Loba

Loba es madre adoptiva, es mujer, es rara y se siente rara. Vive sola para ocultar esa rareza que hace que sus cabellos se inflamen cuando se deja llevar por sus emociones. Piensa que está mal, intenta apagarlos, intenta encajar pero no lo consigue. Por eso sigue sola en el bosque, junto a sus cachorros zorros. Pero llega un día en que conoce al hombre lobo y su mundo cambia porque encuentra a quien le complementa, a quien no solo la acepta tal como es sino que le ayuda a ceptarse a sí misma, porque también él está aprendiendo a hacerlo.

No sé si es muy apropiado para los niños, no por nada, pero es que no estoy segura de que puedan entender plenamente el texto. La lástima de estos libros es que su formato hace que parezca que están dirigidos a los más pequeños pero solo los más mayores pueden entenderlo y, a estas edades, esta estética deja de ser atractiva para ellos. Y son muchas las veces que me encuentro este problema: verdaderas bellezas que pasan desapercibidas ante los ojos de quien podría disfrutarlas. Libremos de prejuicios a la lectura de álbumes ilustrados porque nunca se sabe qué puedes encontrar dentro. Así que, sí, “Loba” lo recomiendo a adolescentes que no se encuentran, a adultos que no encajan en esta sociedad y tienen el alma limpia y libre, porque así es su protagonista.

Sus ilustraciones se enredan con la naturaleza. La figura de la loba se camufla en el bosque entre sus ramas, sus hojas y sus colores otoñales. De nuevo las imágenes se vuelven imprescindibles para el texto.

“Louve” lo escribió e ilustró Fanny Ducassé (que, físicamente, es clavada a su personaje) en 2014. Un año después, lo publicó en castellano la editorial Los cuatro azules.

Un puente de libros infantiles.

Hoy no traigo un libro para niños, hoy os quiero acercar a un modo de ver la vida y el mundo de una mujer: Jella Lepman, una mujer viuda y con dos hijos, afincada en Inglaterra después de huir de Alemania justo antes de la II Guerra Mundial.

Una vez acabada la contienda vuelve como asesora para temas relacionados con la educación y la cultura de los niños y las mujeres alemanes en la zona de ocupación americana. Sin embargo, este cometido tan amplio y ambiguo, ella lo va centrando a través de una idea: que los libros infantiles y juveniles se conviertan en la herramienta necesaria para la formación de las personas, el entendimiento entre culturas y pueblos… y ésto, que parece tan sencillo, tan idílico, no puedo ni imaginar lo que debió suponer en una Europa rota, dividida, destruida (y no solo físicamente) por el fascismo y la guerra. Y, sin embargo, lo logró. Consiguió llevar a cabo la primera exposición internacional de libros infantiles con las donaciones de 20 países. Pero no paró aquí, creó la Biblioteca Internacional de la Juventud, la IBBY y los premios Hans Christian Andersen. ¡Impresionante!

Una forma de ver el mundo esperanzadora porque, solo cuidando a los niños podemos asegurar el futuro. “El hombre mejor no es nunca el que fue menos niño, sino al revés: el que al frisar los treinta años encuentra acumulado en su corazón el más espléndido tesoro de infancia” (José Ortega y Gaset, 1951)

Una autobiografía de Jella Lepman sobre aquellos años de la posguerra en Alemania, que publicó en 1964 y que podéis encontrar en castellano publicado por Creotz Ediciones (2017). Una de esas mujeres que es imprescindible conocer.

Bueno, hasta la semana que viene.