Mamá

Nunca me ha gustado leer a mis hijos libros o cuentos que describan los sentimientos de un hijo hacia su madre: cada relación es un mundo y no me gusta condicionar.

Sin embargo, cuando leí por primera vez este álbum, no sé si fue por las ilustraciones tan atractivas, con esos colores tan llamativos, pero el hecho es que me atrajo enormemente. Seguí sin leerlo aquí en casa pero me lo quedé porque reflejaba muy bien lo que pretende ser una madre.

Y es que, “Mamá” es más bien un cuento para las madres porque, en todo caso, si tenemos la suerte de que nuestro hijo tenga esos sentimientos hacia nosotras (y no tiene por qué), no creo que necesite que nadie los verbalice por él, simplemente los tendrá y hará buen uso de ellos; y eso es magnífico, porque, y ya lo dije hace unas semanas, nunca te vas a sentir tan especial para una persona como lo eres para un hijo en esa inconsciente e inocente edad que es la infancia.

Un texto muy simple, pero fuerte y en rima, nos describe eso, los sentimientos de un niño pequeño hacia su mamá. Encantador…

“Mamá”, lo escibió e ilustró Mariana Ruiz Johnson en 2013 y, ese mismo año, Kalandraka lo publicó por primera vez y en todos los idiomas de la península, como es habitual en esta editorial.

¡Hasta la semana que viene!

Max y los superhéroes

Hoy traigo un libro como homenaje a todos los padres que estos días estamos haciendo malabares para conciliar, ya no la vida familiar con la laboral, sino para continuar con la labor educativa de nuestros hijos a la vez que lograr que nuestros trabajos no se resientan. Y, ojo, no me quejo en absoluto: todo este esfuerzo lo hacemos por la educación de nuestros hijos… de nuestros hijos. Para que, mientras toda esta pesadilla está ocurriendo, no pierdan sus rutinas, aquellas que los mantienen enteros y les alcanza algo de estabilidad y seguridad en este momento tan cercano al caos. Y, para que cuando todo esto pase, pues, no sea tan grande la laguna de conocimientos que habrá dejado esta pandemia… pero, bueno, a estas edades, os aseguro que es lo que menos me importa en estos momentos.

El problema es que el cuento que os traigo, solo habla de la labor de la madre, que sí, que es verdad que en muchos casos es la mujer la que asume roles dentro y fuera de casa que debería compartir. Pero quisiera que los padres, hoy, también encontraran un reconocimiento en esta situación que nos afecta a los dos por igual, a mujeres y hombres.

Max admira a muchos superhéroes pero su preferido, sin duda alguna es Megapower. Megapower es una mujer, valiente, capaz de dominar a cualquier animal, con capacidad de ultravisión, una gran inteligencia… un sinfín de poderes que la hacen insuperable. Pero lo que más le gusta a Max de esta supermujer, es cuando, por la noche, se transforma en su mamá para darle el beso de buenas noches. Amor y admiración por la madre que, a esas edades, además, es sobrexagerada. ¡Me encanta!, en ningún momento de nuestra vida nos sentiremos tan queridos, tan necesitados; hay que disfrutarlo como lo que es.

Pues nada, un sicero homenaje, un descubrirme ante el trabajo que muchas familias están realizando estos días por que el día a día de sus hijos no se rompa tanto. Enhorabuena, lo estamos haciendo bien…

“Max i los superhéroes”, lo escribió e ilustró Rocío Bonilla combinando sus siempre expresivos dibujos con los otros realizados por Oriol Malet Muria, quien se encargó de los dibujos de la superheroina a modo de ilustraciones de cómic. En 2016, la editorial Algar/Bromera, se encargó de publicarlo en castellano y catalán.

¡Hasta la semana que viene!

Buenas noches, Gorila

Ya os traje hace algún tiempo, de esta misma autora, “El oficial Correa y Gloria” y os hice, entonces, la promesa de traeros más cosas de ella. Pues bien, “Buenas noches, Gorila” está escrito para los más pequeños de entre los pequeños. Un guarda de un zoo que, cada noche, antes de cerrarlo, pasea por él visitando cada jaula y dando las buenas noches a cada uno de los animales que allí viven. Y no es consciente de que, detrás de él, el gorila, que le ha robado las llaves, va abriendo cada una de las rejas y los animales comienzan a seguir, sigilosamente y en silencio al guarda, quien acaba entrando en su casa y por fin en su dormitorio con todo el zoológico tras él. Una vez apaga la luz, es su mujer, acostada a su lado, la que se da cuenta y acompaña de nuevo a los animales hasta su jaula. Pero, Gorila, como un niño travieso incapaz de dormir solo, le vuelve a seguir hasta su casa y se cobija entre las sábanas del matrimonio.

Tierna esta metáfora de lo que todos los padres hemos tenido en nuestra casa alguna vez, si no el zoológico al completo (que también), sí un gorila que, una y otra vez, se mete en nuestra cama dando un nuevo significado a la cama de matrimonio.

Con los detalles propios de esta ilustradora que hacen que puedas pasarte largo tiempo mirando una misma página: los juguetes que aparecen en cada jaula, el personaje del ratón que pudes ir siguiendo a lo largo de todo el libro… En fin, divertido y tierno para contar.

“Goodnight, Gorilla”, lo escribió e ilustró Peggy Rathmann en 1994 y en 2010 lo tradujo al español Ediciones Ekaré.

¡Hasta la semana que viene!

Bolsillo

Entiendo que, a lo mejor, no es este el fondo de este álbum que os traigo hoy pero resulta, esperanzador, tranquilizador, amable, tierno pensar que fuera así. Un abuelo que han perdido, y una familia que se inquieta y comienza a buscar. Hasta que la madre, vestida con su batín, mete la mano en el bolsillo y, después de mucho rebuscar, saca a la abuela. Tamaña es la sorpresa cuando sacan a la mujer que creían que había fallecido, pero bueno, andan en otros menesteres y, la misma abuela, recién sacada de allí, mete la mano, de nuevo en el bolsillo para buscar a su marido que cree ella que lo “lo venía oyendo”. Y, claro, saca de todo (al más puro estilo de Pablo Albo), pero, al final, empiezan a salir partes del abuelo: un botón, la dentadura, su sombrero, las gafas… Partes que montan para volver a tener entre ellos al abuelo. Y cuando su hijo quiere llevarlo al médico para dejarlo en observación, la abuela protesta: ¡solo faltaba eso después de tanto tiempo sin verse! Y se van a pasear al parque…

¡Qué maravilloso sería poder hacer esto! Metes la mano en el bolsillo y sacas a un ser querido que ha desaparecido de tu vida… en esos bolsillos que, al menos a mí, con la edad, se me llenan de cosas de lo más peregrinas y que muchas veces olvido allí dentro. ¡Qué mágico y maravilloso sería!…

En fin, suspiro ante tanta belleza, ternura y al mismo tiempo sencillez de “Bolsillo”, este pequeño libro que escribió Pablo Albo (ya sabéis que es mi preferido) y lo ilustró Lucía Serrano. En 2011, lo publicó la editorial República Kukudrulu.

¡Hasta la semana que viene!

Antes de acostarte

Tuve en mis manos el otro día una adaptación para niños de un clásico, ilustrado por este autor y, rápidamente, lo reconocí y me acordé de las historias de Bruna, esa niña que, bueno, es una niña… y esto es lo que reconforta de estos cuentos, el ver que lo que te cuentan son historias de una vida cotidiana de una niña normal y corriente. Y, digo que reconforta porque en “Antes de acostarte”, el padre de la niña se dispone a leerle un cuento antes de irse a dormir, pero cuando llega a su cuarto, hay tal desorden que deciden primero ordenar antes de leer. Cuando ya está todo en su sitio, se dan cuenta de que han perdido el libro que se disponían a leer por lo que, de nuevo, vuelven vaciar todos lo cajones y cajas de juguetes hasta que, finalmente, lo encuentran pero, para entonces, el caos se ha vuelto a apoderar de la habitación de la niña.

Y esto es: Rovira nos pinta una familia de lo más normal y cotidiana y, de paso, nos adentra ya en la normalidad de unas tareas domésticas compartidas, de una conciliación familiar que comienza con la mayor implicación de un padre. Pero lo hace de manera tan natural que nos hace pensar que, esto, es así en todas las familias y es así desde siempre. Una niña feliz, con curiosidades y juegos propios y deseables a su edad. Una niña naturalmente normal, y… esto, no es tan normal… pero todo se andará, porque los niños que lean a Bruna, así lo considerarán y con esta idea crecerán y vivirán.

“Antes de acostarte”, lo escribió e ilustró Francesc Rovira y, en 2007, lo publicó la editorial Edebé. Además, las historias de Bruna cuentan con otros títulos también publicados por esta editorial, como “¡No lo toques!”, “¡Vaya baño!” o “¡Vamos a vestirnos!”.

¡Hasta la semana que viene!

La màgia del Nadal

Cuando faltan sólo cuatro días para que sea Navidad, os traigo un libro con todas nuestras costumbres reflejadas (a excepción de San Nicolás, que no la recuerdo como nuestra) de forma entretenida y amena. El “iaio Fèlix”, le cuenta a su nieta Alícia, cómo unas navidades, cuando era pequeño, la figura del rey Baltasar desapareció del belén que estaban montando. Iban pasando los días y, con ellos, las costumbres de nuestra tierra como la cena de nochebuena (la nit de Nadal); el día 31 de diciembre, con “l’home dels nassos, que té tants nassos com dies li queden a l’any”… y la figura del rey Baltasar seguía sin aparecer, hasta que Fèlix, escribiendo la carta a los reyes, puso una dedicatoria especial para Baltasar y el día del 6 de enero, el belén amaneció completo.

Una figura del Tirisiti, aparece escondido en cada una de las páginas para que el niño vaya buscándolo, lo que da pie a explicar otra de nuestras tradiciones. En fin, una manera creativa de ir explicando las costumbres de tu lugar que nunca está de más que conozcan y que, estos días, podemos aprovechar para contarles o, incluso, acompañarles a ver.

“La màgia del Nadal” lo escribió Francesc Gisbert e ilustraron Rosanna Crespo y Quique Soler en 2015 para la colección “Anem de festa” de Tàndem Edicions.

Y, hasta la semana que viene…

Las arrugas de la abuela

En estos día en los que cada vez es más común ver cómo la gente oculta o camufla su “yo” tras un bisturí; que trata de evitar el paso del tiempo por su rostro hasta alcanzar una caricatura de sí mismo ya poco reconocible. En este tiempo que se niega la muerte e incluso la vida, en cuanto que se olvidan las experiencias y las señales dejadas por ellas en el cuerpo. Para estos días, más que nunca, es este libro…

Un niña, más bien pequeña, se acerca a su abuela, intrigada por todas esas arrugas que cubren su cara. Mirándola (me la imagino, no mirándola, más bien escudriñándola sin ningún reparo, como hacen todos los niños cuando algo no les cuadra) no llega a entender qué gesto muestra su abuela, qué siente su abuela, así que decide preguntarle. La abuela le responde que se estima cada una de las arrugas que tiene en su cara porque todas ellas son una señal de algo que vivió. Y, así, comienza a contarle todos los recuerdos que guarda en su rostro hasta llegar a la memoria del día en el que nació ella, la niña…

Bonito, tierno, amable… en fin, os lo aconsejo. “The Lines on Nana’s Face”, lo escribió e ilustró Simona Ciraolo y lo publicó Andana Editorial, en 2016, en castellano y en valenciano, si lo preferís. En la biblioteca de Bétera, los de aquí, lo podréis encontrar.

¡Hasta la semana que viene!

Hilda

Y, bueno, esta vez ha sido al revés. A raíz de un comentario en Twitter de la editorial di con una nueva serie de dibujos animados en Netflix que comenzó a emitirse el jueves de la semana pasada. La estética parecía diferente a todo lo que había visto antes y Barbara Fiore es una editorial que, a menudo, publica verdaderas joyas dentro de la literatura infantil. Así que, sí, la vi y me gustó, y mucho.

Efectivamente, la estéica es diferente, pero, además, la temática es original, con una ética, una filosofía de fondo que me convence plenamente. El humor es inteligente y surrealista a la vez. Personajes fantásticos que invaden la vida real de una niña que vive sola con su madre en las montañas y que, debido a unas causas que ahora no podría ni explicaros, se ve forzada a mudarse a la ciudad.

Pues, como decía, esta vez ha sido la serie la que me ha llevado al libro que, en forma de cómic, nos muestra la vida de esta interesante niña. Y, ninguno de los dos desmerece al otro. Así que, si tenéis oportunidad, leed, leedles y que lean las aventuras de Hilda. Y, por supuesto, en Netflix, tenéis la serie muy bien adaptada. A ver si de este modo, viendo series de tanto valor vamos consiguiendo unos contenidos de más calidad en la televisión… pasito a pasito… que, ahora, cada vez que abrimos estas redes de televisión es como si emitiéramos un voto acerca de cómo queremos nuestra programación. Como cada vez que compramos en el supermecado y hacemos tantas otras cosas anónimas a lo largo del día… pensadlo… sería fácil cambiar el mundo…

Bueno, a Hilda la creó Luke Pearson en 2010 y a partir de entonces ha escrito e ilustrado varios volúmenes: “Hilda y el trol”, “Hilda y el gigante de medianoche”, “Hilda y la cabalgata del pájaro”, “Hilda y el perro negro” y “Hilda y el bosque de piedra”.  Y, aquí, de la traducción al castellano y su publicación se está encargando Barabara Fiore Editora.

¡Hasta la semana que viene!

Para hacer un pastel de manzana

Pablo Albo, tiene esos dos lados, uno lleno de humor absurdo que te puede hacer reír hasta llorar y otro que, muchas veces combina con el primero, lleno de ternura. Este libro que os traigo hoy estaría en el segundo grupo.

El relato de un niño contado en primera persona en el que nos describe los días que pasó cuando sus padres lo “abandonaron” al cuidado de su abuelo “para disfrutar (ellos) de unas pequeñas vacaciones”. Y, lo que, al principio no parece prometer nada (para el niño, se entiende), resulta ser toda una experiencia. Y, es que el abuelo le propone, la primera noche, hacer un pastel de manzana y, el niño, intenta poner cara de emoción…

Pero, claro, para hacer un pastel de manzana, necesitas muchos ingredientes que debes reunir, como la harina que, si no tienes, tendrás que moler con un molino movido por un viento, que tendrás que sacar de su letargo haciendo volar una cometa… por ejemplo…

Y, así, de esta forma tan tierna, nieto y abuelo van eligiendo, poco a poco, cada uno de los ingredientes para poder mezclarlos y cocinarlos al baño María en el mar durante las horas de sol.

Así que, claro, al final, no comen mucho pastel de manzana pero, el niño, comprende que “hacer un pastel de manzana solo servía para hacer un pastel de manzana. Suficiente.”

Genial historia que te deja con un muy buen sabor de boca y mejor estado de ánimo y que, en estos días de verano, os recomiendo que leáis y les leáis.

“Para hacer un pastel de manzana” lo escribió el sempiterno en este blog, Pablo Albo, lo ilustró Mariona Cabassa y, en 2009, lo publicó la editorial Edelvives.

¡Hasta la próxima semana!

Por qué vivimos en las afueras de la ciudad

Otra belleza. Y también de la mano de Jutta Bauer quien, esta vez, pone las ilustraciones. En las páginas de la izquierda, a lápiz, una familia que se traslada. En cada capítulo un hogar diferente. En las páginas de la derecha, a color, la situación vivida por la familia en el lugar que han decidido vivir: un autobús, un bosque, la azotea de una iglesia, el violín de la tía, un hotel, la Luna, un cine, el sombrero del tío… Una situación surrealista que sirve al autor para ir contándonos, de manera desapercibida, la vida interior de una familia, con sus nostalgias, sus necesidades, sus enfados, sus peleas, sus deseos, la muerte de uno de sus miembros… Magnífico poema en prosa de la vida misma en una familia.

Posiblemente difícil de seguir en su totalidad por un niño. Creo que es uno de esos álbumes tan bellos que solo se puede apreciar completamente por un adulto pero, aún así, el absurdo del texto y las magníficas ilustraciones, mantienen perfectamente la atención de los pequeños.

Un libro altamente recomendado. “Warum wir vor der Stadt wohnen” lo escribió Peter Stamm y lo ilustró Jutta Bauer en 2005. Ya en 2008, lo tradujo y publicó “Tàndem edicions” así que, además de en castellano, lo podréis encontrar, también, en valenciano y, mis paisanos, en la biblioteca municipal de Bétera.

Hasta la semana que viene.