La guerra perdida

¿En qué momento las personas dejan de entender el absurdo de las guerras? Porque, no es raro que un niño pregunte por qué se producen las guerras, o quién decide que dos países entren en guerra, o por qué esas personas que deciden no luchan entre ellas y dejan al resto en paz. Son muchas las veces que he oído estas reflexiones en boca de algún niño… y, en qué momento se olvidan de ellas y se vuelven combativos, irreflexivos. No estoy preguntando el por qué de las guerras, estoy preguntando en qué momento de la vida de esa persona hay una inflexión en la que el dinero pesa más que la vidas…

Y aquí llega otro álbum para educar pero también para mantener la memoria, para no dejar de hacernos estas preguntas tan simples, tan inocentes pero, a la vez, tan sinceras. En “La guerra perdida”, un general, a lomos de su caballo, busca una guerra pero, cuando intenta reclutar hombres para dirigirlos, nadie entiende la idea y el general no consigue que nadie le siga. Sin embargo, no desiste en su búsqueda y, por el camino, se encuentra con un almirante a bordo de su barco con el que, rápidamente, iniciará una batalla. Un batalla en la que, finalmente, ambos serán vencedores… o perdedores, según cómo se mire…

Comotto, utiliza unos textos tan sencillos, tan obvios, que mueven a la vergüenza del adulto por la simplificación del tema. Vergüenza por tener que admitir que, en definitiva, el peor comportamiento que nos define como ser humano es que, de una manera caprichosa, egoista y, en todo momento, incromprensible, somos capaces de matarnos entre nosotros… A este texto lo acompañan unas ilustraciones también sencillas, pero con esa sencillez tan característica que las convierte en sello inconfundible de este autor tan comprometido.

Agustín Comotto, publicó “La guerra perdida” y lo hizo a través de Thule Ediciones en 2008.

Bueno, ¡hasta la semana que viene!

El señor Tigre se vuelve salvaje

Me encantan los álbumes que rompen con las normas sociales y nos presentan un personaje políticamente incorrecto o incluso salvaje en contraposición de lo establecido, de lo esperado. Personajes que respetan pero, desgraciadamente, no son respetados al ser diferentes.

El señor Tigre es uno de esos. No se siente cómodo ante tanta formalidad, tanta educación, tanta pose, así que, como búsqueda de la comodidad o confortabilidad con uno mismo, empieza a hacer cosas inaceptables como, andar a cuatro patas, correr, rugir y, por fin, quitarse esa ridícula ropa que no le deja ser libre. Ante tal escándalo, sus vecinos, le invitan a abandonar la ciudad, idea que le parece magnífica al principio. Pero, pronto, la sensación de soledad le hace extrañar a sus amigos, sus lugares, su casa, por lo que decide volver. Y, una vez lo hace, observa con alegría que las cosas han empezado a cambiar y él ya no se siente mal siendo… él mismo…

Un mensaje demasiado optimista pero, bueno, ¡es un cuento!. Y por eso me encanta, porque da el mensaje de no abandones un lugar para poder ser tú mismo, simplemente, ¡selo! y, a lo mejor te das una sorpresa…

En fin, “Mr. Tiguer Goes Wild”, lo escribió Peter Brown en 2013 y lo tradujo un año después, la editorial Océano. También lo podréis encontrar en catalán traducido por la editorial Andana y en la biblioteca de Bétera. ¡Hasta la semana que viene!

Ferdinando el toro.

“No hay duda de que la exposición hizo las veces de feria navideña; la afluencia de gente crecía cada día, y se nos hacía especialmente duro rechazar a tantos niños berlineses que hasta allí se acercaban mendigando un libro. Una tarde, sentada a solas en la escalera de acceso, con El Toro Ferdinando de Munroe Leaf sobre mis rodillas, me rompí la cabeza pensando en cómo conseguir un libro que poner bajo la almohada de aquellos pequeños por Navidad. ¡Y Ferdinando me dio una idea!.

En Berlín salían los periódicos cada mañana, luego en algún lugar tenía que haber inmensos rollos de papel de prensa. Quizá pudiéramos imprimir El toro Ferdinando en ese mismo papel y luego plegarlo hasta componer un pequeño libro. Se cumpliría así el sueño de Navidad de muchos niños.

(…) De la imprenta de Tempelholf salieron 30.000 ejemplares en una sola noche.”

Jella Lepman (1964). Un puente de libros infantiles

Hoy he preferido comenzar con este extracto del libro que os traía hace dos semanas para presentaros este clásico de mención obligada en un blog de literatura infantil, más después del reciente estreno de la película a cargo de la productora Blue Sky Studios que, si queréis que os diga la verdad, todavía no he tenido ocasión de ver.

Lo justo es contextualizar esta historia para poder hacer una buena crítica de ella. Estamos hablando de 1936 cuando Leaf publica este cuento para niños ambientado en España y basado en una historia real (el toro Civilón). Y, qué duda cabe de que hay un sentido pacifista en todo esto que, de nuevo, enmarcado entre la Guerra Civil Española que acababa de estallar y la II Guerra Mundial a punto de hacerlo, parece que explique mejor su lectura. Y yo creo que por eso Lepman, años después, en la Navidad de 1946, escoge este cuento y no otro para repartir entre los niños berlineses: Ferdinando, el toro que no quería luchar ni embestir, el toro que solo quería oler las flores.

En todo caso, estoy segura de que resultaría rompedor en aquella época la lectura de este cuento entre los niños. Así que, aquí está, un cuento pacifista para hoy: Ferdinando el toro, que escribió en 1936 Munro Leaf, ilustró años más tarde Werner Klemke y que ha reeditado Lóguez Ediciones.

Y, bueno, os dejo un enlace al corto que estrenó Disney en 1938 y que es muy fiel al libro, aunque la visión de los españoles o de la ciudad de Madrid en aquella época sea algo discutible… Hasta la semana que viene.