¿A qué sabe la luna?

Este mes se cumplen 20 años de la primera publicación en castellano de esta joya que ha devenido en clásico dentro de la literatura infantil. Me resistía a escribir una entrada por aquí para este álbum porque, imagino que, serán pocos los que no lo conozcan pero si, por un casual, todavía hay alguien y aprovechando su aniversario, aquí está: uno de mis cuentos para niños preferidos, como ya dije en la primera entrada que realizaba en este blog ya hace 2 años. Y sí, mira por dónde, se convierte así en una excelente y redonda celebración de mi segundo aniversario aquí, en “Ve lavándote los dientes”.

Y es que, como ya dije en su día, la primera vez que leí este cuento, me produjo una ternura difícil de describir. Y, cómo no, está ese trabajo en equipo de todos los animales que, subiéndose unos en los lomos de otros, intentan coger un trozo de luna para saber a qué sabe. Pero, como esto es sumamente obvio y yo me resisto a ver el aspecto moralizante en los cuentos infantiles, siempre he creído que lo importante en este cuento era la magia que hace que todos esos animales que, en la vida real, son enemigos y depredadores y depredados, esa noche se junten para degustar un trocito de luna. Una luna que les sabrá a aquello que más les gusta a cada uno (yo, cuando leo este cuento a los niños les digo que a mí me sabría a panquemado de Alberic, un dulce, que si bien es típico en toda mi región, en este pueblo del sur de València, lo hacen inmejorable). Una magia que, con el estómago lleno, hace que se acurruquen unos contra otros y duerman tranquilos a la luz de esa luna, ahora menguante…

¿El final?, inexplicable pero divertido: un pez tonto que no entiende qué ha pasado, no comprende para qué los animales terrestres han empleado tanto esfuerzo porque, allí, reflejada en el agua, tenían una luna más cerca.

Genial, sencillamente, genial. Aún hoy, después de tantas y tantas veces leído, no solo el cuento sino también infinidad de reseñas al respecto, sigue provocándome una sonrisa cada vez que hablo de él…

En fin, “Wie schmeckt der Mod?”, lo escribió e ilustró a la perfección Michael Grejniec ya en 1993. En 1999, la editorial Kalandraka se encargó de su traducción y su publicación aquí en España, así que, ¡felicidades! y, nunca mejor dicho, ¡enhorabuena!

¡Hasta la semana que viene!

El antiguo almacén de dientes del Ratón Pérez

Hace unos días visité el “Antiguo Almacén de dientes“, aquí, en València, dedicado a ese ser fantástico tan entrañable que es el Ratoncito Pérez. Yo disfruté, pero los niños a los que acompañaba, creo que soñaron. El grado de excitación con que entraron, las caras que ponían cuando por fin supieron para qué diablos quería Odón Pérez tanto diente y cómo contaban después su experiencia, me hizo pensar que era imprescindible escribir esta entrada porque, inicitivas así, siempre tendrán un hueco aquí, en “Ve lavándote los dientes” (¡vaya!, curiosa casualidad…).

Con poco espacio, pero han sabido aprovecharlo al milímetro para explicar cómo llegan los dientes al almacén, qué hacen con ellos, han respondido a la pregunta que todos alguna vez nos hemos hecho y, para acabar, en un recinto minúsculo, con títeres de lo más pequeños, hemos asistido a una representación donde, a través de unos ratones, se hablaba de diversidad en todos sus aspectos.

Y, como recuerdo-resumen de aquella mañana, encontré este álbum ilustrado en la tienda que tienen en la entrada, en el que nos cuentan, además, algún dato curioso de la antigua ciudad de València, como el de su trazado de acequias de época romana. Parece, todo, libro y actividad, creado en un círculo perfecto para sumar credibilidad a la historia. En fin, muy recomendable y muy original.

“El antiguo almacén de dientes del Ratoncito Pérez”, lo escribió Vicent Vila Berenguer y lo ilustró Aram Delhom Solaz y, en 2018, lo publicó Malian Editora.

¡Hasta la semana que viene!

Yo mataré monstruos por ti

Uno de los más tiernos para tratar el miedo en los niños. El miedo a la oscuridad, con los monstruos que se les aparecen noche tras noche. Miedos transferibles a la vida, al día a día y que el padre de Martina siempre le dice que cuanto más se crezca ella, más pequeños se harán los miedos pero que, en todo caso, siempre estará él para matar monstruos por ella.

Sin embargo, Martina, teme ese mundo paralelo que existe como un reflejo nuestro, lleno de monstruos. De hecho, cada uno de nosotros, piensa la niña, tiene su propio monstruo que en cualquier momento puede extender el brazo y agarrarnos como en nuestras peores pesadillas. Y el monstruo de Martina es Anitram, que tiene miedo a los humanos. De hecho, a los pies de su cama vive su humana, y la oye saltar y teme que un día extienda su brazo y la lleve a su mundo… Y su padre le dice lo mismo, que el miedo se hace pequeño si te enfrentas a él… y ella se tranquiliza… las dos niñas, la monstrua y la niña se relajan y dejan caer, sin darse cuenta, el brazo fuera de la cama… y las dos manos se encuentran, se conocen y se cogen cada noche a partir de entonces, porque las dos entienden que el conocerse ha sido la mejor manera de vencer su miedo…

Vencer el miedo conociéndolo y entendiéndolo. Sí, siempre tendrán a sus progenitores pero, lo cierto es que no es necesario matar a nadie, ¿no es así? ¡Magnífico!

“Yo mataré monstruos por ti” lo escribió el cantante y escritor, Santi Balmes con la ilustraciones de Lyona y su publicación corrió a cargo de la editorial Principal de los Libros en 2011.

¡Hasta la semana que viene!

Moncho y la mancha

Y he aquí el segundo álbum para trabajar la autoestima del artista, de la persona creativa. Moncho ha dibujado algo antes de dormirse, una mancha que, al despertarse, no sabe qué es. Así que sale a preguntar por ahí, a ver si alguien le da alguna idea. Todos dan su opinión e incluso algunos critican su trabajo de tal forma que hacen entristecer al niño. Al final de su búqueda, y como con una palpitación, Moncho descubre que lo que ha dibujado es una vaca. Y no importa lo que la gente diga de él, no importa que la gente diga que pinta manchas, porque él sabe que pinta vacas, y eso es suficiente…

Me recuerda a lo que muchos artistas habrán tenido que soportar de críticos (y todos llevamos a uno dentro) que, sin tener ni idea de qué hablan, se atreven a opinar (también llevamos a un Miguel Ángel dentro) o a decir, cuando oyen una música, que eso es solo ruido… En fin, no me atrevería a juzgar algo que desconozco.

Y esto lo aprendí ya hace mucho tiempo, hace ya muchos, muchos años, en una exposición de una artista muy conocido donde se podía recorrer su trabajo desde el boceto; desde la nota en una hoja tomada del natural, hasta la abstracción de esta que acababa siendo un cuadro incomprensible de líneas y colores… agradable pero, para mí, incomprensible. Aquel día entendí que esta gente sabe dibujar, solo que no tienen la necesidad (y sobre todo no tienen la obligación) de demostrárnoslo: simplemente pintan lo que sienten, como Moncho. Una exposición didáctica sin saberlo, seguramente, el artista.

“Moncho e a mancha”, lo escribió originalmente en gallego, Kiko Dasilva en 2001. Las ilustraciones, de él mismo, son figuras modeladas en una pasta blanca a la que después dio color resultando del todo originales y atractivas. En octubre de 2002 la editorial Kalandraka lo publicó y lo tradujo a las restantes lenguas de la península poniéndonos fácil y cómodo el poder disfrutarlo.

Por cierto, que varios cuadros de aquel artista (bueno, láminas, que mi economía no me permite un original) cuelgan ahora en mi casa: con la comprensión vino la apertura de mente… ¡Hasta la semana que viene!

Un bicho extraño

Bueno, pues aquí os traigo un divertido álbum para los más pequeñines. En verso, van describiendo un extraño animal que poco a poco se va mostrando en las ilustraciones página tras página. Pero lo más original es que, al final, le das la vuelta al cuento y sigues leyendo volviendo sobre tus pasos hasta la página de inicio. Y este juego es el que les resulta tan divertido: el hecho de manipular un libro de manera tan diferente a como lo hacen habitualmente y ver que las leyes de la lectura continúan aunque las hayamos desafiado dándole la vuelta.

Original, con las ilustraciones tan características de Óscar Villán que tan atractivas les resultan, “Un becho estraño”, lo escibió en gallego Mon Daporta para la editorial Kalandraka en 2009, pero lo podréis encontrar sin dificultad en cualquier librería infantil y, cómo no, traducido a cualquier lengua de nuestro país (¡maravilla de algunas editoriales!).

¡Hasta la semana que viene!

Lo que el lobo le contó a la luna

Vuelvo, de vez en cuando y no tanto como debiera, a los cuentos para los más pequeños de los pequeños. Y he aquí un ejemplo divertido para ellos, con trama fácil, en la que un lobo con mucha hambre, comienza a comerse enteros a los animales que va encontrando y, éstos, alegres de ir encontrándose en la barriga del lobo, montan una gran fiesta. Claro, el lobo, con tanto ruído no consigue dormir y no para de caminar sin rumbo. Por el camino se cruza con una liebre a la que comienza a perseguir con tan mala fortuna que tropieza con una raíz y, del golpe, todos los animales salen disparados por su boca. Y esta desgracia es lo que cada noche le cuenta el lobo a la luna con sus aullidos.

Las ilustraciones se despliegan en láminas que les resultan atractivas y divertidas. Sin más pretensiones pero, en todo caso, efectivo, este álbum cumple con su intención de entretener al niño preescolar.

“Was der Wolf dem Mond erzählt”, lo escribió e ilustró Lucia Scuderi en 2002, y ese mismo año lo publicó en castellano la editorial Juventud.

¡Hasta la semana que viene!

Pipí en la hierba

Ya es difícil ir por primera vez a una taza de váter. De hecho, hay muchísimos libros infantiles con esta temática. Imagino que el ver que esa preocupación es común a todos los niños hace que les reconforte (a los niños y a los padres) y parece que les ayude, aunque, personalmente, nunca me han convencido del todo estos álbumes ilustrados.

Y decía que ya es difícil el uso del inodoro por primera vez pero, nada que ver con la primera vez que tienes que hacerlo en medio de la montaña. Un excursión tranquila por la montaña y, claro, si se alarga, es algo inevitable. Hierbas largas que te rozan la piel inquietantemente, insectos correteando por la zona que has escogido. La ropa, cuidado con la ropa, apártala bien que si no puede salpicarse… separa bien los pies, no vayas a mojar las botas… en fin, esto sí que es traumático… y no digamos para nosotras…

Y es que, cuando leí este álbum, me reí bastante con esa niña que decide orinar en medio de un prado para el desconcierto y enfado de una mariquita que pasaba por allí en ese preciso momento. Trata de una manera diferente y divertida esa autonomía naciente en los niños pequeños cuando van por primera vez solos al baño. ¡Genial!

“Pipi dans l’herbe” lo escribió e ilustró en 2000 Magali Bonniol y lo publicó en castellano y en catalán la editorial Corimbo en el año 2002.

¡Hasta la semana que viene!

¡Scric scrac bibib blub!

Jerónimo es una pequeña rana que vive en una charca con sus padres. Todas las noches, en la oscuridad de su cuarto, escucha unos ruidos que no logra identificar creándole una angustia que solo puede controlar junto a sus padres. Una noche, se mete en la cama de estos y el padre, incómodo por las patadas que le da Jerónimo, decide irse a la habitación del pequeño para intentar dormir. Ya en su cama, escucha esos “scric, scrac, bibib, blub” que tanto inquietan a Jerónimo y, algo confundido, decide descubrir la procedencia de esos extraños ruidos junto a su hijo.

Muchos son los libros infantiles que tratan los miedos de los niños hacia la noche y la oscuridad pero, lo que me llamó la atención de éste, fue su autora. Kitty Crowther nació con un problema de audición pero no le supuso ningún obstáculo para hablar en este cuento de los ruidos  nocturnos que tanto asustan a los niños. Fue capaz de captar la angustia que produce en un niño esos sonidos que avivan la imaginación y cuya procedencia les oculta la oscuridad de la noche.

Además, en este caso, es el padre el que ayuda al niño a superar este miedo y, en esto, también es original. Es más frecuente que los autores muestren la relación del niño con la madre pero, Crowther, nos muestra una relación muy natural del padre con su hijo. Es el padre quien despierta al niño y se lo lleva a descubrir la noche junto a él en un acercamiento hacia el pequeño más de amistad que paternal.

Las ilustraciones, propias de esta autora, están realizadas a lápiz y pastel y conforman un todo junto al texto difícil de separar.

“¡Scric scrac bibib blub!” fue publicado en castellano por la Editorial Corimbo en 2005. Y, bueno, así he atendido a una persona muy querida que me pidió que hablara de este cuento por lo que había supuesto para sus hijos. Pues aquí está…

¡Hasta la semana que viene!