Llevo unas semanas dando de comer, como es costumbre en esta época del año y hay niños por casa, a unos gusanos de seda que, ahora, por fin, están haciendo el capullo. Semanas de buscar por el pueblo un árbol de morera (menos mal que abundan), no sea que nos quedemos sin esas preciadas hojas y se nos vayan a quedar con hambre.
Pero, he de reconocer, y mis hijos se asombran por ésto, que soy capaz de quedarme mirando cómo comen (no hacen otra cosa, ¡pobres!) durante un largo rato. Como si mirara el fuego, me quedo atontada observando cómo recortan con la boca la hoja que les acabo de dejar. Comer, engordar, metamorfosis, aparearse y… morir… ¡Vida!
En fin, ayer, mientras miraba cómo uno de ellos tejía su capullo y yo explicaba que de ahí saldría una mariposa, se me ocurrió traer este clásico que, estoy segura de que muchísimos de vosotros ya conoceréis pero, bueno, aquí está, como una entrada obligatoria.
El domingo, una oruga hambrienta, recién salida de su huevo, comienza a buscar comida. A lo largo de cada uno de los días de la semana va comiendo todo aquello que va encontrando hasta hacerse muy grande. Es entonces cuando se refugia en su capullo de donde, unas semanas más tarde, saldrá una hermosa mariposa . En el libro aparecen dibujos de frutas que se superponen, taladrados, con un agujero a modo de camino que va realizando la oruga a través de ellas. Esta presentación junto a las formas y colores tan características de Carle es lo que lo hace tan singular y atractivo. Además, resulta práctico para repasar los días de la semana, para contar y, como no, para explicar el proceso de la metamorfosis… muy didáctico…
Y, aunque el libro original es una delicia, después se creó un merchandising alrededor de esta oruga glotona que ya no resulta tan interesante. Al menos para mí porque, si vemos todo lo que se ha vendido a costa de esta larva de mariposa desde 1969, no creo que sea así para el resto del mundo y, en especial, para los niños.
Pero, en fin, el original sí merece la pena tenerlo en las estantería de casa y no cabe duda de que sigue siendo muy atractivo para los niños, sobre todo los más pequeños. “The very hungry canterpillar” lo escribió Eric Carle en 1969 y la editorial Kókinos lo publicó en castellano en 2002 (la cantidad de buenos álbumes que nos hemos perdido mi generación aquí en España) y también lo podréis encontrar en catalán. Como siempre, si tenéis opción de leerlo en la lengua original lo disfrutaréis más, seguro. ¡Hasta la semana que viene!