Hoy no traigo un libro para niños, hoy os quiero acercar a un modo de ver la vida y el mundo de una mujer: Jella Lepman, una mujer viuda y con dos hijos, afincada en Inglaterra después de huir de Alemania justo antes de la II Guerra Mundial.
Una vez acabada la contienda vuelve como asesora para temas relacionados con la educación y la cultura de los niños y las mujeres alemanes en la zona de ocupación americana. Sin embargo, este cometido tan amplio y ambiguo, ella lo va centrando a través de una idea: que los libros infantiles y juveniles se conviertan en la herramienta necesaria para la formación de las personas, el entendimiento entre culturas y pueblos… y ésto, que parece tan sencillo, tan idílico, no puedo ni imaginar lo que debió suponer en una Europa rota, dividida, destruida (y no solo físicamente) por el fascismo y la guerra. Y, sin embargo, lo logró. Consiguió llevar a cabo la primera exposición internacional de libros infantiles con las donaciones de 20 países. Pero no paró aquí, creó la Biblioteca Internacional de la Juventud, la IBBY y los premios Hans Christian Andersen. ¡Impresionante!
Una forma de ver el mundo esperanzadora porque, solo cuidando a los niños podemos asegurar el futuro. “El hombre mejor no es nunca el que fue menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón el más espléndido tesoro de infancia” (José Ortega y Gaset, 1951)
Una autobiografía de Jella Lepman sobre aquellos años de la posguerra en Alemania, que publicó en 1964 y que podéis encontrar en castellano publicado por Creotz Ediciones (2017). Una de esas mujeres que es imprescindible conocer.
Bueno, hasta la semana que viene.