El lobo no vendrá

Hace ya tiempo que no hablo de algún libro para lo más pequeños que los pequeños. Y es que cuando vi este álbum me hizo gracia la manera que tenía de abordar los miedos nocturnos.

Un conejo le pregunta a su madre mientras se va metiendo en la cama si el lobo va a ir a su casa. La madre, sin negarle su existencia, le va narrando todas las dificultades que encontraría un lobo que vive en el bosque, con cazadores, para llegar a su casa, en la ciudad. Las ilustraciones, van mostrando, en una página el ceremonial del niño antes de irse a dormir. En la otra, aparece un lobo que, de una manera de lo más divertida, va intentando pasar desapercibido y salvar todos los obstáculos para llegar a la casa de la familia de los conejos. Una vez allí, llamará a la puerta y, para sorpresa de los padres, que ven pasar como un rayo a su hijo que va a abrir, el lobo entra en la casa con un regalo para el pequeño conejo, porque es su cumpleaños y llevaba todo el día esperando a su invitado…

¡Genial! es algo así como, ¿para qué enfrentarte?, hazte amigo de tus lobos y dejarán de darte miedo… lo dicho, original y divertido mensaje para luchar contra los miedos nocturnos. Hay más libros de este estilo que merecen la pena… ya os los iré trayendo por aquí.

De momento, aquí tenéis: “Le loup ne viendra pas”, lo escribió Myriam Ouyessad en 2017 y lo ilustró Ronan Badel, quien consigue hacer sus dibujos imprescindibles para un mayor disfrute del texto. Este mismo año, en 2018, lo ha traducido al castellano la editorial Luis Vives.

¡Hasta la semana que viene!

El pequeño Nicolás

Este verano lo hemos sacado de la estantería, lo hemos desempolvado y, durante el viaje, cada noche, leía en voz alta un capítulo. Se supone que lo hacía para mi hija, la pequeña, pero, al final, estábamos toda la familia escuchando el relato y riendo de tal manera que, muchas noches, se hacía difícil dejarlo en uno y seguía leyendo el siguiente capítulo.

Lo que más me llama la atención es ver cómo casi 60 años después de su primera publicación en Francia, sigue resultando tan fresco y divertido. Desde luego que hay muchos detalles propios de la época, como su sociedad machista, pero, por lo menos a mí, no me molestan en absoluto y puedo perfectamente obviarlos en pos de su lectura.

Nicolás, un niño de primaria, escribe un diario en el que nos cuenta sus vivencias en el colegio o en su casa. Cada capítulo aparenta ser un día en su diario, lo que hoy llamaríamos una entrada. Así que es un niño el que cuenta la historia en primera persona. Pero lo genial de esta obra, es que, Goscinny, el gran Goscinny, utiliza un vocabulario, unas expresiones propias de un niño de primaria. Repeticiones de palabras en un mismo párrafo, de expresiones cansinas a lo largo del capítulo, vocabulario propio de esa edad…

“-Mira, Nicolás- me dijo mamá -, tu amiguito Alcestes ha venido a hacerte una visita. ¿Verdad que es muy amable?

-¡Hola, Alcestes!- dije – ¡Es fenómeno que hayas venido!

Mamá empezó a decirme que no había que decir “fenómeno” todo el tiempo…”

Y todo esto aderezado con las ilustraciones del también genial Sempé… ¡fenómeno!

E imagino que, casi todos vosotros, lo conoceréis ya pero, si no es así, os recomiendo que lo compréis y lo leáis… en voz alta… y ya veréis…

Así que, “Le petit Nicolas“, lo escribió René Goscinny e ilustró Jean-Jacques Sempé y fue publicado en formato de libro (anteriormente se habían publicado muchos capítulos como historias sueltas en revistas) en 1960. Los años siguientes, fueron escribiendo hasta cuatro libros más que conformaron una colección. Ya en 1978 los tradujo al castellano Ediciones Alfaguara y, hoy, lo podréis encontrar en la editorial Santillana.

Bueno, pues, esto es todo, ¡hasta la semana que viene!

 

El rebaño

Cuenta una oveja de un rebaño (ya he dicho alguna vez que me chiflan esos álbumes en los que se antropomorfizan los animales), digo, cuenta una oveja cómo su rebaño es la encargada de saltar cada vez que Miguel no puede dormirse. Y es la oveja nº4, la negra, la que, en un momento dado, decide que ya está bien, que no quiere saltar más. La presión del resto del rebaño, como si de la presión social se tratara, no logra que Nº4 cambie de idea. Pero, el contenido de una carta que, en medio del pensamiento o duermevela de Miguel, le entrega a la oveja negra un cartero en bicicleta, hace que, finalmente, salte y el niño logre dormirse. Una carta escrita por el propio Miguel, a su oveja, de su rebaño, de su sueño…

Es magnífico leer desde el pensamiento o las memorias de una oveja en qué consiste el trabajo de los rebaños, de cómo se comportan como eso, como un rebaño de ovejas: una salta, el resto le siguen. Y como una se revela y dice ¡basta! y esto asombra, asusta al resto que reacciona en contra de la oveja negra… ¡genial!… ¡como en la vida misma!… en la humana vida…

Pues, “El rebaño”, lo escribió Margarita del Mazo y lo ilustró Guridi quien ayuda muchísimo a que el cuento resulte divertido, tierno y muy, muy fresco. Una combinación de texto e ilustraciones muy acertada y necesaria. Lo encontraréis publicado por la editorial La Fragatina , que lo hizo en 2014.

¡Hasta la semana que viene!

Los cinco horribles

Voy a ser sincera: ¿no os ha pasado nunca que habéis conocido a alguien de aspecto, si no desagradable, desde luego no bello pero, esa sensación ha ido cambiando a medida ibas conociéndolo? Incluso, me ha pasado a mí, que he llegado a verlo guapo y, cuando he recordado esa primera impresión, casi me ha hecho reír, por lo absurda, digo… pero la verdad es que, de hecho, me ha dado vergüenza haber sucumbido a los absurdos cánones de belleza para juzgar o, más bien, prejuzgar a una persona.

“Los cinco horribles” cometen el error de creérselo, de no ver en ellos nada más que su aspecto horrible. Claro que estamos hablando de un murciélago, una rata, un sapo, una araña y una hiena que se ríe de que el resto no sea capaz de ver más allá de su físico. Porque todos ellos saben hacer algo bien, todos tocan un instrumento o cantan, excepto el sapo, que sabe cocinar creps. Así que deciden abrir una crepería musical y, ante tanta belleza, los animales de alrededor, no podrán más que olvidarse del aspecto de esos animales y, todas la noches, se acercarán a escuchar a esta banda de cinco horribles. Y, bueno, a comerse unas creps…

“Die fürchterlichen Fünf”, lo escribió e ilustró en 1997 Wolf Erlbruch, ese magnífico autor que hizo que comenzara con este blog sobre literatura infantil. En 2001, lo publicó en castellano Editorial Juventud y también lo podéis encontrar en catalán.

¡Hasta la semana que viene!

 

Para hacer un pastel de manzana

Pablo Albo, tiene esos dos lados, uno lleno de humor absurdo que te puede hacer reír hasta llorar y otro que, muchas veces combina con el primero, lleno de ternura. Este libro que os traigo hoy estaría en el segundo grupo.

El relato de un niño contado en primera persona en el que nos describe los días que pasó cuando sus padres lo “abandonaron” al cuidado de su abuelo “para disfrutar (ellos) de unas pequeñas vacaciones”. Y, lo que, al principio no parece prometer nada (para el niño, se entiende), resulta ser toda una experiencia. Y, es que el abuelo le propone, la primera noche, hacer un pastel de manzana y, el niño, intenta poner cara de emoción…

Pero, claro, para hacer un pastel de manzana, necesitas muchos ingredientes que debes reunir, como la harina que, si no tienes, tendrás que moler con un molino movido por un viento, que tendrás que sacar de su letargo haciendo volar una cometa… por ejemplo…

Y, así, de esta forma tan tierna, nieto y abuelo van eligiendo, poco a poco, cada uno de los ingredientes para poder mezclarlos y cocinarlos al baño María en el mar durante las horas de sol.

Así que, claro, al final, no comen mucho pastel de manzana pero, el niño, comprende que “hacer un pastel de manzana solo servía para hacer un pastel de manzana. Suficiente.”

Genial historia que te deja con un muy buen sabor de boca y mejor estado de ánimo y que, en estos días de verano, os recomiendo que leáis y les leáis.

“Para hacer un pastel de manzana” lo escribió el sempiterno en este blog, Pablo Albo, lo ilustró Mariona Cabassa y, en 2009, lo publicó la editorial Edelvives.

¡Hasta la próxima semana!