complejo, que esto es lo que menos necesita un artista. Crear a tu ritmo, a tu gusto… y si la gente no lo entiende, es problema suyo… de esto tratan los libros que os voy a traer estas dos semanas.

El primero de estos imprescindibles álbumes, éste que os traigo hoy, es en el que Vashti se siente bloqueada y, al finalizar la clase de arte, todavía no ha dibujado nada en su hoja. Sin embargo, su profesora, de una manera ingeniosa, logra que la niña se interese por su trabajo, se anime y empiece a crear. Ese punto que, enfadada y con un golpe de rabia, dibuja Vashti en su hoja, servirá como punto de partida en un afán de superación y de entendimiento del arte como forma de expresión al fin y al cabo.

Con dibujos muy expresivos, de esos que me gustan a mí. Ilustraciones que recuerdan a Sempé o Quino donde la línea predomina sobre el poco color que utiliza en cada página. “The Dot”, lo escribió e ilustró Peter H. Reynolds en 2003 y, en ese mismo año, lo tradujo la editorial Serres (Grupo RBA) al castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Un bicho extraño

Bueno, pues aquí os traigo un divertido álbum para los más pequeñines. En verso, van describiendo un extraño animal que poco a poco se va mostrando en las ilustraciones página tras página. Pero lo más original es que, al final, le das la vuelta al cuento y sigues leyendo volviendo sobre tus pasos hasta la página de inicio. Y este juego es el que les resulta tan divertido: el hecho de manipular un libro de manera tan diferente a como lo hacen habitualmente y ver que las leyes de la lectura continúan aunque las hayamos desafiado dándole la vuelta.

Original, con las ilustraciones tan características de Óscar Villán que tan atractivas les resultan, “Un becho estraño”, lo escibió en gallego Mon Daporta para la editorial Kalandraka en 2009, pero lo podréis encontrar sin dificultad en cualquier librería infantil y, cómo no, traducido a cualquier lengua de nuestro país (¡maravilla de algunas editoriales!).

¡Hasta la semana que viene!

Fred, el amigo imaginario.

Y, lo diferente de este álbum respecto al de la semana pasada y que, por eso, resulta tan original y divertido, es que, en este caso, el tema es abordado desde el punto de vista del imaginado.

Un amigo imaginario que vive flotando en el cielo a la espera de que alguien lo necesite para convertirse en un amigo fiel e incondicional del niño, hasta entonces, solitario. Pero, claro, éste, antes o después conocerá a alguien real que hará que Fred (así se llama el amigo imaginario) conmience a desvanecerse hasta desaparecer.

Y esto es así hasta que, un día, es el niño Sam quien hace que Fred se materialice. Y resulta que ambos se convierten en amigos inseparables, fieles e incondicionales el uno para el otro, de tal modo que Fred teme desvanecerse esta vez. Por eso, cuando Sam conoce a Sammi, Fred piensa que es el final, pero, lo que no sabe es que, la niña, también tiene una amiga imaginaria que se unirá para conformar un cuarteto. ¡Genial!

Niños que leen, que escuchan y tocan música, que les gusta el teatro… esa clase de niños que, desgraciadamente y en más ocasiones de las que nos imaginamos, son rechazados por el resto precisamente por esto, por sus intereses… pero, aquí, montan un cuarteto, un cuarteto de dos niños que tienen la suerte de encontrarse con sus, hasta entonces necesarios, amigos imaginarios…

Las ilustraciones son sencillos dibujos en blanco y negro que muestran una gran expresividad entre los que destacan las figuras punteadas de los niños imaginarios, los únicos toques de color en el álbum.

“Imaginary Fred”, lo escribió Eoin Colfer y lo ilustró OliverJeffers en 2015. En 2016, Andana Editorial lo publicó en nuestras dos lenguas. ¡Hasta la semana que viene!

Yo pasé por el infierno.

Me cuesta creer que Jutta Bauer pensara en un público infantil cuando escribió este libro. Y, que conste que no considero un error el uso de un humor tan inteligente en un libro infantil, más bien al contrario, creo que está muy bien para el buen desarrollo del sentido del humor, tan necesario en esta sociedad.  Eduquemos en el humor y en el mundo habrá menos odio…

Pues bien, “Yo pasé por el Infierno” es prácticamente un chiste; una broma con un humor cercano al negro en el que un hombre, ciertamente no con muchos escrúpulos, tiene un accidente y muere. Rápidamente es juzgado y condenado a pasar la eternidad en el infierno, y resulta que nada se parece a la descripción que siempre le habían hecho de aquél. Dentro de las múltiples opciones que le ofrecen en las tinieblas, nuestro personaje opta por el Spa Infierno, pero pasados los años, lo que al principio le parecía una buena manera de pasar la eternidad, se convierte en un verdadero infierno llegando a desear, incluso, el martirio. De algún modo, su caso vuelve  a ser revisado por la Justicia del Infierno quien decide… no, esta vez no os voy a contar más, tendréis que leerlo, porque si no perderá toda la gracia que innegablemente tiene y no me lo perdonaríais.

“Ich ging durch die Hölle”, lo escribió e ilustró Jutta Bauer y se publicó en 2007. Ya en 2012, Lóguez Ediciones lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

¡Yo no he sido!

Esto viene a ser como la famosa frase falsamente atribuida a Albert Einstein: aquello de que si las abejas desaparecieran, al hombre le quedarían cuatro años en la Tierra.

Claro que, si bien es cierto que no hay que atribuirles todo el mérito de la polinización a estos insectos, también es verdad que es necesario reflexionar acerca de qué pasaría si esta especie desapareciera. No sería muy beneficioso para nosotros…

Esto es lo que plantea Voltz de manera sencilla para que los niños lo entiendan… y bueno, también para que lo entienda algún que otro adulto de ideas más cerriles. Una granjera que va a ordeñar a su vaca, se encuentra por el camino una araña. Horrorizada, la aplasta con el pie y, definitivamente, la mata. En ese mismo momento, la vaca, asustada por algo, le propina una cornada a su dueña quien, sumamente enfadada, comienza a preguntar a cada uno de los animales de la granja por qué han hecho eso, dado que éstos comienzan a exculparse y a culpabilizarse entre ellos. Poco a poco, la pregunta la irá realizando a uno y a otro para tratar de esclarecer la responsabilidad última hasta que, por fin, se encuentra con el mosquito. Y el mosquito le responde que, como ya no hay arañas que le coman, puede picar a sus anchas. Es decir, la picadura del mosquito es lo que ha desencadenado una serie de reacciones entre los animales que acaban en la cornada de la vaca.

Bueno, explicado así parece un poco lioso pero os aseguro que es un álbum de lo más divertido e instructivo. Como siempre, las ilustraciones de Voltz, a base de composiciones con objetos de lo más variopinto, son del todo originales y estéticas; además, siempre es entretenido eso, mirar cómo y con qué ha construido a este u otro personaje.

“C’est pas ma faute!” lo escribió Christian Voltz, de quien he hablado ya alguna vez por aquí (es uno de mis preferidos). En 2001 se publicó en Francia y, al castellano, se encargó de traducirlo en 2003 la editorial Kalandraka.

En fin, ¡hasta la semana que viene!

 

Colección de mentiras ilustradas

De la mano de una artista paisana mía y que gracias a las redes sociales sigo muy de cerca, Aitana Carrasco, supone una originalidad, una singularidad que no puede pasar desapercibida en los álbumes ilustrados. Es divertida y atrevida y no solo en el campo de la ilustración: ya os digo, merece la pena seguirla en los retos que plantea a través de Instragram solo por diversión, como “cara a cara”, el proyecto colectivo que lleva a cabo este año.

Pues bien, en “Colección de mentiras ilustradas” o, lo que es lo mismo en valenciano, “Gran recull de mentides il·lustrades”, nos trae eso, mentiras que hemos oído siempre de boca de nuestros mayores y que no tenían otro propósito que… educar, iba a decir… no, más bien, callarnos, convencernos; asustarnos para callarnos, convencernos… ¡saber popular!

Y hay muchísimos, y Aitana los va enumerando de manera socarrona e incluso, al final, deja unas páginas en blanco para que el niño siga apuntando las mentiras que vaya oyendo de los adultos. Porque este álbum está dirigido a ellos pero no cabe duda de que nosotros, al leerlo, podemos reírnos bastante por lo real y autobiográfico que puede resultar.

“Gran recull de mentides il·lustrades” lo escribió e ilustró Aitana Carrasco Inglés y su publicación corrió a cargo de Tàndem Edicions en 2007.

¡Hasta la semana que viene!

¿Quién compra un rinoceronte?

Resultan divertidos los álbumes ilustrados en los que se plantea un absurdo y se racionaliza todo siguiendo una lógica infantil.  Es decir: ¿para qué puede servir un rinoceronte mascota?, uno está a la venta y voy a intentar convencerte de que lo compres con una lista de bondades que hará que lo adores. Y, sin más, éste el próposito del cuento. Lo dicho: absurdo pero divertido.

Texto en verso que resulta muy sencillo (de ahí su valor) y unos dibujos en blanco y negro, completamente llenos de expresividad, que recuerdan a las viñetas de las tiras cómicas y que, como ya he dicho en alguna ocasión, para mí es un gran atractivo. Y no hay mucho más que decir… Resultaría extraño que intentase contar algo más de un cuento así… mejor será leerlo.

“Who Wants a Cheap Rhinoceros?”, lo escribió e ilustró Shel Silverstein en 1964 y, en 2017, la editorial Kalandraka lo publicó en castellano.

¡Hasta la semana que viene!

Huellas gigantes

Coincidiréis conmigo (o no) en que lo peor que puede ocurrirle a una sociedad es tener miedo. Más cuando este miedo es infundado y, unos y otros, se encargan de transmitir una noticia que se extiende, como si de una ola gigante se tratara, hasta que, al llegar a la orilla, ya no es nada, pero ya nadie se acuerda del movimiento y consecuencias que ha ocasionado el imaginarse o exagerar de manera dramática y, a veces, morbosa una situación.

Krahn se encarga de abrirnos los ojos y mostrarnos lo absurdo de todo esto con su característico humor. Una mañana de invierno, Pedro y Silvia, salen de su casa en busca de alguien que está dejando unas huellas gigantes en la nieve y que tiene asustados a sus padres. Los adultos de toda la aldea, salen a buscarlos y, por el camino, irán encontrando huellas y señales de accidentes que les hacen pensar en lo peor. Pero, sin embargo, cabe una explicación para cada una de esas señales y no necesariamente catastrófica; pero eso lo sabrán cuando, por fin encuentren a sus hijos sanos y salvos con dos criaturas del todo inofensivas.

“Huellas gigantes” lo escribió el gran Fernando Krahn y en 2006 lo publicó la editorial Kalandraka, también en catalán.  En la actualidad está descatalogado pero, si tenéis la suerte de encontrarlo en alguna biblioteca, os recomiendo que lo leáis,

¡Hasta la semana que viene!